Capítulo 239
Jaime no soportaba la vergüenza, casi se rompe las muelas de tanto apretar los dientes. -¡Me tiene harto! ¡Esa Iris se atrevió a gastar el dinero en eso!
Agustín vio cómo Dafne, con una mano sosteniendo una copa y con la otra, tocaba el pecho de uno de los modelos.
El sabor agrio del tequila con limón que acababa de beber y el picor del licor inundaban su boca, como si incluso el aire se volviera ácido.
Agustín ya no pudo soportarlo y se levantó de un salto, sorprendiendo a Jaime que estaba a su lado. -¿Qué haces, Agustín?
-Voy a llevarla a casa.
Jaime lo agarró del brazo. -Cálmate, no puedes dejarte ver ahora. ¿Y si hay espías de Tristán en el bar? Todo el esfuerzo que hiciste para alejarte de ellos no habrá servido de nada.
Agustín sabía que tenía razón.
A lo lejos, Dafne sonreía radiante, rodeada por varios hombres que la colmaban de atenciones, mientras Iris la animaba desde un lado a enredarse con uno.
Con el rostro serio, Agustín estaba a punto de decir algo cuando vio a Jaime salir corriendo, como si hubiera salido disparado.
Agustín miró hacia donde Jaime se dirigía y vio a Iris, borracha y apoyada en el pecho de un modelo, con una expresión de embeleso.
Viendo que Jaime ya había ido hacia allá, Agustín se movió a otro lugar para que Dafne no lo descubriera.
Iris, que seguía riéndose tontamente recostada en el pecho del modelo, de repente notó que su cuerpo pasó de un lado a otro.
Antes de que Iris pudiera reaccionar, Jaime le dio un puñetazo al modelo. -¡Lárgate de aquí!
El modelo, enfurecido, quiso devolverle el golpe, pero un compañero lo detuvo. —¡No te metas en problemas!
El golpe hizo que Iris recuperara un poco la conciencia. Sobresaltada, se acercó al modelo. -¿Estás bien?
La cara del modelo estaba roja de ira, mirando a Jaime con rabia.
-Perdón, de verdad lo siento. -le dijo Iris, buscando en su bolso y sacando un par de billetes que metió en el bolsillo del modelo-. Lo siento, solo tengo esto en efectivo, pero te daré una propina más tarde.
-¡Ven aquí! -Jaime, con el ceño fruncido, la jaló hacia él-. ¿No te basta con hacer el ridículo?
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Capitulo 239
Dafne, que estaba medio aturdida, se despertó un poco con el alboroto de Jaime y miró fijamente a Jaime. -Jaime, ¿qué haces aquí?
-Vine a llevarme a Iris a casa. -le respondió Jaime a Dafne antes de girarse de frente a Iris-. ¡Tú vienes conmigo!
Dafne le preguntó: -¿El también vino?
-No, vine solo.
Los ojos de Dafne mostraron un destello de decepción.
Claro, ahora está con otra, disfrutando de su compañía, ¿cómo va a preocuparse por ella?
Dafne tomó otra vez su copa y bebió un poco más.
-Jaime, ¿estás loco? ¿No podías resolver las cosas de otra manera que no sea a los golpes? -Iris estaba enojada, su tono de voz era desafiante.
Jaime soltó una risa irónica. -¿Cómo quieres que hable con él? ¡Estabas a punto de ser manoseada por él! ¿Acaso tu madre te enseñó eso?
-¿Y a ti qué te importa? ¿De verdad te crees que eres mi hermano? -Iris forcejeaba para soltarse de Jaime.
Jaime la sujetaba firmemente, sin intención de soltarla. -¡Vas a volver conmigo!
Al poco tiempo, el gerente del bar llegó apresurado.
Inicialmente, el gerente había escuchado que había problemas y trajo a unos guardias para sacar a los alborotadores. Pero al ver que era Jaime, cambió su actitud, mostrándose servicial y adulador. -Sr. Quiroga, ¿qué ha pasado?
Jaime, con una expresión sombría y una mirada feroz, esbozó una sonrisa irónica. -¿Aquí se ofrece ese tipo de servicios?
El gerente, asustado, negó rápidamente. -No, no, solo ha sido un malentendido. Somos un bar respetable.
-¿Y cómo explicas lo que estaban haciendo esos tipos? -Jaime señaló a los modelos.
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