Capítulo 41
Agustín, con el rostro serio, le respondió: -Ya terminamos.
-¿No te importa que haya tenido novio? -le preguntó Jaime de nuevo.
-¿Quién no tiene un pasado? -Agustín jugó sus cartas con indiferencia y miró a Jaime con frialdad. Nunca has estado enamorado?
Jaime se tocó la nariz-. Sí, he tenido mis amores. Pero ella es tu primer amor, ¿no te importa que no seas el de ella?
-No me importa -los ojos oscuros de Agustín estaban llenos de ternura-. Con estar a su lado, ya me siento afortunado.
-¡Vaya, vaya! -se rio Eduardo-. ¡Estás hecho todo un romántico!
Después de terminar la partida, Agustín miró su reloj y se levantó-. Es la hora, vámonos.
Ese día, Agustín había organizado una cena de bienvenida para Dafne.
Bajo las brillantes luces de neón, un Bentley azul se detuvo suavemente frente al hotel de cinco estrellas más lujoso de Silvania.
Una brisa nocturna soplaba suavemente, trayendo consigo un frescor agradable.
Dafne abrió la puerta del coche y se bajó.
-¡Dafi, aquí estoy! -Penélope le sonrió desde la entrada del hotel, agitando la mano.
Mientras hablaba, se apresuró a acercarse.
Detrás de ella venía otra amiga íntima de Dafne, Iris.
-Penélope, Iris, ya están aquí -Dafne, usando sus tacones altos, se acercó sonriendo.
-¿Por fin te dignas a volver? -Iris fingió estar molesta, frunciendo los labios-. Pensé que ya nos habías olvidado.
Dafne, con una sonrisa traviesa, le respondió-. Volví porque las extrañaba, ¿qué pasa, no están contentas de verme?
-¡Ah, es que solo sabes decir cosas bonitas!
Penélope, con cariño, tomó el brazo de Dafne y sonrió ampliamente-. Iris te ha extrañado
todos los días, ella es la primera en darte la bienvenida.
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Estas eran sus dos amigas íntimas, una tranquila y educada, y la otra vivaz y extrovertida.
Penélope continuó-. Vas a comprometerte con Agustín, ¡qué bien!
Iris miró a Dafne con cierta preocupación-. Dafi, ¿estás segura de que es lo que quieres?
Dafne le dio un suave toque en la frente a Iris-. ¿Qué piensas? Nadie puede obligarme a hacer
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lo que no quiero.
Ambas amigas sabían que Dafne había tenido un novio en Aguamar, pero aún no se los había presentado.
Durante los últimos tres años, Dafne ocasionalmente compartía con ellas cosas de su relación, pero esta vez no mencionó la ruptura.
Penélope le preguntó-. ¿Ya le dijiste a Bruno que terminaban?
-Sí, lo bloqueé de todas partes. Él debe entender lo que eso significa.
Iris inclinó la cabeza-. ¿Qué te hizo cambiar de opinión de repente?
Una chispa de ironía apareció en los ojos de Dafne-. Me trataba como a un reemplazo.
-¿Qué? -Iris se sorprendió-. ¡Ese desgraciado! ¿Cómo se atreve? ¡Eres increíble, él es el que está ciego!
Penélope también estaba indignada—. ¡Lo mejor que hiciste fue terminar con él! Ese hombre no
te merecía.
Los ojos de Dafne, tan claros como el agua de otoño, no mostraron emoción alguna-. Ya es cosa del pasado, no hablemos más de eso. Vamos arriba, Agus ya nos espera.
Entraron al hotel.
El gerente vino personalmente a guiarlas-. Señoritas, síganme, por favor.
Las tres siguieron al gerente hasta un comedor privado en el restaurante del cuarto piso.
El gerente se inclinó para abrirles la puerta-. Adelante, por favor.
A principios de octubre, Silvania ya comenzaba a enfriarse.
El clima era fresco, y Dafne llevaba una gabardina ligera color crema, combinada con una camisa clara y tacones altos. Su cabello ondulado caía despreocupadamente sobre sus hombros, dándole un aire de elegancia serena y un toque de madurez.
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