Capítulo 39
Cuando Bruno fue llevado de regreso a la villa por el conductor, ya eran las tres de la madrugada.
Tropezándose a lo largo del camino, llegó a su habitación y se desplomó en la cama, quedándose dormido de inmediato.
Cuando Bruno abrió los ojos de nuevo, fue debido al dolor que lo despertó.
-Dafne, me duele el estómago -murmuró Bruno adormilado-. Tráeme una caja de medicina para el estómago.
Nadie le respondió.
Bruno la llamó de nuevo: -Dafne, Dafne…
De repente, abrió los ojos de golpe y se incorporó rápidamente.
Al recuperar la conciencia, recordó que Dafne ya se había ido.
Se sintió un poco raro, con una sensación de vacío y opresión en el pecho.
Apretándose el estómago, se levantó de la cama y buscó por toda la casa, pero no encontró la
medicina.
El dolor era insoportable, así que sacó su teléfono y llamó a la empleada.
Nina recibió la llamada completamente confusa.
-¿Dónde está mi medicina para el estómago? -la voz de Bruno.
Nina apretó el puño y respiró hondo, tratando de convencerse a sí misma.
-No pasa nada, no pasa nada, al menos me paga bien, un poco menos de sueño no es tan
grave.
Luego su mirada se posó en la hora del teléfono, eran las cuatro de la madrugada.
¿Está loco?
¡Debería estar durmiendo!
Respiró hondo varias veces para calmarse y no renunciar al trabajo, respondiéndole con paciencia: -El botiquín está en el primer estante del armario en la habitación de la Srta. Rosales.
Bruno colgó el teléfono, abrió la puerta del dormitorio de Dafne y, apoyándose en la pared, llegó con dificultad al armario. Al abrirlo, encontró un botiquín lleno de medicamentos, lo cual lo dejó
mareado.
Había encontrado las medicinas, pero… no sabía cuál debía tomar.
Antes, cuando tenía problemas de estómago, era Dafne quien le daba las medicinas.
1/3
15.24
Capitulo 39
No pudo hacer otra cosa que resistir el dolor de estómago y revisar como podía las instrucciones de los medicamentos. Al final, se decidió por tomar dos pastillas.
Al fin y al cabo, no iba a morir, pensó.
El efecto del medicamento hizo efecto, y Bruno cayó de nuevo en un profundo sueño.
Cuando Bruno se despertó, ya era mediodía.
Llamó a la empleada.
-Prepárame un poco de la sopa que me gusta para mi estómago.
La empleada movió ligeramente la boca -Señor, ¿se refiere a la sopa que Srta. Rosales solía
hacer?
-Sí.
La empleada negó con la cabeza y movió las manos -Eso no lo puedo hacer ahora.
Bruno frunció ligeramente el ceño -¿Por qué no puedes hacerlo?
La empleada le explicó: -Esa sopa requiere remojar calabaza y cebada perlada desde la noche anterior, además de comprar ñame fresco y carne de res, así que ahora no puedo hacer esa
avena.
-Además, solo conozco los ingredientes, pero no sé cómo prepararla ni qué especias usar, así que no puedo hacerlo.
Bruno alzó las cejas -¿Sabes hacer sopa común y corriente?
Nina sonrió -Eso sí sé.
-Entonces prepárame un poco de la sopa que sepas hacer.
Bruno tenía un fuerte dolor de cabeza, y después de hablar, se recostó en la cama, cerrando los ojos y masajeando sus sienes para relajarse.
-Toc, toc, toc- sonó la puerta.
Bruno abrió los ojos de repente, sintiendo un resplandor de alegría.
¿Había vuelto Dafne a buscarlo?
Sabía que Dafne no sería tan cruel como para irse.
-Adelante.
Tan pronto como Bruno terminó de hablar, Macarena abrió la puerta y entró.
La sonrisa en los labios de Bruno se congeló al instante, con un tono de voz claramente decepcionado -¿Por qué eres tú?
Macarena captó la decepción en sus ojos por un breve instante, apretando el puño discretamente.
15.24
Capitulo 39
No le preguntó a quién más esperaba, porque sabía bien quién era.
Macarena sonrió y, con preocupación, le dijo: -Escuché de Nina que no te sientes bien, vine a ver cómo estás, Bruno, ¿te sientes mejor?
Bruno negó con la cabeza -Estoy bien.
Macarena se acercó y se sentó en el borde de la cama, sacando su teléfono para mostrárselo a Bruno.
15.24