Capítulo 351
La voz de Agustín era baja y seductora, con un toque rasposo que hizo que el corazón de Dafne diera un vuelco.
Seguro lo hizo a propósito.
Dafne se sonrojó, pero era de rabia.
-¿Cómo es posible que no hayas visto la trituradora de papel tan grande ahí? -su tono era
bastante cortante.
-¿Dónde está?
-Justo allá. -Dafne señaló instintivamente con la cabeza, y sus labios rozaron los de Agustín.
De repente, Dafne se levantó de un salto. -¡Agustín!
Él se había acercado un poco más, lo que provocó que al girar su cabeza, sus labios se tocaran Dafne estaba un poco enfadada. -¿Puedes dejar de hacer tonterías aquí? Estoy muy ocupada y no tengo tiempo para tus juegos.
Al ver que Dafne estaba realmente molesta, Agustín bajó un poco el tono. Tomó la pila de papeles en la mesa y, con una voz suave que buscaba calmarla, dijo:
-No te enojes, Srta. Rosales. De verdad, no la vi.
-¡Mentiroso! -El rostro de Dafne estaba rojo de ira, y su voz se elevó un poco más.
Agustín caminó hacia la trituradora no muy lejos y comenzó a meter los papeles poco a poco.
-No te enojes, Dafi. Esta noche te invito a cenar para compensarte, ¿te parece? Podemos ir a tu restaurante de asado favorito.
-¡No quiero ir!
Justo en ese momento, alguien tocó la puerta.
Dafne respiró profundo un par de veces, tratando de calmarse antes de hablar. -Adelante.
Era Lucas Lemus quien entró.
Vestido de traje, sus ojos brillaban con una sonrisa tras las gafas de montura dorada. -¿Desde cuándo el Sr. Junco hace trabajos de asistente?
Lucas miró a Dafne y bromeó: -Srta. Rosales, ¿desde cuándo nuestra firma de abogados es tan impresionante que podemos contratar al presidente del Grupo Junco para hacer tareas
menores?
Dafne no estaba de humor para bromas.
Su expresión se ensombreció un poco, y su tono era de desagrado. -Algunos simplemente
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Capitulo 351
tienen demasiado tiempo libre.
Al darse cuenta de que Dafne no estaba de buen humor, Lucas dejó de sonreír y preguntó preocupado
-¿Qué pasa? ¿Algo te molesta?
Antes de que Dafne pudiera responder, Agustín intervino. -Está ocupada, Lucas, y tú la estás interrumpiendo. ¿Cómo esperas que esté feliz?
Dafne: -…
Lucas se sorprendió. -¿Me voy entonces?
-Sí, vete. -Agustín hizo un gesto con la mano, claramente despidiéndolo.
-¿Puedes dejar de causar problemas? -dijo Dafne mirando a Agustín.
Agustín se quedó callado.
Se dedicó en silencio a triturar papeles.
Lucas miró a Dafne y luego a Agustín.
Agustín le sonrió.
De repente.
Lucas notó una mancha roja en el borde del labio de Agustín.
Esa mancha roja se extendía desde el labio inferior hacia la barbilla.
Los ojos de Lucas se oscurecieron.
Alzó la vista hacia los ojos de Agustín, quien tenía una expresión de desafío y orgullo.
Lucas bajó la mirada, su tono ya sin rastro de broma. -Bueno, Srta. Rosales, siga con su trabajo.
Dicho esto, Lucas se dio la vuelta y se fue.
Agustín sonrió y siguió triturando papeles.
Dafne estaba un poco confundida. ¿Qué había sido esa mirada de Lucas?
Ella míró con sospecha a Agustín.
El hombre, con la cabeza baja, trituraba papeles mientras tarareaba una canción, irradiando felicidad.
Dafne lo observó detenidamente, tratando de entender por qué Lucas había cambiado de expresión tan abruptamente.
Sintiéndose observada, Agustín sonrió y dijo: -Dices que no te gusta, pero tus ojos son muy honestos.
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Dafne se sonrojó. -¿De qué estás hablando?
-Digo que tus ojos son honestos, no pueden evitar mirarme. -Agustín levantó la cabeza, encontrándose con la mirada de Dafne, sonriendo con una expresión traviesa. -¿Qué? ¿Te lo
tomaste a mal?
-¿Quién se lo tomó a mal? ¡No me calumnies!
Tras decir esto, Dafne vio la mancha roja en los labios de Agustín.
De inmediato, se quedó paralizada.
¡Su lápiz labial se había transferido!
¡Y Lucas lo había visto!