Capítulo 28
Su madre ya estaba tan adolorida que no podía hablar, sus labios se movían y Dafne entendió lo que decía.
Decía “lo siento“.
En un instante, las lágrimas inundaron el rostro de Dafne, quien salió corriendo desesperadamente, sumergiéndose en la tormenta de nieve.
-Mamá, mamá, no te vayas…
La ambulancia no pudo esperar a Dafne y arrancó de inmediato, alejándose rápidamente.
Dafne corrió tras la ambulancia un buen tramo, hasta que la ambulancia desapareció de su vista, y entonces se detuvo.
Esa noche, Rocío falleció.
Baltasar la veló toda la noche, llorando hasta no poder más.
Dafne no sabía nada de esto.
No alcanzó la ambulancia y cayó en la nieve, fue la niñera, preocupada por ella, quien la recogió y la llevó de regreso a casa.
Esa noche, Dafne tuvo una fiebre alta, y en sus sueños no dejaba de llamar a su mamá, llorando intermitentemente durante toda la noche.
Al día siguiente, cuando despertó, escuchó a la niñera hablar sobre el fallecimiento de su
mamá.
Dafne no se atrevió a ir al hospital a despedirse de su mamá, tenía miedo de ver su cuerpo sin
vida.
Durante ese tiempo, se engañaba a sí misma, pensando que mientras no viera el cuerpo de su mamá con sus propios ojos, ella seguiría viva, y que solo se había ido de viaje a un lugar lejano. En el corazón de Dafne, su madre, esa mujer dulce y risueña, radiante como el sol de primavera, viviría por siempre.
Después de la partida de Rocío, Dafne se aferró día y noche a su perrito de cerámica, sin comer ni beber, solo dormía cuando estaba cansada y, al despertar, lloraba en silencio.
Baltasar, de la noche a la mañana, parecía haber envejecido diez años, sus ojos habían perdido el brillo, su cabello había encanecido significativamente, y ya no tenía la energía suficiente para cuidar de su hija.
Más tarde, Baltasar fue incluso diagnosticado con depresión.
Dafne pensó en un momento que Baltasar nunca se volvería a casar, después de todo, amaba tanto a mamá, ¿cómo podría haber espacio en su corazón para otra mujer?
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Pero dos años después, Baltasar se casó con la mejor amiga de mamá.
En ese momento, Dafne hizo un gran escándalo, se mudó al dormitorio de la escuela ese mismo día, y cuando volvía a casa durante las vacaciones, sé quedaba encerrada en su habitación, sin hablarles.
Durante los últimos dos años de la universidad, su relación con Baltasar apenas había mejorado, y justo al graduarse, Baltasar la presionó para casarse con Agustín, lo que empeoró aún más su ya frágil relación.
Parecía que Baltasar realmente estaba enfadado, solía consentir a Dafne en todo, pero en el asunto del matrimonio arreglado, no dio su brazo a torcer, incluso le canceló la tarjeta bancaria a Dafne para obligarla a regresar a casa.
Para Dafne, el asunto del matrimonio arreglado fue solo la gota que colmó el vaso.
La verdadera razón por la que se fue de casa fue que Baltasar se volvió a casar con otra mujer.
Sentía que había traicionado a mamá.
Dafne también sentía que Baltasar quería casarla justo al graduarse para echarla de casa, ya que su familia ya no tenía lugar para ella.
Así que, llena de resentimiento, se fue de casa, y no volvió durante tres años.
Ese perrito de cerámica siempre lo llevaba consigo.
Era su apoyo emocional, el último regalo que su mamá le dejó, su posesión más preciada.
Pero ahora, se había roto.
Y con ella, el corazón de Dafne también se rompió.
Después de llorar hasta saciarse, Dafne comenzó a buscar una solución.
Si pudiera encontrar un restaurador profesional, tal vez aún había esperanza de repararlo.
Tomó una foto de los pedazos y la publicó en sus redes sociales.
“Estoy buscando un restaurador profesional.”
Dafne tenía muchas conexiones en Silvania, varios de sus familiares eran personas importantes, y sus amigos eran de familias adineradas, encontrar un buen restaurador no debería ser difícil.
Apenas unos minutos después de publicarlo, Agustín la llamó.
Dafne pensó que él le recomendaría un restaurador, así que le contestó el teléfono de inmediato.
La voz de Agustín sonaba llena de preocupación -Dafi, ¿estás herida?
Dafne se quedó atónita por un momento, luego recordó rápidamente que no había limpiado las
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manchas de sangre en los fragmentos de cerámica.
-No, no es mi sangre.
Agustín le preguntó de nuevo: -¿Qué pasó, cómo se rompió la figura de cerámica que te regaló la Sra. Rocío?
Dafne guardó silencio.
Ella no sabía por dónde empezar.
Lo que más la sorprendió fue que Agustín, solo al ver los fragmentos, supo que era la figura de cerámica que su mamá le había regalado.
En un instante, la voz de Agustín resonó con una determinación inquebrantable–Voy al aeropuerto ahora. Espérame, iré a Aguamar a verte.