Capítulo 348
Apenas había pasado media hora desde que firmaron el contrato.
De repente, una gran suma de dinero llegó a la cuenta del bufete.
Vicente, el encargado de finanzas, se quedó boquiabierto y corrió inmediatamente a la oficina
de Dafne.
-¡Srta. Rosales, nuestro bufete acaba de recibir una transferencia de ocho millones de dólares! -exclamó Vicente, con los ojos tan abiertos como platos-. ¿Qué significa esto?
-Acabamos de cerrar un gran trato con el Grupo Junco, es el pago de los honorarios, y aún queda un saldo que nos liquidarán al finalizar el caso -respondió Dafne con calma.
-¿Qué? ¿Dices que esto es solo una parte? ¿Aún hay un saldo pendiente? -Vicente no podía
creerlo.
-Si–Dafne sonrió, sus ojos brillaban de alegría-. El viernes en la cena, yo invito.
-¡Genial! -Vicente sonreía de oreja a oreja.
No mucho después de que Vicente se fuera, apareció Lucas.
-¿Escuché que el bufete consiguió otro gran caso? ¿Y que es del Grupo Junco?
-Sí, en un momento te asignaré algunos casos para tu equipo.
Lucas parecía un poco incómodo y comentó-: El Sr. Junco es bastante generoso, ya nos adelantó ocho millones de dólares. ¿Cuál es el total?
-Esta cantidad -Dafne levantó dos dedos formando una “V“.
Veinte millones.
Lucas chasqueó la lengua y bromeó-: ¿Será que después de este caso podemos retirarnos?
-¿Y tus ambiciones, Lucas? -Dafne lo miró con una sonrisa-. Mi meta es convertir el Bufete Sabiduría en el más grande de Silvania.
-El Bufete Justicia no gana dos millones de dólares al año en honorarios legales –
-se rio Lucas-. En cuanto a ingresos, ya los hemos superado, aunque todavía no en tamaño y reconocimiento.
-No te preocupes, después de manejar estos grandes casos de la familia Jiang, nuestro reconocimiento se disparará. ¡Ánimo! -Dafne le dio una palmadita a Lucas-. Creo en ti.
Lucas comentó-: El bufete necesita expandirse.
Dafne afirmó-: Eso es seguro, voy a.pedirle al departamento de recursos humanos que contrate más abogados y asistentes. También necesitamos mejorar nuestros procedimientos.
Dafne asignó los casos recién firmados del Grupo Junco al equipo de abogados y anunció en el
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grupo que el viernes después del trabajo invitaría a todos los colegas del bufete a cenar.
Además, les prometió bonos una vez que los casos del Grupo Junco se cerraran y se recibiera el saldo pendiente.
Todos estaban encantados y se pusieron a trabajar con más entusiasmo.
El bufete estaba lleno de un ambiente de alegría.
Unos minutos después de las cuatro de la tarde.
Los repartidores empezaron a llegar uno tras otro al bufete con comida.
Té con leche, pastelitos, frutas y pollo frito con papas de KFC y McDonald’s.
La recepcionista estaba pasmada.
Fue a la oficina de Dafne y preguntó-: Srta. Rosales, ¿tenemos té de la tarde hoy? ¿No acabamos de tenerlo el martes pasado?
El té de la tarde siempre era responsabilidad de la recepcionista.
Recordaba claramente que no había té de la tarde planeado para hoy.
Dafne levantó la vista, desconcertada-: ¿Té de la tarde? No sé nada al respecto.
-¿No lo sabe? Qué raro.
Dafne siguió a la recepcionista y vio la mesa del vestíbulo llena de comida para llevar, con una expresión de perplejidad.
-¿Podría haber sido Víctor o algún otro abogado quien lo haya pedido? -sugirió la
recepcionista.
Victor es Enzo, otro socio del bufete.
Dado que el bufete había cerrado un gran trato y recibido una suma considerable de dinero, era lógico que un abogado feliz invitara a todos a una merienda.
Dafne tomó una foto y la envió al grupo de abogados, preguntando quién era el responsable.
Camelia: -¡Wow, ¿hoy también hay té de la tarde? Estoy en una audiencia, guárdenme algo!
Gonzalo: -No fui yo, yo también tengo una audiencia pronto.
Lucas: -Esta mañana solo pedí café, tampoco fui yo.
Enzo: -Tampoco fui yo.
Camelia: -¡Wow, entonces, ¿quién es el buen samaritano que nos sorprendió?
Dafne estaba sumida en sus pensamientos cuando de repente un rostro familiar invadió su
mente.
¿Podría ser él?
212
Mientras Dafne reflexionaba, su teléfono sonó,
Al ver ese número conocido, Dafne guardó silencio.
Había eliminado a Agustín de sus contactos, pero ese número lo tenía grabado en la memoria.
Después de unos segundos de duda, Dafne contestó.
-¿Te llegó la merienda? -la voz del hombre sonaba visiblemente alegre y cautivadora.