Capítulo 347
-Bebe tu café -Dafne fingió mirarla con desaprobación mientras pasaba a su lado.
Después de imprimir el contrato, Dafne regresó a la sala de reuniones y vio que Agustín tenía un café de Starbucks frente a él.
Parecía que Lucas había invitado a todos a café.
Agustín notó la mirada de Dafne hacia el café y con una sonrisa pícara comentó -Una chica de tu bufete lo trajo, dijo que Lucas invitó a todos a café.
El hombre miró a Dafne, con una sonrisa juguetona en sus labios–Incluso a mí, Lucas es realmente generoso.
-Sr. Junco, tal vez nunca ha probado este tipo de café -dijo Dafne casualmente-. Si no es de su gusto, mejor no lo beba. Déjelo para quien lo necesite, no lo desperdicie.
Agustin sonrió pero no respondió.
-El contrato está impreso. ¿Quieres revisar y firmar ahora? -Dafne le pasó un grueso fajo de papeles a Agustín.
-Claro.
Agustín tomó el contrato y sacó su teléfono para hacer una llamada -Sube ahora, por favor.
-De acuerdo, Sr. Junco.
Cinco minutos después, un hombre de mediana edad, con gafas y vestido con traje, apareció en el bufete.
Agustín presentó -El representante legal, Julián Soler.
Dafne asintió con la cabeza y saludó cortésmente -Hola, Sr. Soler.
-Hola, Srta. Rosales.
Julián se sentó, sacó un sello y un bolígrafo de su maletín y comenzó a firmar los contratos con destreza.
El bufete tenía un caso de representación que requería firmar dos contratos, una copia para cada parte. Agustín había encargado muchos casos, solo firmar los contratos era agotador.
Dafne esbozó una sonrisa.
Vaya, Agustín incluso trajo a alguien solo para firmar contratos.
Julián firmaba los documentos sin siquiera mirarlos, escribiendo rápidamente.
Dafne preguntó -Sr. Soler, ¿no quiere revisar antes de firmar?
-Nuestro Sr. Junco ya los revisó, no hay problema -Julián no levantó la vista, firmando como una máquina.
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-…-Dafne guardó silencio por un momento-. Ni siquiera su Sr. Junco los ha revisado.
Julián se congeló, levantando la vista hacia Agustín con una expresión tensa -Sr. Junco,
esto…
–No te preocupes -Agustín sonrió-. Es nuestro bufete, firma sin problema.
Dafne: -…
¿Quién te dijo que éramos de la misma familia?
La expresión rígida de Julián se relajó de repente, sonriendo y asintiendo repetidamente -Está bien, está bien.
Después de firmar y sellar los contratos, Julián los pasó a Agustín -Sr. Junco, ya he firmado. Por favor, reviselos.
-Entrégaselos a la Srta. Rosales ordenó Agustín con calma.
-De acuerdo.
Dafne revisó los documentos -No hay problema, firmaré una copia para ustedes.
Agustín le pasó el café de Starbucks a Julián, sonriendo -Buen trabajo, tómate un café.
Julián, sorprendido y halagado, tomó el café agradeciendo repetidamente -Gracias, Sr. Junco, gracias.
Agustín parecía de buen humor, levantando ligeramente una ceja -De nada.
Dafne: –
Eres muy generoso con lo de los demás.
Dafne selló y firmó el contrato, lo guardó en un sobre de papel kraft y se lo entregó a Julián. Julián extendió la mano para tomarlo, pero Agustín lo agarró primero.
Agustín sonrió y dijo -Un placer trabajar contigo, Srta. Rosales.
Dafne, con rostro inexpresivo -Un placer.
Fuera del bufete, en el ascensor, Julián se acercó a Agustín y dijo -Sr. Junco, déjeme llevar el contrato.
Agustín, con una sonrisa en sus bonitos ojos, respondió -Tiene la firma de mi esposa, ¿para qué te lo daría?
Julián:
El verdadero payaso fui yo.