Capítulo 485
Dafne, con sus ojos oscuros mostrando un destello helado, dijo: -El que busca problemas eres tú.
Lucas, al ver que Nicolás tenía una expresión amenazante, instintivamente se colocó frente a Dafne, adoptando una postura protectora.
Dafne, sin embargo, empujó a Lucas a un lado. -Hazte a un lado, quiero ver cómo pretende buscarse problemas hoy.
Dafne avanzó frente a Lucas y, con una sonrisa fría, le dijo a Nicolás: -¿Todavía quieres volver a terminar en la comisaría?
-¡Vete al diablo! -gritó Nicolás con una palabrota, lanzándose para atacar.
Dafne esquivó hábilmente el ataque de Nicolás y estaba a punto de contraatacar.
De repente, alguien extendió una pierna y pateó con fuerza el abdomen de Nicolás, lanzándolo lejos.
La multitud alrededor exclamó sorprendida.
Los presentes del grupo Lunaria abrieron los ojos incrédulos, llevándose las manos a la boca.
¿Quién se atrevía a desafiar el peligro así?
Atreverse a patear a Nicolás frente a tanta gente.
Las miradas de todos se concentraron en el hombre que había intervenido.
Al verlo, quedaron atónitos.
¡Qué rostro tan impresionante!
El hombre tenía rasgos faciales marcados y atractivos, una figura esbelta, y en ese momento emanaba un aura intimidante. Sus ojos destellaban una amenaza que asustaba.
Entre la multitud que se acercaba a ver, alguien reconoció a Agustín y Dafne.
Alguien dijo: -¿No son esos el Sr. Junco y la Srta. Rosales? ¿Qué está pasando?
Entonces, la multitud curiosa se alborotó.
-¡No puede ser! ¿Dices que el hombre de la camisa negra es el Sr. Junco? ¿El mismo de la familia Junco que conozco?
-Sí, el que pateó a Nicolás al suelo es Agustín, el heredero del Grupo Junco, y la hermosa mujer a su lado es su antigua prometida, la Srta. Rosales, Dafne, de Silvania.
-Así que es el Sr. Junco, con razón es tan apuesto. Realmente es aún más impresionante en persona,
-Entonces, la hermosa mujer que Nicolás intentó agredir es la Srta. Rosales. ¡Increíble! Está en
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problemas; la familia Rosales es la más rica de Silvania. Escuché que la Srta. Rosales estuvo comprometida con el Sr. Junco. Nicolás se metió con la persona equivocada esta vez.
-Quien juega con fuego se quema. Siempre ha sido arrogante, ofendiendo a todos. Ahora se metió con el heredero de Silvania y la Srta. Rosales. Él es el que está buscando problemas, no ellos.
-Siempre me cayó mal Nicolás. Ojalá el Sr. Junco lo ponga en su lugar.
-¡Perfecto! Estaba preocupado por esa chica, pero ahora es Nicolás quien está en problemas. ¡Es un alivio!
-Aroa difamaba a la gente diciendo que vestían ropa y bolsos falsos. Nunca le creí. La elegancia de esa chica es evidente, parece una verdadera dama de alta sociedad.
-Estoy de acuerdo. Ella irradia nobleza, no parece para nada una persona pobre. Aroa, por otro lado, con su cara operada y aferrándose a Nicolás, realmente cree que es rica.
-¿También te cae mal Aroa? ¡A mí también! Es una sensación maravillosa ver cómo alguien que me desagradaba tanto finalmente es descubierto.
Nicolás se levantó del suelo con dificultad.
Sosteniéndose el abdomen, con el rostro pálido, murmuraba insultos: -Tú… maldita sea…
Pero al reconocer el rostro de Agustín, tragó sus palabras.
Nicolás cambió de expresión instantáneamente, mostrando una sonrisa servil. -Sr. Junco, ¿qué lo trae por aquí?
Había visto a Agustín en dos ocasiones antes.
La primera, hace cinco años, en la fiesta de cumpleaños del líder de Lunaria.