Capítulo 385
El caso de envenenamiento estaba claro, las pruebas eran contundentes y suficientes. Tristán era el instigador, mientras que Fátima había llevado a cabo el acto. La fiscalía presentó cargos de homicidio premeditado contra Tristán y Fátima.
Al mismo tiempo, Agustín entregó a la policía pruebas de varios otros delitos cometidos por Tristán, y la fiscalía incluiría estos cargos en la acusación, dado que los crímenes se habían cometido en Solarenia.
La fiscalía sugirió una sentencia de pena de muerte para Tristán.
Agustín colgó el teléfono y se dio la vuelta.
La comida frente a Carlos estaba intacta.
-¿Es acerca de la acusación contra Tristán y Fátima? -preguntó Carlos con voz débil.
Agustín asintió fríamente.
-¿Qué dice la policía?
-El envenenamiento es homicidio premeditado -respondió Agustín con calma-. Además, Tristán también está acusado de secuestro, crimen organizado, posesión ilegal de armas y otros delitos. La fiscalía propone la pena de muerte. Fátima, por intento de asesinato, enfrentará cadena perpetua combinada con su sentencia anterior.
Carlos bajó la mirada, en silencio.
Agustín lo observó brevemente sin decir nada.
Después de un rato, Carlos habló con vacilación:
-Quisiera ver a Tristán.
El corazón de Agustín dio un vuelco y su mirada se volvió fría.
Después de todo lo que Tristán le había hecho, ¿todavía quería verlo?
Realmente amaba a ese hijo ilegítimo.
Agustín frunció el ceño, con una chispa de burla en sus ojos.
Por un momento, quiso preguntarle a Carlos si alguna vez había valorado a su propio hijo, si lo había amado siquiera un poco.
Sin embargo, Agustín no lo hizo.
-No se puede -dijo fríamente y se dio la vuelta para irse.
Carlos miró la espalda de Agustín y de repente gritó:
-¡Agustín, por favor, te lo pido como padre, déjame ver a Tristán!
1/2
17:03
El cuerpo de Agustín se detuvo abruptamente.
Sus manos se apretaron en puños a su lado.
-Ha sido mi culpa contigo, con tu madre -Carlos tenía los ojos llorosos, y el tono quebrado de su voz hizo que el corazón de Agustin se oprimiera.
-No me queda mucho tiempo… Supongo que esto es un castigo… -Carlos lloraba-. Antes de morir, quiero decirle algunas cosas a Tristán. Déjame verlo una vez.
Agustín se quedó en la puerta, de espaldas a Carlos, con una mirada fría en sus ojos oscuros.
-En la próxima vida -dijo con una voz helada.
Después de almorzar, Dafne estaba en la habitación del hospital platicando con Penélope e Iris. De repente, se escuchó un alboroto afuera.
Gritos resonaban por doquier.
-¿Qué está pasando afuera? -Iris frunció el ceño.
Dafne miró hacia la puerta de la habitación-. Hay mucho ruido, seguramente pasó algo malo.
-Iré a ver -Iris se levantó-. Penélope, quédate aquí con Dafi.
Penélope asintió-. Está bien.
Iris salió.
Dafne sintió un nudo en el estómago.
Tenía el presentimiento de que algo malo había ocurrido.
Poco después, la puerta de la habitación se abrió de golpe y Iris regresó corriendo, jadeando.
Se quedó en la puerta, pálida, con los ojos abiertos de terror y los labios temblando, incapaz de hablar.
Al ver su aspecto, Penélope y Dafne intercambiaron una mirada, ambas preocupadas.
Dafne preguntó:
-¿Qué pasó?
212