Capítulo 350
El Bufete Sabiduria estaba manejando cada vez más casos, así que recientemente contrataron un grupo de nuevos abogados y asistentes legales.
También aumentaron el personal en los departamentos de recursos humanos, finanzas y administración.
Con la expansión del bufete, sus reglas y regulaciones se iban perfeccionando cada vez más.
Gracias a Agustin, los empleados del bufete disfrutaban de meriendas cada dos o tres días por la tarde, lo que hacía que el ambiente en la oficina fuera mucho más relajado y alegre. Dafne notaba claramente que la motivación de todos había aumentado considerablemente, así como su eficiencia.
No se podía negar que el “encanto de Agustín realmente estaba funcionando.
Lo único que le daba dolor de cabeza a Dafne era que Agustín pasaba dos o incluso tres de los cinco días laborales de la semana en el bufete.
Decía que venía a “inspeccionar el trabajo“, pero nadie sabía con certeza cuáles eran sus verdaderas intenciones. Cada vez que él llegaba, las chicas de la oficina parecían revitalizarse, lanzando miradas furtivas y perdiendo el enfoque en sus tareas.
Aquella tarde, Agustín volvió a aparecer.
Con total familiaridad, entró en la oficina de Dafne, se sentó en el sofá y, con una actitud despreocupada, se sirvió una taza de café, como si el bufete fuera suyo.
Dafne no apartaba la vista de la pantalla, concentrada en redactar documentos legales, como si el distinguido y elegante hombre en su oficina fuera invisible.
Agustín permaneció en silencio, disfrutando de su café sin interrumpir el trabajo de Dafne.
Bebió un par de sorbos y dejó la taza suavemente sobre la mesa, cruzando sus largas piernas con desenfado, mientras su mirada se posaba en Dafne.
Desde su posición, podía ver claramente el perfil de Dafne.
Ella solía maquillarse ligeramente para el trabajo, con su cabello largo recogido hacia atrás y un traje color café claro que resaltaba su belleza con un toque de autoridad y elegancia intelectual.
Su piel, de un blanco rosado, parecía tan suave como un melocotón jugoso; su nariz alta y definida y sus largas pestañas que temblaban como mariposas danzantes.
Los ojos profundos de Agustín se fijaron en Dafne, y su nuez de Adán se movió involuntariamente.
Qué hermosa es.
Quisiera besarla.
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Quizás notó la intensa mirada del hombre.
Dafne giró la cabeza para mirarlo.
Sus ojos se encontraron en el aire.
Agustín la miraba sin desviar la vista, completamente directo.
Los dedos de Dafne se detuvieron sobre el teclado, y frunció ligeramente el ceño.
Finalmente, incapaz de contenerse, Dafne habló con un tono de leve molestia:
-¿Sr. Junco, está muy desocupado?
-No–respondió él, con un tono alegre-, solo encontré un momento libre.
Dafne soltó un resoplido -¿Sr. Junco, no confía en nuestro bufete? Viene a inspeccionar cada poco tiempo.
Agustín la miró, sonriendo ligeramente:
-No es que no confíe en el bufete. No confío en cierta persona.
-¿Cierta persona? -Dafne frunció el ceño.
Agustín continuó:
-Lucas.
–
-Dafne se quedó sin palabras-. ¿Lucas te ha molestado?
Agustín sonrió:
-Quiso robarme a alguien importante. ¿No crees que eso cuenta como molestarme, Srta. Rosales?
Dafne no respondió.
Hubo un momento de silencio, y Agustín, con una sonrisa orgullosa, dijo:
-Pero mis cimientos son firmes, y parece que este chico ha sido rechazado, ya que
últimamente anda con cara larga.
Dafne le lanzó una mirada y señaló una pila de hojas en su escritorio, diciendo con fastidio:
-Si realmente estás desocupado, ve y tritura estos papeles.
-De acuerdo -respondió él con prontitud.
Se levantó enseguida, tomó la pila de papeles, pero no se fue de inmediato.
Se inclinó hacia ella, preguntando con una voz baja:
SE
-Srta. Rosales, aún no me has dicho dónde está la trituradora.
Estaba tan cerca que el agradable aroma amaḍerado de su perfume invadió las fosas nasales
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Capitulo 350
de Dafne.
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