Capítulo 243
Al día siguiente, Dafne abrió los ojos lentamente.
La resaca le provocaba un dolor de cabeza terrible.
Bajo la mirada y se sorprendió al ver el pijama que llevaba puesto.
¿Cómo había llegado a casa la noche anterior? ¿Quién le había cambiado la ropa?
Solo recordaba haber salido a beber, y que Iris la había convencido de ir a un bar famoso.
No tenía mucha tolerancia al alcohol y se emborrachó después de unos pocos tragos.
Vagamente, parecía haber visto a Agustín.
¿Había sido una ilusión?
Sacó el celular de debajo de la almohada y llamó a Iris.
El teléfono sonó dos veces antes de que le contestaran.
-¿Aló?
Dafne se quedó perpleja.
-¿Jaime? ¿Por qué contestas tú? ¿Dónde está Iris?
Al escuchar la voz de Dafne, Jaime se despertó de repente.
Había estado durmiendo plácidamente junto a Iris cuando escuchó el timbre del celular y, pensando que era el suyo, lo contestó medio dormido.
Al hacerlo, se llevó un buen susto.
Jaime pensó rápidamente y se inventó una excusa -Iris llegó anoche y dejó el celular en la sala. Ahora está durmiendo en la habitación de arriba. ¿Necesitas algo?
Todavía no podía dejar que Dafne supiera sobre su relación con Iris.
No le preocupaban los chismes.
En situaciones así, si empezaban a salir rumores, la gente solo diría que él era un galán. Pero para una mujer, sería otra historia.
La gente hablaría mal de ella, dirían que no tiene vergüenza, que se enredó con su propio hermano, y su reputación quedaría dañada. Los rumores podrían arruinar su vida.
Dafne no sospechó nada y solo le dijo -Oh, entonces cuando despierte, dile que me llame.
Jaime respiró aliviado -De acuerdo.
Colgó el teléfono y miró a Iris a su lado -¿Estás despierta?
Iris aún tenía un rostro somnoliento, con los ojos medio cerrados, y le respondió con un suave
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-Mmm.
Recién despierta, la voz de Iris era increíblemente dulce, y rápidamente encendió el deseo en Jaime.
Se inclinó para besarla en los labios -Cariño, ¿una vez más?
Al escuchar eso, Iris se despertó completamente. Se cubrió rápidamente con la sábana y lo miró con desconfianza -¡Aléjate de mí!
Jaime la miró con una ternura infinita, con una sonrisa amorosa en los labios -¿Sabes lo atractiva que te ves así?
Iris sujetó la sábana con fuerza, nerviosa, tartamudeó -Jaime… no hagas tonterías. Anoche… anoche bebimos mucho. Somos adultos, puedo hacer como si nada hubiera pasado. De ahora en adelante… sigamos siendo hermanos, como antes.
Jaime se rio con incredulidad, y arqueó una ceja -Anoche no estaba borracho. Estaba completamente consciente.
Los ojos de Iris se abrieron de par en par.
Jaime continuó con calma -Cariño, estaba muy consciente. Sabía lo que hacía. En realidad, hace tiempo que me di cuenta de mis sentimientos por ti, pero siempre me contuve. Anoche, cuando llamaste a esos chicos y te acercaste a uno de ellos, simplemente no pude soportarlo más.
Iris no podía creerlo -¿Tú… tú… ya estabas interesado en mí desde hace tiempo?
Jaime asintió con la cabeza.
-¿Desde cuándo?
-No estoy seguro exactamente, supongo que fue algo que creció con el tiempo.
Iris mordió su labio -Pero yo… yo… no estoy lista.
Jaime acarició suavemente su cara y le preguntó en voz baja -Cariño, ¿me quieres? ¿De una manera romántica?
-¡No! -negó Iris firmemente.
Jaime soltó una risa baja y volvió a besarla -No importa, podemos enamorarnos con el tiempo.
El rostro de Iris se sonrojó hasta las orejas.
Y así, se entregaron nuevamente a la pasión.
Los días pasaron en la nieve invernal de Silvania, y pronto llegó a la mitad de diciembre.
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