Capítulo 225
El cielo comenzaba a iluminarse con el sol del amanecer, y la tenue luz de la mañana se filtraba a través de la ventana, cayendo suavemente sobre el rostro pálido y demacrado de Dafne.
Dafne había pasado la noche sentada junto a la ventana, y fue hasta el amanecer que logró conciliar un sueño ligero.
Su sueño fue inquieto, lleno de fragmentos de sueños relacionados con Agustín, despertándose varias veces por la madrugada.
En el último sueño que tuvo, vio a Agustín y Maya de la mano frente a ella. Agustín estaba sonriendo con felicidad, diciéndole que se iba a casar con Maya y que no se olvidara de asistir a su boda.
Dafne lloró en su sueño.
Al despertar, tenía el rostro marcado por las lágrimas.
La sirvienta llamó a la puerta desde afuera -Srta. Rosales, ¿ya está despierta? Es hora de almorzar.
Dafne se secó las lágrimas y se dirigió a la puerta para abrirla -Señora, puede comer usted primero, voy a tomar un baño y cambiarme antes de bajar.
La mujer notó el rostro demacrado de Dafne, con ojeras marcadas, y le preguntó con cierta vacilación -Srta. Rosales, ¿no descansó bien anoche?
La sirvienta no tenía redes sociales, así que no estaba al tanto de los rumores de Agustín, ni sabía que habían cancelado el compromiso entre Agustín y Dafne.
Ella solo pensaba que Agustín y Dafne estaban en una relación amorosa, y que Agustín se preocupaba mucho por ella, asegurándose de que fuera bien atendida. Al ver el mal aspecto de Dafne, le expresó su preocupación.
Dafne se sentía exhausta.
Solo había dormido cinco horas, y de manera intermitente.
-Estoy bien, no te preocupes.
La sirvienta no le preguntó más, solo le dijo -Entonces vaya a bañarse, mantendré la comida caliente, para que no se enfríe.
-Gracias, te lo agradezco.
-No hay de qué, es mi trabajo.
La sirvienta bajó las escaleras, y Dafne cerró la puerta, apoyándose contra ella, deslizándose lentamente hasta sentarse en el suelo.
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Capitulo 225
Su teléfono estaba lleno de llamadas perdidas y mensajes.
Revisó uno por uno, pero nada era de Agustín.
Dafne no había comido nada la noche anterior ni aquella mañana, y tras una noche sin dormir, su cuerpo estaba agotado, completamente sin fuerzas, y su rostro pálido, como si estuviera enferma.
Apoyada contra la puerta, sus dedos se entumecieron mientras sostenía el teléfono.
Una llamada le entró.
Era Baltasar.
Dafne recordaba que él había mencionado que hoy enviaría a alguien a recogerla, así que
contestó la llamada.
A través del teléfono, la voz de Baltasar era cálida y profunda, llena de la preocupación y ternura de un padre -Dafi, ¿cómo estás? ¿Estás comiendo bien?
Dafne sintió un nudo en la garganta, sus pestañas se humedecieron de nuevo, y le respondió con voz ronca -Estoy bien, no te preocupes.
Baltasar hizo una pausa.
Dafne claramente estaba mintiendo.
Solo por su voz, podía darse cuenta de que no estaba bien, seguro que no había dormido ni comido bien, sonaba débil y agotada.
Baltasar suspiró, sintiendo un dolor en el corazón, y tras calmarse un poco, continuó -Dafi, esta mañana terminamos la conferencia de prensa y hemos anunciado oficialmente la anulación de tu compromiso. Ya he enviado un coche para recogerte, después de almorzar,
vuelve a casa.
Los labios de Dafne se movieron, queriendo decir algo, pero al final solo logró murmurar un
débil “sí“.
-Entonces come algo, voy a colgar ahora.
Baltasar sabía que su hija estaba sufriendo y necesitaba tiempo para estar sola, así que después de decirle lo que necesitaba, colgó la llamada de manera consciente.
Dafne permaneció sentada en el suelo por un rato antes de arrastrarse, con el cuerpo entumecido y agotado, al baño como un espectro.
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