Capítulo 27
El día que Rocío salió del hospital, la nieve recién derretida dejaba un paisaje de árboles adornados como joyas, y el cielo estaba de un azul intenso y claro.
Baltasar fue personalmente a recoger a Rocío en su auto. Los dos permanecieron en silencio durante el trayecto, con un ambiente denso y opresivo.
Dafne, sentada en el asiento trasero, soplaba en la ventana y dibujaba con los dedos, llena de alegría.
Por fin, su madre había salido del hospital.
Dafne dibujó a su familia de tres en la ventana, con una sonrisa de oreja a oreja.
Rocío vio el dibujo en la ventana y sintió una punzada de dolor en el corazón, y sus ojos se llenaron de lágrimas al instante.
Giró la cabeza para secarse las lágrimas en secreto, intento mejorar su estado de ánimo y forzó una sonrisa. -En unos días será tu cumpleaños, Dafi. ¿Qué regalo te gustaría recibir?
Dafne, aun dibujando en la ventana, le respondió alegremente a su madre, -Mamá, quiero un perrito.
-¿Un perrito? -le preguntó Rocío con voz suave-. ¿Hablas de un perro de verdad? No me imaginé que querías una mascota.
-No, no -Dafne negó con la cabeza-. Quiero un perrito de cerámica. Escuché a Penélope decir que hay un taller en la calle principal donde podemos comprar uno sin pintar y colorearlo
nosotras mismas.
Dafne se giró para mirar a su madre. —La semana pasada Penélope y Eduardo fueron allí y pintaron unas muñecas muy lindas.
Rocío sonrió levemente. -Está bien, si eso es lo que quieres, te acompañaré.
El día del cumpleaños número doce de Dafne, comenzó a nevar intensamente.
Dafne y su madre, de la mano, entraron al taller. Habían encargado con antelación un perrito de cerámica sin pintar, así que al llegar no tuvieron que esperar. El dueño del taller les entregó el perrito y Dafne y su madre comenzaron a colorearlo.
Fue la primera vez que una manualidad.
El resultado final dejó a Dafne muy satisfecha. Su perrito se veía igual que en la imagen, incluso más adorable.
Las dos salieron de la tienda y fueron a una pastelería cercana.
Rocío llevaba el pastel en una mano y con la otra tomaba de la mano a Dafne. Caminaban un trecho bajo la intensa nevada, cuando se detuvieron. Rocío miró a Dafne con amor y ternura.
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-Dafi, mamá te ama, te ama muchísimo le dijo Rocío con una voz suave.
La nariz de Dafne estaba roja por el frío.
Su mamá solía decir que la amaba, así que no notó nada raro y le respondió alegremente: -Mamá, yo también te amo mucho.
Rocío sintió un nudo en la garganta, intentando no llorar.
Su pequeña Dafne aún era una niña, apenas iba a cumplir doce años. No podría verla crecer.
Temerosa de que Dafne viera sus lágrimas, Rocío giró la cabeza y siguió adelante.
Dafne, de la mano de su madre, atravesó la concurrida calle peatonal de la calle principal hacia
el estacionamiento al aire libre.
El coche de Baltasar estaba allí.
Desde lejos, Dafne vio a su papá fumando bajo la nieve, con una expresión de tristeza y soledad
en su rostro.
Era una expresión que rara vez había visto. Mientras estaba perpleja, Baltasar levantó la cabeza y vio a su esposa y su hija, y su tristeza en su rostro desapareció rápidamente, volviendo a su expresión habitual.
Dafne pensó que quizás había visto mal.
Baltasar apagó el cigarrillo y, con voz ronca, les dijo -Ya regresaron.
Rocío le respondió con un leve -Sí.
Esa noche, Baltasar fue quien cocinó.
Los tres se sentaron alrededor de la mesa, disfrutando de la cena, mientras Dafne, con una corona en su cabecita, pedía un deseo y soplaba las velas.
El incidente ocurrió cuando estaban comiendo el pastel.
Rocío, a punto de llevarse un trozo de pastel a la boca, de repente comenzó a vomitar sangre.
Dafne se asustó tanto que dejó caer el pastel al suelo, manchando sus zapatos nuevos.
Baltasar, presa del pánico, levantó a Rocío en brazos, con la voz entrecortada, -Rocío, Rocío, resiste, te llevaré al hospital ahora mismo.
La empleada doméstica llamó apresuradamente a una ambulancia, mientras Dafne, aturdida, permanecía de pie inmóvil, con la mente en blanco.
¿Por qué estaba pasando esto? Hace un momento todo estaba bien, ¿por qué mamá comenzaba a vomitar sangre de repente?
¿No dijeron los médicos que ya podía salir del hospital?
¿No se suponía que mamá ya estaba recuperada?
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Capitulo 27
La ambulancia llegó rápidamente.
El personal médico subió a Rocío al vehículo.
Antes de partir, Dafne vio a su madre mirándola con los ojos llenos de lágrimas, abriendo la boca con dificultad, como si quisiera decirle algo.