Capítulo 237
En el estacionamiento subterráneo.
Jaime, con el frío aún en su piel, abrió la puerta del copiloto del coche de Agustín y se dejó caer en el asiento. -Amigo, ya hice lo que me pediste. Dafi aceptó los bolsos y el auto. Agustín, con sus dedos largos descansando sobre el volante, tragó saliva. -¿Sospechó algo?
Jaime le respondió honestamente. -Sí, me preguntó si el auto lo compraste tú. Me las arreglé con Iris para que no se diera cuenta. Dafi confía mucho en Iris, así que no creo que piense más
en eso.
Agustín asintió con la cabeza.
Por un momento, Jaime no supo qué más decir. Agustín miraba fijamente al vacío, y el silencio en el auto solo era interrumpido por el suave zumbido de la calefacción.
Jaime sabía que él estaba pensando en Dafne y, para no interrumpirlo, decidió guardar silencio. Después de un rato, Agustín le habló. -La extraño mucho.
Jaime se quedó en silencio.
-Espera un momento -le dijo Jaime, sacando su teléfono-. Amigo, veré cómo ayudarte.
Jaime llamó a Iris.
-Hola, Iris. Acabo de dejarle el auto a Dafi y la vi un poco decaída, como si no tuviera ganas de hacer nada. Me preocupa que esta tristeza la enferme. Mañana es sábado y no trabaja, ¿por qué no la llevas a salir esta noche para animarla?
Iris le protestó. -Ay, Dafi quiere tanto a Agustín. ¿Cómo va a superarlo tan rápido? ¿Por qué ella tiene que sufrir mientras Agustín parece seguir adelante como si nada y salir con otra mujer? ¡Ustedes los hombres son seres fríos y sin corazón!
Jaime miró instintivamente a Agustín.
Él había perdido mucho peso últimamente. Las ojeras debajo de sus ojos eran evidencia de todas las noches que pasó sin dormir bien.
El amor de Agustín por Dafne era algo que otros no veían, pero Jaime lo tenía muy claro. Siendo amigos desde hace tantos años, nunca había visto a Agustín tan preocupado por una mujer. Siempre fue tan sereno y controlado, ahora parecía casi deprimido por su ruptura.
Aunque todos lo veían como un rompecorazones, Jaime, como observador, no podía soportarlo
más.
Jaime continuó hablando con Iris, quien finalmente aceptó invitar a Dafne a tomar algo.
Jaime, con un tono de voz casual, le preguntó: -¿A qué bar van a ir? Pasaré por ti más tarde.
Capitulo 237
Iris, sin sospechar nada, mencionó el nombre del bar.
-Está bien. Cuida bien de Dafi esta noche. Pasaré más tarde a recogerte. No bebas demasiado, que luego te duele la cabeza y tengo que estar cuidándote.
-Sí, sí, lo sé. No seas pesado.
Después de colgar, Jaime le dijo. -Listo. En veinte minutos, salimos al Bar del Romance.
Dafne no tenía planes para esa noche. Planeaba cenar y luego quedarse en casa viendo series
antes de dormir.
No mucho después de cenar, recibió la llamada de Iris, invitándola a salir a tomar algo.
Durante el día, Dafne la pasaba absorta en el trabajo, intentando mantener su mente ocupada. Era la única manera de no pensar en Agustín.
Pero al llegar la noche, su añoranza crecía sin control, y la tristeza la asfixiaba.
El desamor era como una enfermedad sin cura, y solo el alcohol podía anestesiar su dolor.
Dafne necesitaba liberar sus emociones.
El McLaren blanco se deslizaba por la niebla invernal, como un espectro.
En el estacionamiento del Bar del Romance, los autos de lujo se apiñaban.
Dafne lanzó las llaves al valet y, calzando sus tacones, subió las escaleras hacia el bar.