Capítulo 235
El café de la jarra se derramó, empapando la alfombra y dejándole una mancha.
Jaime se sorprendió, mirando la taza y tragó saliva.
-Amigo, no te preocupes, Dafi no es de esas mujeres que pueden juntarse con cualquier
hombre.
Agustín, atónito, le preguntó, con la voz apagada:
-¿De verdad aceptó?
Jaime se detuvo un momento antes de responderle:
-En la fiesta de la otra vez, ya sabes, te vio con tu primita, y ustedes decían que iban a una habitación aparte. Si fuera yo, tampoco lo aguantaría. Supongo que Dafi aceptó para molestarte o quizá estaba demasiado borracha y hablaba sin pensar, mejor no te lo tomes en
serio.
-Yo no… -la voz de Agustín se tensó-. Yo no dije que iba a una habitación.
-Fue tu primita quien lo dijo, pero el significado es el mismo.
Hubo un silencio en la oficina.
Agustín, calmando sus emociones, le dijo:
-Hazme un favor.
…
:
Dafne acababa de salir de la oficina después del trabajo, cuando vio un McLaren blanco estacionado no muy lejos.
Jaime se recostaba en el coche, mirando su teléfono, como si estuviera esperando a alguien.
A esa hora, frente a la oficina, seguramente estaba esperando por ella. Dafne se acercó, y justo entonces Jaime levantó la mirada, sonriendo mientras se adelantaba para saludarla.
-Dafi, al fin sales del trabajo.
-Jaime, ¿me buscas a mí? -Dafne miró detrás de Jaime-. ¿Dónde está Iris? ¿No vino contigo?
Jaime le respondió:
-Ay, no, hoy vine solo. Te estaba buscando por un asunto que quiero hablar contigo.
-¿Qué asunto?
-Mira, lo de esa noche fue un error de mi parte. En ese momento no pensé bien las cosas y llamé a Agustín, y eso arruinó la fiesta a todos. Te pido disculpas sinceramente. He reservado un restaurante y quiero invitarte a cenar, ¿te viene bien?
Capitulo 235
Dafne frunció levemente el ceño:
-No hace falta, Jaime. Lo entiendo, ya pasó. No hace falta que me invites a cenar, además tengo cosas que hacer esta noche.
-¿Qué cosas? -le preguntó Jaime rápidamente.
-Eh…
Dafne solo le había inventado una excusa para rechazarlo, pero no esperaba que Jaime insistiera. Se quedó perpleja por un momento antes de responderle sin pensar:
-Quedé con reunirme con unos amigos.
-¿Hombres o mujeres?
Dafne se quedó sin palabras. ¿No estaba preguntando demasiado? Al fin y al cabo, eso no tenía nada que ver con él, ¿verdad?
Siendo amigos desde hace años, no podía decírselo directamente, así que continuó con su
historia:
-Hay hombres y mujeres.
Al escuchar que había hombres, la cara triste de Agustín apareció instantáneamente en la mente de Jaime, así que tenía que preguntarle cuidadosamente por esos hombres.
-Dafi, ¿además de Eduardo y yo, tienes otros amigos hombres? Nunca nos lo has dicho. ¿Cómo se llaman? ¿Qué hacen? ¿Cuántos años tienen? ¿Son altos y apuestos? ¿Tienes fotos de ellos?
Dafne arqueó una ceja:
-Jaime, ¿qué te pasa? Hoy estás muy raro.
Jaime sonrió incómodamente:
-Solo me preocupo por ti, somos amigos, ¿no?
Dafne le miró a los ojos de Jaime, su expresión era muy serena:
-Él te envió, ¿verdad?
Ambos sabían perfectamente a quién se refería.
Jaime, al encontrarse con los brillantes ojos de Dafne, sintió que todos sus pequeños secretos quedaban al descubierto. Desvió la mirada, sintiéndose culpable.
Los ojos de Dafne parecían ver a través de todo.
-No… ¿cómo crees? Vine solo a disculparme, no tiene nada que ver con nadie más.
Dafne no le creyó, obviamente.
Jaime sacó una llave y se la entregó:
Capitulo 235
-Dafi, este es un pequeño regalo de disculpa de mi parte. Por favor, acéptalo.
Dafne bajó la mirada, sus ojos se posaron en la llave, luego volvió a mirar el McLaren blanco no muy lejos y le respondió con calma:
-Jaime, si no recuerdo mal, un McLaren P1 cuesta más de ciento veinte mil dólares, ¿no? Lo que pasó esa noche no fue nada grave, no necesitas gastar tanto dinero para disculparte conmigo, ¿verdad?
Jaime, con total naturalidad y sin pestañear, continuó mintiéndole: -¿Por qué no habría de hacerlo? Aquella noche te hice enfadar, y últimamente Iris no deja de repetírmelo, ya me tiene agobiado. Ese dinero no es tampoco la gran cosa, sé que a ti tampoco te falta, así que esto solo es un pequeño gesto. Acéptalo, por favor, de lo contrario Iris seguirá regañándome. Si aceptas este regalo, estarás echándome una mano, ¿de acuerdo?
Dafne, con el rostro sereno, sus grandes ojos claros y brillantes reflejaban una leve luz mientras miraba a Jaime con calma: -Jaime, dime la verdad, ¿este coche lo compró Agustín? Ve y dile que no me interesa ningún regalo suyo, si ya terminamos, mejor no tener nada que nos vincule, no quiero enredos ni complicaciones.
Jaime sintió un escalofrío en la nuca, pensando que tratar con ella no era nada fácil.