Capítulo 412
-Ya que la señorita Rosales y Lucas no están en una cita, no les importará si me uno a su mesa, ¿verdad? Todos somos viejos conocidos, y hace tiempo que no veo a la señorita Rosales. Aprovecharé esta oportunidad para platicar con ella sobre algunos asuntos de nuestra empresa -dijo el hombre con frialdad.
El rostro de Luna se tensó.
Lucas sonrió levemente.
-Sr. Junco, me temo que no es conveniente. Hoy estamos con los niños.
Agustín miró a Jana, sonriendo con ternura.
-Jana, ¿te importa si tu hermano se sienta aquí a comer contigo?
Jana reconocía a Agustín. Solía llamarlo “cuñado” con entusiasmo, ya que él siempre le compraba juguetes. Por supuesto, no le importaba que su “cuñado” comiera con ellos.
-No me importa -respondió Jana con alegría.
Agustín sonrió y miró a Lucas.
-Jana no tiene problema, Lucas. ¿Por qué ser tan egoísta?
Lucas sostuvo la mirada de Agustín sin inmutarse, sonriendo con calidez.
-Sr. Junco, hoy está en una cita con una dama. ¿Qué pasará con la señorita Seballos si se
sienta con nosotros?
Agustín mantuvo su expresión.
-Lo siento, surgió algo imprevisto. Regresa tú primero, hablaremos del proyecto otro día -le dijo a Luna, insinuando que no estaba en una cita, sino en una reunión de trabajo.
Mientras hablaba, miraba fijamente a Dafne, pero ella no le prestó atención, y su rostro permanecía impasible. Agustín sintió una ligera desilusión.
-Sr. Junco, eso no es de buena educación. ¿Cómo puede dejar a la señorita Seballos sola? -bromeó Lucas.
-No es asunto tuyo -replicó Agustín fríamente.
Tomó el menú y pidió un par de platos más, actuando como si hubiera llegado con Dafne desde el principio.
Dafne apretó los labios, echando una mirada a Luna, sintiendo una punzada de celos.
-Sr. Junco, si vino con la señorita Seballos, dejarla sola no está bien. Hablemos del proyecto mañana. Ahora no es momento de trabajo; estoy en mi tiempo libre y prefiero no discutir asuntos laborales.
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Agustin levantó una ceja.
-¿No discutir trabajo en tiempo libre? Eso no es típico de ti, señorita Rosales. Recuerdo que en tu sala no parabas de hablar de trabajo con Lucas, ¿Por qué conmigo es diferente?
Sus ojos reflejaban celos, y su tono era mordaz.
Dafne lo miró con desdén, como diciéndole “no causes problemas“.
Viendo la incomodidad de Luna, Dafne suspiró, levantándose para cambiarse a una mesa más grande.
-Si el Sr. Junco quiere unirse, busquemos una mesa más grande.
Agustín arqueó una ceja.
Dafne se sentó, seguida por Jana y Natalia, que obedientemente tomaron asiento junto a la
nueva mesa.
Agustín sonrió, levantándose para sentarse al lado de Dafne.
Luna, al ver un asiento libre, se ubicó junto a Agustín.
Lucas, resignado, se unió a ellos.
Lo que comenzó como una cita perfecta se vio arruinada por la interrupción de Agustín, y la atmósfera romántica se desvaneció.
Lucas lanzó una mirada molesta hacia Agustín.
Agustín, con una sonrisa desafiante, le devolvió una mirada triunfante.
Luna, notando la tensión entre los dos hombres, apretó la taza de café con más fuerza.
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