Capítulo 44
Dafne frunció el ceño.
-No lo haré.
El tono de voz de Bruno sonaba un poco incómodo -¿Podemos dejar de pelear, por favor? En estos días te he extrañado bastante. Fue mi culpa ese día, no debí decir esas cosas que te molestaron.
-No importa, de todas formas ya terminamos, así que no tiene importancia -le respondió Dafne con indiferencia.
-¿Terminamos? -La voz de Bruno se enfrió-. Yo no he aceptado terminar contigo.
-No estamos casados, así que no necesitas estar de acuerdo con romper conmigo -le contestó Dafne, fría y decidida-. Bruno, déjame en paz.
Dicho esto, colgó el teléfono y bloqueó ese número.
Dafne comenzó a considerar su carrera profesional.
Quería forjar su propio camino.
Aunque podía abrir su propio bufete de abogados, aún no tenía mucha reputación en el sector, por lo que sería difícil establecer su marca.
Dafne decidió que primero trabajaría un tiempo en una firma reconocida para ganar experiencia y reputación.
Una vez que tuviera cierto reconocimiento, podría independizarse sin problemas.
Cuando compartió esta idea con Agustín, él la apoyó completamente.
-Dafi, eres tan talentosa, seguro que puedes triunfar en Silvania. ¿Por qué no pruebas en Bufete Justicia? Actualmente es la mejor firma en Silvania.
Después de pensarlo, Dafne le respondió -De acuerdo, enviaré mi currículum.
Mientras tanto, Bruno miraba hacia el suelo, sintiéndose vacío por dentro.
¿Cómo podía Dafne ser tan despiadada para romper así con él sin una pizca de añoranza?
Se acostó en la cama donde Dafne solía dormir, inhalando profundamente su aroma aún presente en las sábanas.
Hundió su rostro en la almohada, imaginándose el rostro de Dafne, exhalando un suspiro pesado -Dafne, te extraño.
La extrañaba mucho.
En ese momento, Macarena entró en la habitación -Bruno, la cena está lista.
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De repente, Bruno la atrajo hacia él, tumbándola bajo su cuerpo.
La pasión se encendió de inmediato.
En el clímax del momento, Bruno, en un estado de confusión, murmuró -Dafi, mi Dafi, te extraño tanto…
Macarena se detuvo abruptamente.
Su rostro se puso pálido.
Al día siguiente, Iris organizó una salida para celebrar el regreso de Dafne a Silvania.
En el bar, las tres chicas se sentaron en un reservado, bebiendo y charlando.
-Creo que esa Fátima no es de fiar -dijo Iris, tras tomar un trago de su bebida, girándose hacia Dafne-. Su actitud hacia ti ayer me enfureció.
A su lado, Penélope asintió -Yo también lo creo, parece que tu cuñada no es fácil de tratar.
Iris añadió con desdén -¿Cuñada? Es la hija de la criada de la familia Junco, decir que es una hija adoptada es un eufemismo. En realidad, solo es una huérfana viviendo bajo un techo que no le pertenece, pero se cree parte de la familia Junco.
Dafne solo sabía que la familia Junco tenía una hija adoptiva, pero no sabía que era la hija de la criada.
Sorprendida, les preguntó -¿Por qué la familia Junco adoptó a la hija de la criada?
Penélope le explicó -Mi hermano me contó que, al parecer, Elsa Junco fue víctima de un asalto y la criada recibió una puñalada por ella, salvándole la vida. Antes de morir, la criada le pidió a Elsa que le prometiera algo.
Al llegar a este punto, Penélope hizo una pausa y miró a Dafne con una expresión peculiar.
Dafne le preguntó con curiosidad -¿Por qué te detuviste?
Penélope continuó -¿Sabes qué fue lo que le pidió la criada a Elsa?
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