Capítulo 482
Los tripulantes llevaban las maletas mientras acompañaban a los invitados.
Luna, tomada del brazo de Dafne, la llevó hasta la puerta del cuarto donde se hospedarían esa noche.
-Dafi, este es tu cuarto -dijo Luna con un tono algo inseguro.
Dafne asintió con la cabeza. -Gracias.
Inmediatamente, Luna miró a Agustín y señaló con la mano la puerta de otro cuarto, que estaba en diagonal al de Dafne. -Agustín, tu cuarto está por allá.
Dafne se detuvo un momento.
Luna los había asignado a habitaciones separadas.
Ella bajó la mirada, sin decir nada más.
Agustín, con una expresión algo fría, echó una rápida mirada a Luna y dijo: -No te preocupes, me quedaré en el mismo cuarto que Dafi.
Las pestañas de Luna temblaron mientras respondía apresuradamente: -Pero el cuarto de Dafi es individual. Estarían muy apretados.
El crucero tenía cientos de habitaciones, todas con instalaciones completas y decoración lujosa. Incluso había un helipuerto en la cubierta.
Contaba con un cine, bar, salón de baile, sala de juegos, sala de billar y otras instalaciones de entretenimiento. En la popa, había una piscina gigantesca.
En un barco tan grande, decir que no había suficientes habitaciones era imposible; la intención de Luna era clara para todos.
Dafne no comentó nada, pero Agustín no estaba dispuesto a ceder.
Insistió en quedarse con Dafne.
Al escuchar que Luna decía que dos personas en un cuarto individual estarían apretadas, Agustín entró, miró alrededor y dijo: -No es apretado. Un espacio más pequeño es más acogedor, ¿verdad, Dafi?
-Dejen las maletas aquí -ordenó Agustín a los tripulantes.
Además de la maleta de Dafne, también dejó la suya, dejando claro que planeaba quedarse allí. En realidad, la habitación no era pequeña; era una suite con cama grande, perfecta para dos personas. Pero Agustín insistió en que “un espacio más pequeño es más acogedor“, dejando claro que no quería separarse de Dafne.
Dafne lo miró, sonrió y decidió no seguir el plan de Luna. -Luna, que se quede conmigo.
Capitulo 482
Una sombra de decepción cruzó los ojos de Luna, quien apretó los labios y dijo: -Está bien.
-Señorita Seballos, gracias por acompañarnos hasta el cuarto -concluyó Agustín, cerrando la puerta de golpe y dejando a Luna afuera.
Dafne rio. ¿Eso es ser cortés?
No todos los días se ve a un invitado echando al anfitrión.
Agustín sonrió. -Dije gracias, ¿no es suficiente?
-Vaya, qué caballeroso.
-No le hagas caso -Agustín la atrajo hacia él, susurrando con una voz profunda-. Quiero
besarte.
Sin esperar a que Dafne reaccionara, la besó..
Sus labios se unieron en un beso profundo y apasionado.
Afuera…
Luna se quedó paralizada.
Eva, con una expresión impasible, preguntó en tono frío: -Señorita Seballos, ¿dónde está mi
cuarto?
Luna volvió en sí y, con amabilidad, respondió a Eva: -Por aquí, déjame mostrarte.
-Ajá.
Luna era alguien que sabía distinguir bien entre amigos y enemigos.
La última vez, cuando la drogaron, Dafne y Eva la salvaron.
Según Dafne, Eva había derrotado a todos los hombres que las atacaron, salvando así a Luna.
Luna sentía gratitud hacia Eva, por eso la invitó especialmente a su fiesta de cumpleaños y le asígnó una suite individual de lujo.
Al terminar el beso, Dafne respiraba de manera entrecortada.
Frente al espejo, murmuró molesta: -Has arruinado mi labial.
Agustín sonrió. -Te lo arreglas y listo.
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