Capítulo 233
Al día siguiente.
Dafne visitó la casa de su familia.
Clara y Baltasar estaban en casa.
Apenas Dafne entró, Clara la recibió con una sonrisa -¡Dafi, estás de vuelta! La comida está casi lista, ve a lavarte las manos.
Dafne había despertado con resaca a las once de la mañana, se dio una ducha rápida, se cambió de ropa y condujo de regreso a casa justo a tiempo para la comida.
Jana, con sus zapatos de charol, corrió hacia Dafne y se aferró a su pierna -¡Hermana!
Dafne sonrió y sacó una caja de regalo de una bolsa, entregándoselo a Jana Jana, te traje un regalito.
La pequeña sonrió dulcemente y le dio un beso en la mejilla a Dafne al recibir el regalo.
Baltasar le entregó una carpeta -Yo también tengo un regalo para ti, ábrelo.
Dafne la tomó y, con curiosidad, la abrió.
Dafne la tomó y, con curiosidad, la abrió.
Dentro había una llave y un título de propiedad.
Baltasar le habló con calma -Dafi, este apartamento está cerca de tu oficina, será conveniente para ir al trabajo. A ustedes los jóvenes les gusta hacer fiestas entre amigos, así que este es un regalo de tu papá para la ocasión. El coche lo eligió Clara, está en el garaje, después de comer puedes ir a verlo.
Los ojos de Dafne se llenaron de emoción, y una cálida sensación la invadió -Gracias, papá. Gracias, señora.
Aceptó con gratitud su gesto.
Después de la comida, Dafne revisó su teléfono y vio un mensaje de un número desconocido en WhatsApp.
Su corazón se tensó de repente.
Instintivamente, contuvo la respiración y lo abrió, pero la decepción la inundó.
No era Agustín.
Había bloqueado y eliminado a Bruno de su WhatsApp hace tiempo, así que él le escribió con otro número.
Al principio, Dafne no sabía quién era, pero ese mensaje evidentemente era de Bruno.
-¿Terminaste con Agustín?
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-Te lo dije, él no te quería de verdad, y tú no me creíste. Dafne, vuelve conmigo.
Al leer esos mensajes, Dafne sintió un profundo asco, como si hubiera tragado una mosca.
No le contestó su mensaje y bloqueó ese número.
El coche que le regaló Baltasar era un Rolls–Royce Phantom blanco. Dafne dejó el Bentley azul que Agustín le había dado en el garaje subterráneo de la familia Rosales y se subió al nuevo coche.
El apartamento estaba en un exclusivo complejo cerca de la oficina, en una ubicación privilegiada. Era un espacioso apartamento de más de doscientos metros cuadrados, completamente amueblado, con un estilo que a ella le encantaba.
Dafne llamó a Elena, el ama de llaves de Villa de la Paz, y le pidió que tirara a la basura todas las pertenencias que tenía en la villa.
Elena, al recibir la llamada, aceptó la petición, pero miró a escondidas al hombre sentado en el sofá.
Después de colgar, Elena habló con cautela -Sr. Junco, la Srta. Rosales me pidió que tire sus
cosas…
La voz de Agustín sonó cansada -No las tires, guárdalas bien, sigue limpiando su habitación a diario, algún día volverá.
-Entonces yo… -Elena dudó, sin saber cómo continuar.
Ella había sido contratada por Agustín para cocinar para Dafne, y ahora que Dafne no estaba, ¿para quién iba a cocinar? ¿lba a perder su empleo?
Agustín guardó silencio por un momento y luego le dijo -Se ha mudado a una nueva casa, no sé si los cocineros de allá cocinen a su gusto.
Quince minutos después.
Dafne recibió otra llamada de Elena.
-Srta. Rosales, el Sr. Junco me ha despedido, ya no tengo trabajo. ¿Necesita una cocinera para
cocinar en su nueva casa?
Dafne se quedó atónita un momento, pero luego comprendió.
Agustín había contratado a Elena específicamente para cocinarle a ella, así que no era sorprendente que la despidiera ahora que ella se había mudado.
Dafne, al ver a Elena, siempre recordaba cómo Agustín, en su afán de que ella comiera bien, no escatimó esfuerzos para encontrar a la sirvienta de la familia Salazar y aprender a cocinar con ella. También recordaba cómo Agustín había contratado especialmente a Elena para que le cocinara la comida a su gusto.
En aquellos tiempos, Agustín realmente se preocupaba mucho por ella.
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Capitulo 233
Dafne quería rechazar la propuesta, pero al pensar que Elena se quedaría sin trabajo y sin ingresos, no tuvo el valor de rechazarla.