Capítulo 264
Dafne tocó la puerta suavemente.
-Adelante.
Dafne fue directa al grano: -Director, quiero renunciar.
El director se quedó atónito. -¿Qué pasa? ¿Por qué quieres renunciar así tan repentinamente?
La última vez que Dafne y el director fueron a Maristela por negocios, con una simple apuesta, ella consiguió el contrato de representación y asesoría legal por diez años con el Grupo Líder. Para él, Dafne era como un amuleto de la suerte y una fuente de ingresos y oportunidades de negocio, así que no quería dejarla ir fácilmente.
Dafne no se guardó nada y le dijo claramente: -Fátima y yo tenemos problemas personales. No estoy dispuesta a trabajar para ella.
Los abogados que no eran socios en el bufete, aunque parecían tener una vida glamorosa, en realidad eran empleados, trabajando para el bufete.
Con cada caso que ellos manejaban, el bufete recibía una comisión, y esas comisiones finalmente se distribuían entre los socios y los inversores.
Así que, sin importar cuántos casos manejara Dafne, seguía siendo una empleada.
Antes no le importaba, porque había venido aquí para ganar experiencia, pero ahora era diferente. Fátima se había convertido en una de las jefas, y cada caso que Dafne manejara sería para Fátima. Además, conociendo a Fátima, seguramente le haría la vida imposible.
No quería quedarse y buscarse problemas sin necesidad.
El director, al escuchar que Dafne tenía problemas con Fátima, se sintió en un dilema.
Fátima había hecho una inversión de ochenta millones, y tener a un socio tan generoso le hacía soñar con éxito cada noche.
Además, Fátima era la hija adoptiva de la familia Junco. Si lograban establecer una conexión con la familia Junco, no solo podrían mantener la posición del bufete como el más grande de Silvania, sino que tal vez podrían aspirar a ser el número uno del país.
Pero por otra parte, Dafne acababa de conseguir el contrato más grande en la historia del bufete. No quería que renunciara.
-Dafne, ¿no quieres reconsiderarlo? Nuestro bufete, el Bufete Justicia, es el más grande de Silvania. Tanto en beneficios como en perspectivas de desarrollo, estamos muy por delante de los demás bufetes. Fuera del Bufete Justicia, te será difícil encontrar un trabajo tan bueno.
Dafne negó con la cabeza suavemente. -No lo reconsideraré.
Ya lo había decidido. Después de renunciar, quería abrir su propio bufete. Después de haber ganado experiencia durante estos meses, estaba lista para afrontar este nuevo desafío. Con
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sus contactos y recursos, estaba segura de que podría superar al Bufete Justicia y convertir su bufete en el mejor de Silvania.
Antes, su orgullo le había hecho creer que no necesitaba depender de los recursos y contactos familiares, pero la realidad le había dado una lección.
En esta sociedad, destacarse sin un buen trasfondo familiar o recursos es extremadamente difícil. Y más teniendo a una enemiga poderosa como Fátima.
Dafne lo tenía claro: lo más importante era su carrera.
Tres días después, Dafne finalizó la transición de su trabajo y renunció formalmente al Bufete Justicia.
Inés estaba triste, con los ojos enrojecidos.
-Srta. Rosales, ¿de verdad se va?
Dafne sonrió y abrazó a Inés, susurrando en su oído: -Voy a establecer mi propio bufete. Cuando obtengas tu licencia de abogada, te espero en mi oficina.
Los ojos de Inés brillaron, y sus lágrimas desaparecieron. -¡Claro! ¡Cuenta conmigo!
-Te esperaré. -Dafne le dio una palmadita en el hombro y le sonrió. -Pronto serás abogada, así que espero contar contigo.
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