Capítulo 376
-Listo, se acabó el tiempo –dijo el guardia de la prisión.
Fátima colgó el teléfono y fue escoltada por el guardia mientras se alejaba. Antes de irse, se volvió y le dedicó a Elsa una sonrisa cargada de significado.
Ayer, después de que Dafne salió de peligro, Elsa le contó a Agustín sobre el envenenamiento de Carlos.
La intoxicación de Carlos era demasiado grave, y no le quedaba mucho tiempo. No tenía sentido mantenerlo en la unidad de cuidados intensivos, así que los médicos lo trasladaron a una habitación normal para que pudiera pasar sus últimos momentos con la familia.
Paula, por su parte, sufrió un ataque al corazón debido al impacto de la noticia y también fue hospitalizada.
Desde la noche anterior, Agustín había estado al lado de la cama de Carlos, solo apartándose para visitar a Paula.
Elsa salió de la prisión y llegó al hospital después de almorzar afuera.
En la habitación de Carlos.
Elsa miró a Agustín.
-¿Has comido algo?
Agustín negó con la cabeza.
-No tengo apetito.
-Aunque no tengas ganas, necesitas comer. Tú también estás herido, y necesitas fuerzas.
Dicho esto, Elsa llamó a Gustavo, el asistente de Agustín.
-Gustavo, trae un almuerzo para Agustin, por favor.
-Claro, señora.
Ayer, cuando ocurrió lo de Dafne, Gustavo había acompañado a Agustín al hospital. También
estaba al tanto de la situación de Carlos, así que no necesitó más indicaciones.
-Tu abuelo vuelve a Silvania mañana por la tarde -informó Elsa a Agustín.
Agustín solo asintió.
Carlos ya había despertado. Su apariencia era demacrada, con las cuencas de los ojos hundidas y los labios ligeramente oscuros.
Elsa lo observó un momento y suspiró silenciosamente. La noche anterior, habían discutido, y ahora él estaba tan cerca de la muerte. La vida podía cambiar en un instante.
1/2
Ese pensamiento llenó a Elsa de una melancolía inevitable. Aunque su relación con Carlos no había sido la mejor, después de casi treinta años juntos, había un vínculo que iba más allá del
amor.
Carlos no sabía que Elsa, tras escuchar el diagnóstico, había pasado la noche en vela, derramando lágrimas en silencio mientras yacía en la cama.
Los sentimientos humanos eran así de complejos. Aunque no hubiera amor, la pérdida de alguien con quien se había compartido tanto tiempo era dolorosa.
Elsa se dirigió a Carlos.
-¿Has comido algo?
Carlos ya conocía su estado. Los médicos le habían dicho que no viviría más de un mes.
Con voz débil respondió:
-¿Qué importa si como o no? De todas formas, pronto moriré.
Elsa guardó silencio.
Agustín intervino:
-Le trajeron comida, pero no ha probado bocado.
-Debes comer algo agregó Elsa, sin saber realmente qué más decir.
Carlos fijó su mirada en Elsa por un momento y esbozó una sonrisa amarga.
-Voy a morir. ¿Eso te hace feliz?
Elsa se quebró al escuchar esas palabras.
-¡Carlos! -alzó la voz con un tono quebrado-. ¡No soy tan cruel como piensas!
Carlos la observó en silencio.
Agustín, viendo la interacción entre sus padres, sintió un nudo en el corazón. Suspiró profundamente y salió de la habitación para dejarles un poco de privacidad.
La policía realizó una investigación en la mansión de la familia Junco y en la villa privada de Fátima, encontrando algunos objetos sospechosos.
212