Capítulo 415
El caso de Luna era una disputa de acciones.
La situación era complicada y las pruebas eran insuficientes, lo que implicaba un gran riesgo legal. Para Dafne, una abogada con solo tres años de experiencia, este caso se presentaba como un hueso duro de roer.
Luna, al parecer, no solo venía a encargar un caso, sino también a poner a prueba a Dafne.
Si Dafne no aceptaba el caso, Luna tendría motivos para cuestionar su capacidad profesional. Pero si lo aceptaba y perdía, también quedaría demostrado que no estaba a la altura.
Por lo menos por ahora, Luna parecía ser más exitosa en su carrera que Dafne.
Después de discutir los pormenores del caso, Dafne tuvo una idea general de lo que implicaba.
Revisó los documentos que Luna le había enviado y sintió que tenía un punto de partida.
Con una expresión serena, Dafne preguntó:
-¿Quieres que yo personalmente lleve este caso?
Luna sonrió.
-Así es, confío en ti, Srta. Rosales.
-Todos los abogados de nuestra firma son muy competentes, no hay duda de su capacidad profesional–respondió Dafne con la misma calma-. Pero ya que insistes en que lo lleve yo, lo
haré.
Luna estaba un poco sorprendida.
¿Dafne había aceptado tan fácilmente?
¿Acaso no se daba cuenta de lo complicado y arriesgado que era este caso?
-Srta. Rosales, ¿tan rápido? ¿No lo quieres pensar un poco más?
Dafne sonrió.
-Las pruebas están incompletas y el caso es complicado, Srta. Seballos. Este caso tiene un gran riesgo de perder, ¿lo entiendes?
-Sí, lo sé.
-En los tribunales no hay garantías de victoria -Dafne mantuvo su compostura-. Cada caso tiene su propio riesgo. Aunque este sea grande, hace mucho que no enfrento uno tan complejo. Me gustaría asumir el desafío.
Los ojos de Dafne brillaban con determinación y su mirada era firme.
-Me gustan los casos que presentan desafíos. Si hago un buen trabajo con este, mi reputación también crecerá. Para mí, es tanto un reto como una oportunidad. Quiero intentarlo.
Capitulo 415
Luna se quedó atónita.
En los ojos de Dafne vio coraje, confianza, resiliencia y una vitalidad desbordante.
Antes de llegar, pensaba que Dafne era solo una cara bonita que dependía de los recursos
familiares.
No esperaba que tuviera tanto valor y confianza.
-De acuerdo -Luna cambió su percepción de Dafne-. Ahora firmemos el contrato de representación.
-Perfecto.
Después de salir de la firma de abogados, Luna se dirigió a la villa privada de Agustín.
Tocó el timbre en la puerta principal y un hombre de unos cincuenta años le abrió.
-Srta. Seballos -dijo el hombre, de complexión delgada y aspecto amable-, ¿en qué puedo ayudarla?
Luna sonrió.
-Diego, vengo a ver a Agustín. Tenemos una reunión agendada para discutir un proyecto.
Diego mostró una actitud muy cordial.
-Por favor, espere un momento, le avisaré.
Luna asintió con cortesía.
-Gracias, Diego.
Unos minutos después, Diego regresó.
-Srta. Seballos, la señora la invita a pasar -dijo Diego, abriendo la puerta y haciendo un gesto para que entrara.
¿La señora?
Luna frunció el ceño.
Al entrar en la sala de estar del primer piso de la villa, Luna se dio cuenta de que la señora a la que Diego se refería era Elsa Junco.
Por un momento, pensó que se trataba de la esposa de Agustín.
Se acercó con una sonrisa para saludar.
-Sra. Junco.
-Luna, qué bueno que viniste. Por favor, toma asiento -Elsa sonrió cortésmente, aunque su actitud no era especialmente cálida.
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Luna se sentó junto a Elsa.
Una empleada le sirvió una bebida a Luna.
Luna echó un vistazo alrededor pero no vio a Agustín.
Elsa tomó un sorbo de su bebida y comentó sin mucho ánimo.
-Agustín está en el estudio de arriba, ocupado con una reunión. Bajará en un momento.
Luna asintió.
-Está bien, lo espero aquí, no hay problema.