Capítulo 226
En el piso de abajo, la sirvienta marcó el número de Agustín.
Agustín, ansioso por recibir noticias de Dafne, le había dejado su número personal a la niñera.
-Hola, Sr. Junco, soy la sirvienta que cuida a la Srta. Rosales. Desde ayer, su estado de ánimo ha estado muy mal. No sé qué le ha pasado, pero anoche no cenó y esta mañana tampoco ha desayunado. Hace un momento fui a verla y su rostro se veía muy pálido, con ojeras, es como si no hubiera dormido en toda la noche.
Agustín guardó silencio por un momento, con la voz áspera, le dijo -Trate de que coma algo.
-He preparado sus platos favoritos. Ella me dijo que bajaría a comer después de bañarse -la sirvienta hizo una pausa y agregó. De verdad se ve muy mal. ¿No quiere venir a verla?
Agustín se tensó, su voz sonaba cansada-. No, hoy alguien la llevará de regreso a casa.
-Está bien.
Dafne bajó después de darse un baño.
La niñera colocó la comida en la mesa-. Srta. Rosales, aquí tiene sus platos favoritos. No ha comido desde ayer. Debe estar hambrienta. Coma un poco, por favor.
-Gracias -Dafne le respondió sin mucho ánimo, con los párpados pesados debido a la falta de sueño y un fuerte dolor de cabeza.
-Bueno, usted coma tranquila, voy a limpiar la cocina.
Dafne miró la comida caliente y deliciosa frente a ella, pero no tenía apetito.
Se comió un par de bocados, luego revisó su WhatsApp o SMS, pero no había ningún mensaje de Agustín.
La sirvienta le había dicho que él le había dado instrucciones para cuidarla y reportarle cualquier problema de inmediato.
Entonces, él debía saber cómo estaba, ¿verdad?
¿Por qué él no le ha mandado ningún mensaje?
¿Realmente ya no le importaba?
Dafne bajó la mirada, con una amargura en sus ojos.
En la mansión de la familia Rosales.
Apenas Dafne cruzó la puerta, Jana se lanzó hacia ella-. ¡Hermana, por fin volviste a casa! ¡Te extrañé mucho!
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Dafne esbozó una sonrisa y acarició la cabeza de su hermana-. Volví para estar contigo.
-¡Genial! -Jana sonrió feliz.
Clara, que estaba al lado, miraba a Dafne con preocupación-. Dafi, ¿estás bien?
-Estoy bien.
Clara no le preguntó más-. Durante el tiempo que estuviste fuera, limpiamos tu habitación todos los días. Ve a echar un vistazo.
-Sí.
-Hermana, quiero ir contigo -le dijo Jana con su vocecita, sosteniendo la mano de Dafne.
-Jana, tu hermana está cansada y necesita descansar. Quédate conmigo abajo, ¿de acuerdo? -Clara la detuvo con una voz suave.
Jana hizo un puchero, su carita de bebé mostraba descontento-. No, mi hermana ha estado fuera mucho tiempo. Quiero que juegue conmigo.
Clara, con paciencia, le habló suavemente-. Escucha, Jana, tu hermana ya está en casa, puedes verla siempre que quieras. Déjala descansar un poco para que recargue energías y pueda jugar contigo.
La pequeña miró a Dafne con una pausa-. Hermana, ¿por qué tienes ojeras?
Dafne, aturdida y débil, le respondió-. No dormí bien.
Al escuchar eso, Jana ya no insistió, y con un poco de madurez le dijo-. Entonces, hermana, ve a dormir. Cuando te despiertes, podemos jugar.
-Está bien.
Dafne tenía un dolor de cabeza punzante, sus ojos estaban secos y su cuerpo exhausto.
Subió las escaleras con pasos vacilantes.