Capítulo 366
Agustín regresó a Silvania una semana después.
El viento a finales de abril en Silvania traía consigo un aire cálido.
Agustín, vestido con una camisa negra y pantalones de vestir, con sus anchos hombros y cintura estrecha, mantenía una postura erguida. Su rostro, de facciones hermosas, mostraba un aire de fría indiferencia, mientras que sus ojos eran profundos como un oscuro océano.
Sin embargo, la frialdad en su mirada se desvaneció en el instante en que vio a Dafne, reemplazada por una suave ternura.
Al ver a Agustín, Dafne pensó que venía como de costumbre a “inspeccionar” el trabajo en la firma, y le saludó: -Sr. Junco, buenos días.
La mirada de Agustín pasó por un rostro desconocido en la oficina y, sin darle importancia, regresó a Dafne y le extendió una caja. -Dafi, ábrela y mira.
El rostro desconocido era Eva, una guardaespaldas personal que Baltasar había contratado para Dafne. Eva era una latina estadounidense de cabello corto hasta las orejas y piel color canela que irradiaba salud y una sensación de seguridad. Medía un metro ochenta, de complexión media, y su cuerpo, sin un gramo de grasa extra, estaba compuesto por músculos bien entrenados.
Dafne había dispuesto que Eva trabajara en la firma como su asistente personal, encargándose de tareas ajenas al ámbito legal, con un salario acorde al de un guardaespaldas, de dos millones de pesos mensuales, pagados desde la cuenta de Baltasar.
Eva había comenzado a trabajar en la firma cinco días antes y también se había mudado con Dafne, siguiéndola a todas partes y compartiendo comidas y alojamiento con ella.
Dafne echó un vistazo a la caja en manos de Agustín. -¿Qué es esto?
-Un regalo que te traje.
Dafne desvió la mirada y continuó escribiendo en su computadora sin mostrar emoción alguna. -No es necesario.
-¿Ni siquiera vas a mirarlo antes de rechazarlo?
Agustín se acercó a Dafne, abrió la caja y sacó una hermosa bufanda de seda.
Dafne no pudo evitar mirarla dos veces; tenía que admitir que el gusto de Agustín era impecable, realmente le gustaba esa bufanda.
Notando el aprecio en los ojos de Dafne, Agustín sonrió y dijo: -Este tipo de bufandas son muy populares entre las chicas. Es una marca local de Aquilinia, y solo se pueden comprar en la capital de Aquilinia. Muchas chicas que viajan allí regresan con una. La vi y supe que te gustaría.
Dafne, de repente, comentó: -¿El Sr. Junco está tan al tanto de lo que les gusta a las chicas?
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Capitulo 366
Agustín respondió rápidamente: -Maya Guzmán me la recomendó.
-¿De verdad? -respondió Dafne con frialdad-. Es muy bonita, pero prefiero que se la regales a Maya, sería más apropiado, ¿no?
Agustín rio suavemente, sus ojos brillando como cristal, llenos de luz. -¿Estás celosa?
El tono divertido de Agustín provocó un ligero enojo en Dafne.
Ella frunció el ceño y respondió en voz baja y fría: -Para nada.
Agustín miró fijamente el rostro de Dafne, su mirada llena de ternura, y explicó con paciencia y alegría: -El abuelo de Maya y mi abuela son hermanos, así que técnicamente es mi prima. Algún día te la presentaré.
Dafne resopló: -Lo siento, no estoy interesada, no me concierne.
Agustín, con su rostro impecablemente hermoso y una sonrisa suave, la calmó: -Está bien, está bien, no te la presentaré aún. Dafi, sigue con tu trabajo.
Dicho esto, colocó la bufanda de nuevo en la caja y la dejó suavemente sobre el escritorio de Dafne. -Guarda la bufanda.
Agustín se fue.
La caja blanca y elegante quedó sobre el escritorio de Dafne.
Cuando terminó su trabajo, dirigió su atención a la caja, hizo una pausa de unos segundos y suspiró silenciosamente…
Después del trabajo, Dafne salió a cenar con Inés, Olivia y Eva.
Cada vez que Olivia veía a Eva, no podía evitar exclamar: -Es tan guapa, de verdad, es como un sueño en el mundo lésbico. Eva tiene una apariencia de T masculina que encanta.
Inés miró a Olivia con una expresión de horror fingido. -Olivia, si sigues así, voy a empezar a dudar de tu orientación sexual.
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