Capítulo 477
El dormitorio.
Agustín exploraba tranquilamente la habitación de Dafne.
El cuarto de Dafne estaba decorado de manera sencilla y acogedora.
Las sábanas y el edredón eran de un azul muy claro y de baja saturación.
En la habitación había también un vestidor.
Una suave fragancia flotaba en el aire, similar al aroma del perfume que Dafne usaba habitualmente, una esencia floral ligera y delicada.
Agustín deambulaba por el cuarto de Dafne, observando todo con interés.
Sobre la mesa había un mantel blanco, limpio y ordenado, con un jarrón lleno de flores de un azul hielo fresco.
Junto al jarrón estaba un pequeño perro de cerámica azul claro, que Agustín recordaba que Dafne y su madre habían teñido juntas en una tienda de manualidades.
Ese perrito se había roto antes, pero él había encontrado a un restaurador que lo reparó.
Agustín lo levantó con cuidado, dándole vueltas para examinarlo.
El pequeño perro de cerámica había sido restaurado a la perfección, idéntico al original.
Después de verlo, Agustín lo colocó de nuevo en su lugar con suavidad.
Sobre el gabinete de madera cercano, había varios marcos con fotos de Dafne y su mamá.
En una, Dafne, de unos cinco o seis años, vestía un adorable vestido de princesa rosa con un lazo en el cabello, sentada en el regazo de su madre, sonriendo radiantemente a la cámara con sus ojos claros y brillantes como gemas, y dos lindos hoyuelos en sus mejillas.
En otra, del octavo cumpleaños de Dafne, llevaba una hermosa corona de diamantes, cerrando los ojos para pedir un deseo frente al pastel, mientras su madre, Rocío Salazar, la observaba
con una sonrisa.
También había una foto de cuando Dafne tenía diez años y ganó un premio en un concurso de piano; sus padres estaban a su lado, su mamá sonriendo con dulzura, y Dafne sostenía el trofeo con una sonrisa inocente y radiante, sus ojos llenos de luz.
Todo esto formaba parte del pasado de Dafne, del que Agustín había estado ausente.
Agustín pasó la mano por las fotos, sus ojos reflejando ternura.
En el futuro, él no volvería a faltar en la vida de Dafne.
Una hora después, Clara finalmente se fue.
Después de que Elena preparó una comida especial para Eva, también se retiró.
Capítulo 477
Dafne por fin pudo respirar aliviada.
Abrió la puerta del dormitorio. -Puedes salir ahora.
El cuarto estaba vacío.
Dafne se sintió desconcertada y siguió adentrándose más en la habitación; era grande y solitaria, sin rastro de Agustín.
Empujó la puerta del vestidor. -Agustín, ¿estás ahí dentro?
Nada, nadie respondía.
Era extraño, ¿dónde podría estar?
-Agustín, ¿estás por aquí? -preguntó Dafne con curiosidad.
De repente.
Sintió un toque cálido en su muñeca y fue atraída con fuerza hacia un abrazo familiar.
Su espalda chocó contra un pecho firme, y a través de la delgada tela de una camisa, Dafne pudo sentir claramente el calor del cuerpo del hombre.
-Aquí estoy -respondió Agustín con una voz grave y magnética.
La abrazó desde atrás, apoyando la barbilla en su hombro, y al hablar, su aliento cálido acarició
el cuello de Dafne.
En un instante, Dafne sintió una corriente eléctrica recorrer su cuerpo, haciéndola temblar y casi perder el equilibrio.
Agustín notó el cambio en su cuerpo, y su tono se tornó juguetón y aún más seductor. -¿Qué pasa? ¿Ya no aguantas más?
Dafne dejó escapar un suave suspiro.
Se gíró para mirarlo a los ojos.
Frente a frente, Agustín se enderezó, sus ojos oscuros y profundos fijos en Dafne, con una marea de emociones latentes.
Después de unos segundos de mirarse, Dafne se puso de puntillas, rodeó el cuello de Agustín con sus brazos y lo besó.
Dafne no era experta en besos, y su intento fue desordenado, muy diferente a cuando Agustín tomaba la iniciativa.
2/2