Capítulo 49
Dafne acababa de regresar a Silvania, y sus dos mejores amigas la llevaban de un lado a otro, disfrutando de comidas, bebidas, yendo de compras y paseando sin parar.
Había dejado de lado por el momento la idea de llevar su currículum al Bufete Justicia la.
Ese día, las chicas se reunieron para disfrutar de unos postres.
Iris había salido de fiesta la noche anterior y regresó a casa a las dos de la mañana, por lo que hoy estaba bastante agotada.
-Estos días no hemos hecho más que ir de compras o salir de fiesta. Ya me aburro -dijo Iris, apoyando la cabeza en la mesa. De repente, se le iluminó la mirada-. Hoy hace un buen día, ¿por qué no vamos por la tarde al rancho de Penélope a montar a caballo?
El rancho más grande de Silvania pertenecía a la familia de Penélope.
Las tres habían tomado clases de equitación juntas en el pasado.
Dafne sonrió, bromeando con Iris -¿Ya se te pasó la borrachera? Si no, mejor no vayas, sería como conducir ebria.
-Hace rato que ya estoy bien -le respondió Iris con una sonrisa traviesa-. Anoche vomité encima de Jaime, ¡pobre chico! Estaba tan aturdida que me pareció ver que su cara se ponía verde.
Penélope sonrió dulcemente y le preguntó -¿Iris, tu hermano no se enfadó contigo?
Iris le respondió -Pues no, la verdad es que Jaime ahora actúa un poco más como un hermano mayor. Después de que le vomité encima, se cambió de ropa, se duchó y me preparó una sopa para la resaca.
Jaime e Iris eran hermanastros.
La madre de Jaime había fallecido cuando él era muy pequeño.
Los padres de Iris se divorciaron cuando ella tenía siete años debido a problemas en su
relación.
Más tarde, el padre de Jaime conoció a la madre de Iris a través de un amigo en común, y ambos se casaron rápidamente, formando una nueva familia.
Iris tenía solo nueve años la primera vez que conoció a Jaime.
Jaime tenía catorce años en ese entonces, y estaba en su fase rebelde de la adolescencia. No le gustaba su madrastra, ni tampoco Iris, su nueva hermanita.
En su primer encuentro, Jaime tiró de las trenzas de Iris y le dijo que se fuera.
Pero Iris no era una niña fácil de intimidar.
Le mordió la muñeca a Jaime con fuerza, y hasta hoy él tiene una pequeña cicatriz que lo
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Capitulo 49
recuerda.
Dafne, revolviendo su bebida dulce con una cuchara, miró a Iris con interés -Parece que estás aquí para hacerle la vida imposible.
Iris dejó escapar una risita -Él antes siempre me molestaba.
Después de charlar un poco sobre sus familias, Iris le dijo -Hablando de eso, ¿vamos al rancho o no? Hace mucho que no monto a caballo, tengo ganas de ir.
-Claro le respondió Dafne-. En Aguamar no he montado a caballo en tres años, extraño aquellos días cuando competíamos.
Penélope sonrió con dulzura -Yo también voy.
Iris le dedicó a Dafne una sonrisa cómplice y abrió su lista de contactos -Voy a llamar a Jaime para que traiga a Agustín.
En el rancho.
Dafne se puso su atuendo de equitación.
Llevaba una chaqueta entallada de color gris claro, pantalones ajustados blancos y botas negras de montar, resaltando su figura perfectamente esculpida.
Se recogió el cabello en un moño, dándole un aire de elegancia y confianza.
Cuando Dafne salió, los demás la miraron con admiración.
-Vaya, Dafne, no te he visto en años, y te ves aún mejor -le comentó Jaime con su tono de voz despreocupado, bromeando.
Iris le pellizcó la cadera, entrecerrando los ojos -¡Cállate ya! Agustín aún no le ha dicho nada, no hagas el ridículo.
-¡Ay, por favor, suéltame! -se quejó Jaime, haciendo muecas de dolor.
Agustín miró a Dafne y sonrió levemente -Dafi, te ves muy bien hoy.
Él también llevaba puesto su atuendo de equitación.
Era de tonos grises, y ya fuera por casualidad o no, combinaba con el de Dafne, como si hicieran pareja.
La ropa de montar resaltaba la figura atlética de Agustín, con sus anchos hombros y cintura estrecha, su altura y sus largas piernas lo hacían destacar entre todos.
Capítulo 50
A su lado, se encontraba Fátima.