Capítulo 246
Desde ese momento, Tristán había empezado a planear su venganza contra la familia Junco. -¿Tristán intentó algo contra ella otra vez? -le preguntó Viriato.
Agustín, con la mirada ligeramente fría, le contó a Viriato sobre cómo Tristán había enviado a alguien para perseguirlo a él y a Dafne, así como el incidente en el que Baltasar fue empujado por las escaleras.
Viriato se quedó asombrado-. ¿Cómo pudo entrar esas armas a Solarenia! ¡Ese Tristán está loco!
-Se las ingenió para no dejar pruebas, la policía no puede vincularlo.
-Ten cuidado, Tristán, ese esquizofrénico es capaz de cualquier cosa cuando se sienta acorralado.
-Lo sé.
-Ay–Viriato suspiró, dándole una palmada en el hombro a Agustín-. Hiciste bien en separarte de ella, aunque sea doloroso para ambos no poder estar juntos.
Agustín bajó las pestañas, sintiendo un torbellino en su interior.
Se amaban, ¿pero no podían estar juntos?
No.
Esto era solo temporal.
Cuando el asunto con Tristán se resolviera, él definitivamente recuperaría a Dafne.
Por otro lado, Elías se acercó a Dafne-. ¿Quieres jugar al golf conmigo?
Dafne se alejó un poco de Elías, manteniendo una distancia respetuosa, y le respondió amablemente. Lo siento, le dije que no sé jugar bien.
Elías desconocía el trasfondo familiar de Dafne y pensaba que ella era solo una abogada común, con un ingreso mensual bastante modesto.
Para él, unos cuantos miles no eran dinero, se lo gastaba en una sola comida.
Elías sonrió con cierta arrogancia-. Claro, comprar un equipo básico te costaría un mes de sueldo, sin contar las tarifas del campo y del entrenador. Solo la membresía anual de este club cuesta más de trescientos mil dólares, no vale la pena que los abogados gasten todo su arduo trabajo en esto.
Dafne fingió no notar el desdén en las palabras de Elías y le sonrió brillantemente-. Tiene razón.
- 10.
Esa sonrisa deslumbrante de Dafne hizo que Elías se sintiera intrigado, casi incapaz de contenerse.
Él siempre había tenido dinero de sobra y nunca le faltaban mujeres a su alrededor. Era de esos que mantenía una relación estable en casa mientras tenía aventuras fuera. A lo largo de los años, había mantenido a muchas jóvenes.
Elías se sintió confiado-. Sra. Rosales, ¿qué le parece si le consigo una membresía para que me acompañe a jugar al golf?
Dafne se rio fríamente en su interior.
Podía ver claramente las intenciones de Elías. Decía que era solo para jugar al golf, pero sabía que si aceptaba, no se limitaría a eso.
Quería gastar trescientos mil para una membresía solo para llevarse a la cama a una chica. Seguramente tiene esposa en casa, qué descarado.
Dafne no mostró su desprecio ni burla, solo sonrió levemente-. Lo siento, Sr. Elías, quisiera acompañarlo, pero generalmente no tengo tiempo.
Su jefe, al lado de ella le hacía un montón de señas.
Como diciendo, ¿por qué rechazas una oportunidad tan buena?
Dafne fingió no verlo.
Elías no se molestó por el rechazo, había visto de todo en su vida. Pensaba que Dafne era una de esas chicas que se hacía la difícil, pretendiendo no estar interesada en su dinero, pero que tarde o temprano cedería.
En su mundo, estas chicas eran conocidas como cazafortunas.
Pero para él, lo que ellas buscaban, no era gran cosa.
Dafne era una belleza poco vista, mucho más atractiva que las influencers y pequeñas estrellas con las que había estado antes.
Si pudiera tenerla, no le importaría gastar más dinero.
Elías estaba decidido, con una sonrisa amable-. No hay problema, sé que los abogados están muy ocupados. Podemos planear algo para otro día. Hoy disfrutemos al máximo.
Dafne le sonrió con los ojos entrecerrados-. Está bien, Sr. Elías.
Elías quedó completamente fascinado por la sonrisa de Dafne, y sin poder evitarlo, sintió un calor en la cabeza mientras decía:
-¿Qué tal si hacemos una apuesta, Srta. Rosales? Si logra poner colar la pelota en diez intentos, te daré diez mil dólares, y si lo haces en menos intentos, te daré otros diez mil más.
Dafne, con una sonrisa encantadora, le preguntó:
-¿Y si pierdo? ¿Qué pasa si no logro colar la pelota en diez intentos?
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Capitulo 246
Elías, con el rostro radiante, le respondió:
-Entonces, Srta. Rosales, ¿qué tal si me honra acompañándome a cenar esta noche? Sólo nosotros dos.