Capítulo 398
El vibrante color de las flores de Freud era llamativo, lleno de pasión y vida.
Además, las flores de Freud tienen un significado romántico: “Tú deambulas despreocupadamente por mis sueños, convirtiendo mi corazón en un jardín lleno de fragancia,” Después de arreglar las flores, Dafne recordó que la enfermera había mencionado que Agustín había llegado hace media hora,
El pensamiento de una posibilidad hizo que Dafne respirara un poco más rápido.
¿Podría ser que él aún no se haya ido?
Una vez que esta idea surgió, no pudo resistir la tentación de comprobarlo.
Dafne abrió la puerta y se dirigió apresuradamente hacia el ascensor.
Eran las siete de la mañana y el sol ya comenzaba a arder.
Vestida con un vestido corto de manga corta en un tono lila, Dafne salió del ascensor y corrió hacia el estacionamiento al aire libre del hospital.
Pocos minutos después…
Dafne vio una figura familiar y redujo el paso.
Agustín, efectivamente, aún no se había ido.
El hombre estaba apoyado en su carro, un Cullinan, con la cabeza inclinada y sosteniendo un cigarrillo del que se elevaba una delgada columna de humo blanco, que luego se disipabal lentamente.
Agustín no se percató de que Dafne lo observaba desde no muy lejos.
Él estaba sumido en sus pensamientos, alejado del bullicio del mundo.
La luz de la mañana bañaba su figura, suavizando un poco las duras líneas de su perfil.
Hacía días que no lo veía.
Dafne contuvo el aliento y avanzó unos pasos más.
Agustín levantó la vista sin querer y sus ojos se encontraron con los de Dafne.
Parecía haberse sorprendido por un instante.
Al segundo siguiente, apagó el cigarrillo y lo arrojó al contenedor de basura cercano.
Dafne no gustaba del olor a cigarro.
Agustín antes no fumaba.
Últimamente, la familia Junco había pasado por muchas cosas. Agustín, después de lidiar con
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los asuntos familiares, también tenía que encargarse de los de la empresa, trabajando sin descanso, sin tiempo para relajarse.
Y luego estaba su relación con Dafne…
Él la extrañaba profundamente, pero por razones de la vida no podían volver a estar juntos como antes. Cada vez que pensaba en Dafne, el corazón se le apretaba y dolía, y fumar o beber le brindaba un poco de alivio.
Pero beber en exceso lo hacía perder el control, y a Agustín no le gustaba eso.
Así que, cuando no podía manejar la añoranza, fumaba.
Dafne se acercó a Agustín, y él, instintivamente, dio un paso atrás.
-No te acerques, tengo olor a cigarro. Es un aroma que no te gusta.
Agustín bajó la mirada, sus ojos eran un enigma.
-Lo siento, me siento agobiado y fumé para aliviarme.
Tenía miedo de que Dafne lo rechazara por el olor a cigarro.
-No te preocupes -respondió Dafne mirándolo-. Gracias por las flores, son muy hermosas.
La voz de Agustín era profunda.
-Me alegra que te gusten.
Dafne abrió la boca, quería preguntarle por qué no tocó la puerta para verla.
Pero las palabras no salieron.
Agustín, como si leyera sus pensamientos, dijo:
-No quise interrumpir tu sueño, por eso no llamé a la puerta.
Dafne solo asintió.
El silencio se extendió entre ellos.
No sabían qué más decir.
Después de un momento, Dafne dijo:
-Bueno, me voy. Cuídate en el camino.
-Está bien–respondió Agustín con una mirada tierna.
Esa noche, Dafne recibió una llamada de Penélope.
-Dafi, ¿tienes un momento? Hay algo que quiero contarte.
El tono de Penélope sonaba serio, lo que sorprendió a Dafne.
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Eran tan cercanas, ¿qué podría ser tan importante que no pudiera decirlo directamente?
-Claro, cuéntame, ¿qué pasa? -respondió Dafne.
Penélope dudó un momento, como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus palabras.
-Dafi, ¿recuerdas a Luna?
¿Luna?
¿Por qué Penélope mencionaría a esa persona de repente?
-Sí, la recuerdo. La conozco, pero no mucho. ¿No se fue al extranjero?
-Sí, se fue, pero ahora ha vuelto.
-¿En serio? ¿Por qué me cuentas esto?
Penélope guardó silencio un momento antes de continuar
-Esta vez volvió por Agustín.
Dafne se quedó en silencio, esperando que Penélope continuara.
Penélope, al ver que Dafne no decía nada, decidió contárselo todo de una vez.
-Hace siete años, antes de irse, le confesó sus sentimientos a Agustín. Hace unos días me encontré con ella y me dijo que esta vez ha regresado para conquistarlo.
La habitación estaba iluminada como si fuera de día, y en la mesita junto a la cama, las rosas frescas desprendían un delicado aroma.
Tras escuchar a Penélope, Dafne se quedó mirando las rosas, sumida en sus pensamientos.
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