Capítulo 479
Agustín llenó la bañera y colocó a Dafne con cuidado dentro, tomando una toalla para limpiar suavemente su delicada y blanca piel.
No sabía si era el vapor del agua caliente, pero el rubor en el rostro de Dafne no se desvanecía.
La bañera era amplia, así que ambos cabían sin problemas.
Dafne se recostó en el borde de la bañera, dejando que Agustín la lavara.
Agustín observó las mejillas sonrojadas de Dafne, sintió un impulso y se acercó para besar su
rostro.
La besó dos veces, como un pollito picoteando.
No era suficiente.
Agustín rozó suavemente los labios de Dafne con los suyos.
Dafne, agotada y sin fuerzas, se dejó besar por Agustín.
-Qué obediente -susurró Agustín mientras sus besos caían sobre los labios, el rostro y los ojos de Dafne.
Después del baño, Agustín llevó a Dafne al dormitorio, le secó el cabello y cambió las sábanas. Dafne se sentó en una silla mientras Agustín, de pie detrás de ella, le secaba el cabello.
-¿Puedo quedarme a dormir esta noche?
Dafne respondió con debilidad:
-Estoy realmente agotada, no tengo fuerzas.
El hombre detrás de ella soltó una leve risa, y mientras movía el secador, sus largos dedos se deslizaban entre su cabello.
-Te prometo que solo dormiré abrazado a ti, no haré nada más.
-No te creo.
-De verdad.
Acababan de estar juntos tres veces.
Desde la tarde hasta el atardecer.
Energía desbordante, casi aterradora.
Después de tanto tiempo sin estar juntos, Dafne no se atrevía a provocarlo más.
Dafne negó con la cabeza.
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-Aun así, no te creo.
-¿Cuándo te he mentido?
Mejor no hubiera dicho eso, porque en cuanto lo hizo, la expresión de Dafne se ensombreció y respondió con frialdad:
-¿Ah, sí? ¿Y qué dijiste cuando terminamos?
Agustín se quedó sin palabras.
Sabiendo que estaba en falta, rápidamente se disculpó:
-Mi error, en ese momento las circunstancias eran especiales, ahora sabes por qué lo hice, ¿verdad?
-Ja -respondió Dafne con frialdad-. Terminar es una cosa, pero decir que todo lo que me dijiste antes era mentira, ¿qué fue eso? Y lo de las noticias falsas con Maya, ¿no es también una mentira?
Agustín se justificó débilmente:
-Mentiras piadosas.
Dafne no se dejó convencer:
-Igual son mentiras.
-Está bien–Agustín cedió.
Una vez que terminó de secar el cabello de Dafne, le preguntó con ternura:
-¿Tienes hambre? ¿Qué te gustaría comer? Yo lo preparo.
-Lo que sea está bien.
Agustín fue a la cocina y vio que la olla eléctrica estaba conectada, en estado de “mantener
caliente“.
Al ver el vapor saliendo del estante de vapor, levantó la tapa y encontró cuatro platos y una
sopa.
Parece que la cocinera, Elena, había estado ahí.
Quizás tocó la puerta, pero ellos estaban tan absortos que no escucharon.
Agustín puso la comida en la mesa e invitó a Dafne a comer.
Al ver los platos y la sopa en la mesa, Dafne comentó con sospecha:
-¿Cómo es que lo hiciste tan rápido? Ni siquiera con un pedido a domicilio llega tan rápido,
-No lo hice yo.
Dafne se detuvo.
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Capítulo 479
Entonces, fue la cocinera quien lo hizo.
Pero en ese momento estaban muy ocupados disfrutando, no escucharon el timbre…
Estaba tan inmersa que olvidó que Elena venía a cocinar por la noche.
Qué vergonzoso.
Hubo momentos en que no pudo evitar hacer ruido.
¿Sería posible que… Elena lo escuchara y por eso no tocó la puerta?
El rostro de Dafne se sonrojó intensamente.
Agustín, sabiendo en qué pensaba, sonrió y dijo:
-No te preocupes, Dafi, somos de confianza.
Viendo que Dafne no se movía, Agustín la llevó suavemente hacia la mesa, le sacó una silla y
la hizo sentarse.
-Ven, come. Estás agotada y debes tener hambre.
Sin ver a Eva por ningún lado, Dafne se sintió extrañada.
Llamó a Eva:
-Eva, ¿ya comiste?
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