Capítulo 228
La joven apretó ligeramente sus labios, agradeciendo en su corazón el gesto amable de Dafne -Entonces, gracias, Srta. Rosales.
-Fuera del horario de trabajo, no me llames Srta. Rosales, es demasiado formal. Llámame Dafi
o Dafne.
Inés sonrió -Está bien, Dafne.
Dafne encontró un lugar junto a la ventana y se sentó -Aquí hay una buena vista, se puede ver el paisaje nocturno.
-Sí–le respondió Inés con un poco de timidez mientras se sentaba frente a Dafne.
-Pide lo que te guste le dijo Dafne, pasándole el menú a Inés.
Inés agitó la mano -Dafne, elige tú, para mí está bien cualquier cosa.
Entendiendo la timidez de la chica, Dafne asintió con la cabeza y tomó el menú de vuelta, eligiendo varios pedazos de carne y algunas verduras.
Una vez que el mesero terminó de asar la carne y la puso en los platos, Dafne le agradeció
cortésmente.
-Cuéntame, ¿qué pasó? -le preguntó Dafne.
Sin nadie más alrededor y con la atmósfera adecuada, Inés abrió su corazón -No es nada grave, solo que hoy Fernando me regañó.
-¿Fernando?
-Sí.
Fernando era el abogado mentor de Inés. Dafne no había tenido mucho contacto con él, pero había escuchado a sus compañeros de trabajo mencionarlo en privado. Decían que Fernando tenía un carácter bipolar, era muy dulce cuando estaba de buen humor, pero siempre se desquitaba con los demás cuando estaba de mal humor.
Antes, había un chico que entró en el bufete el mismo día que Inés. Después de ser regañado dos veces por Fernando, renunció de inmediato, sin pensarlo dos veces. Como aún no había aprobado el examen de abogado, había sido contratado como asistente legal, lo que no requería un período de práctica con licencia, así que se fue sin más. Pero para Inés era diferente, ella ya había pasado el examen en abril y necesitaba completar un año de prácticas antes de poder irse.
Es decir, tendría que esperar hasta abril del próximo año para poder marcharse.
Dafne le preguntó -¿Por qué te regañó?
-Hay un cliente en un caso de divorcio que es muy difícil de manejar, y comunicarse con él es especialmente complicado.
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Inés suspiró con el ceño fruncido -Le pedí pruebas, y no me hizo caso, le llamé y no me contestó. Fernando me culpó por no saber lidiar con él. El cliente no estaba satisfecho con mi borrador de demanda y quería que añadiera una indemnización por daños emocionales, pidiendo treinta mil dólares.
-El problema es que su situación no justifica esa indemnización, y además, pedir treinta mil dólares elevaría sus costos legales. Le expliqué eso, pero no me quiso escuchar, insistiendo en que lo escribiera. Como nunca se había topado con algo así, le pregunté a Fernando, y él me llamó tonta y dijo que no sabía comunicarme con los clientes.
-Después, Fernando llamó al cliente y le explicó lo mismo que yo había dicho antes. Luego, él mismo escribió un borrador de demanda, pero el cliente seguía insatisfecho, haciendo muchas demandas absurdas.
-Ya le había dicho a Fernando que el cliente era difícil de tratar, pero no me creyó y siguió culpándome por no saber comunicarme. Finalmente, él mismo se molestó con el cliente y descargó su frustración conmigo, gritándome en su oficina. Me defendí un poco, y él dijo que estaba desobedeciéndolo, así que me regañó de nuevo.
Mientras hablaba, Inés se sintió tan frustrada que rompió a llorar.
Dafne le pasó unas servilletas -Vamos, no llores. ¿Por qué no te conviertes en mi asistente? Hablaré con el supervisor.
Inés levantó la mirada esperanzada -¿Eso se puede hacer?
-Claro que sí, estás registrada en el bufete, pero no específicamente bajo el mando de Fernando. Puedes trabajar con cualquier abogado mentor.
Inés sonrió con sinceridad al escuchar eso -Gracias, Dafne.
-Vamos, no llores más. ¡Anímate!
-Sí.
Después de que terminaron de comer, Dafne se levantó para pagar la cuenta.
Apenas había dado un par de pasos cuando se acercó a ellos una pareja.
-¿Dafne? -le dijo el hombre, con unos ojos encantadores y una sonrisa, saludando a Dafne.
Dafne miró hacia él, con una chispa de duda en sus ojos-. ¿Quién eres?
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