Capítulo 30
“Dafne, esta vez te pasaste de la raya. Ven al hospital y disculpate con Maca.”
“Si no vienes a disculparte, no te voy a perdonar jamás. Si te disculpas, podrás seguir viviendo en la casa.”
Dafne soltó una risa sarcástica, no le respondió y, decidida, eliminó y bloqueó el WhatsApp de
Bruno.
En el hospital, Bruno se dio cuenta de que Dafne, después de leer sus mensajes, no le respondió, y de repente no le aparecía su foto de perfil. Intentó mandarle otro mensaje, pero después de varios minutos se mostraba como si no le hubiera llegado su último mensaje..
Eso solo podía significar una cosa…
¡Dafne lo había bloqueado!
El ceño de Bruno se frunció y sintió una ola de ira subir por su pecho.
¡Vaya, ahora hasta se atrevía a bloquearlo!
Desde la cama del hospital, Macarena vio la expresión sombría de Bruno y no pudo evitar preguntarle: -Bruno, ¿qué te pasa?
Bruno salió de sus pensamientos, hizo un esfuerzo por calmarse y le respondió con frialdad:
-Nada.
Macarena no le preguntó más, y con sus ojos fijos en Bruno, en un gesto de fragilidad, le dijo: -Bruno, ¿mi mano está arruinada? ¿Nunca podré volver a tocar el piano?
Antes, Macarena había estudiado piano y se había ido al extranjero a perfeccionarse en una prestigiosa academia de música. Antes de regresar al país, había comenzado a operar una cuenta en una popular plataforma de videos cortos, acumulando más de un millón de seguidores y convirtiéndose en una pequeña celebridad en internet.
Al oírla, la expresión de Bruno se suavizó, mostrando un poco de compasión y cariño: -No, claro que no. El médico dijo que es solo una herida superficial, no hubo daños en tus músculos ni huesos. En unos días estarás bien.
Macarena mostró un falso rostro triste, aparentando casi estar al borde del llanto: -¿De verdad? Bruno, no me estarás mintiendo, ¿verdad?
Bruno le acarició el cabello: -No, no lo haría.
Macarena alzó la mirada, encontrándose con los ojos de Bruno, y le preguntó con un tono de voz lastimero: -Bruno, si mi herida fuera más grave y nunca pudiera volver a tocar el piano, ¿perdonarías a Dafne?
Los ojos de Bruno se oscurecieron y su voz se volvió fría: -No importa si la herida es más
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Capítulo 30
grave o no, si no se disculpa contigo, no la voy a perdonar. Y si nunca pudieras volver a tocar el piano, me aseguraré de que pague por ello.
Los ojos de Macarena brillaron con lágrimas mientras apoyaba la cabeza en el hombro de Bruno y murmuraba suavemente: -Bruno, sabía que siempre serías el mejor conmigo.
Bruno la abrazó, pero estaba pensando en Dafne.
¿Quizás fue demasiado riguroso cuando le dijo en la casa que no quería volver a verla?
Pero ella había sido quien lastimó a Macarena primero, ¡la que estaba equivocada era ella!
Bloquearlo solo significaba que estaba esperando que él fuera a consolarla, pero esta vez, él no quería hacerlo.
Al llegar al vestíbulo del hotel, Dafne levantó la vista y vio a Agustín.
Vestido con una camisa negra y pantalones elegantes, su figura delgada y atlética resaltaba, con rasgos bien definidos y una mirada profunda y atractiva. No había cambiado mucho en tres años, seguía siendo igual de impresionante.
Junto a él, había un hombre vestido de traje, más bajo que él, que parecía ser su asistente.
Al ver a Dafne, Agustín caminó rápidamente hacia ella, tomando su maleta: -Dafi, ¿estás bien? Dafne apretó los labios y le respondió en voz baja: -Estoy bien.
-Sr. Junco, yo me retiro -le dijo respetuosamente el asistente, que estaba junto a Agustín.
Agustín asintió con la cabeza.
La suite en el piso superior del hotel era lujosa, con una vista panorámica que permitía contemplar la ciudad de Aguamar durante la noche.
-Dafi, ¿quieres quedarte arriba o abajo?
Compartir espacio con un hombre tan atractivo hizo que Dafne se sintiera nerviosa: -Cualquiera de los dos está bien.
Pareció escuchar una risa baja y no se atrevió a mirar directamente a los ojos de Agustín.
Él, con una voz suave y cálida, le dijo: -Entonces quédate arriba. Si necesitas algo, solo
llámame.
Un rubor subió al rostro de Dafne: -Está bien.
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