Capítulo 261
-¿Será porque no tuvieron tiempo de avisar? -le dijo Agustín mirando su reloj-. Ya es tarde, tengo que llevar estos documentos e irme rápido.
El ceño de Paula se frunció, mostrando su descontento y un tono de reproche en su voz-. Cena antes de irte, si pasa algo, yo me encargo.
-¿Cómo va a ser eso? -le respondió Agustín con su habitual tono de voz despreocupado-. Usted sola no puede representar a la compañía. Espere, en un momento la llamarán para la reunión de la junta directiva.
Con eso dicho, Agustín dejó a todos en el vestíbulo y subió las escaleras como si nada.
Abajo, los de la familia Pérez se miraron entre sí con desconcierto.
Nil fue el primero en hablar –. Señora, ¿Agustín no sabe que esta cena fue organizada por ambas familias para que él y Dani se conocieran formalmente?
Nil, aunque era dos años mayor que Paula, tenía que mostrarle respeto debido a su posición, así que siempre la llamaba “señora“.
Teresa mostró su desagrado. Señora, ¿qué quiere decir su nieto? Dani estaba justo frente a él y ni siquiera le dirigió la palabra. ¿Está fingiendo que no sabe nada o realmente no sabe lo que significa esta cena?
Fátima bajó la cabeza para ocultar la burla en sus ojos, pensando: ¿Tu nieta cree que mi hermano debería prestarle atención? ¿Tan desesperada está por casarse?
Paula, aunque molesta por el desaire de su nieto, mantuvo una sonrisa frente a las preguntas de la familia Pérez-. Esto solo fue un malentendido, mi nieto probablemente estaba apurado por ir a la oficina a buscar algo y no tuvo tiempo de saludar a Dani. Cuando baje, lo presentaré formalmente a ella.
Teresa quiso agregar algo, pero un gesto de Nil la detuvo.
Fátima, sentada al lado de Paula, cruzó la mirada con Daniela.
Daniela esbozó una sonrisa cortés.
Fátima, celosa, desvió la mirada fríamente, sin siquiera querer devolverle el gesto.
La sonrisa de Daniela se volvió tensa, sin entender por qué la hija adoptiva de los Junco parecía mostrarle una inexplicable hostilidad.
En la oficina, Agustín hizo una llamada.
Diez minutos después, Paula y Carlos recibieron una llamada diciéndoles que había un asunto urgente en el grupo que requería una reunión de la junta.
Carlos sabía que esto era obra de su hijo.
Miguel ya habia transferido oficialmente el control de la casa a Agustín, y bajo su mandato, Carlos también había delegado los asuntos de la empresa a él.
Ahora, Agustin era quien tenía más influencia en la familia y en el Grupo Junco.
Paula colgó el teléfono con el rostro sombrío, dándose cuenta de que ya no podía controlar a su nieto.
Teresa, notando su expresión, le preguntó –. Señora, ¿ha pasado algo?
Paula recuperó la compostura, pero su expresión seguía fría.
Podía no asistir a la junta, de todos modos no le importaban los proyectos.
Solo le importaba el futuro de Agustín.
Pero con esa llamada, Agustín tenía una excusa para evadir la cita de hoy.
Paula le respondió. No pasa nada, Agustín decía la verdad sobre el asunto urgente de la compañía. Acabo de recibir una llamada de la compañía notificándonos la situación.
Teresa y Nil intercambiaron miradas, –. Entonces…
El rostro de Daniela mostraba una leve rigidez.
¿Acaso la cita que tanto esperaba se había arruinado?
Mientras hablaban, Agustín ya había bajado con los documentos y se dirigía a la puerta como si nada.
-Agustín, detente le dijo Paula con severidad.
Agustín se giró, levantando el sobre de documentos. Abuela, usted también recibió la llamada, ¿verdad? No le estoy mintiendo, realmente estoy ocupado.
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