Capítulo 492
Era un sencillo juego.
Se sacaba una carta de comodín y varias cartas numeradas. Quien recibía el comodín se convertía en el rey y podía pedirle a cualquier poseedor de carta numerada que hiciera algo.
Casi todos los presentes eran parejas.
Agustín y Dafne, Jaime e Iris, Eduardo y Amanda.
Los solteros eran Penélope, Lucas, Luna y Matías.
Esto lo hacía interesante.
Todos podían ver que Lucas tenía sentimientos por Dafne.
Luna no ocultaba en lo más mínimo su interés por Agustín.
En cuanto a Penélope y Matías, los demás no notaban nada, pero Dafne sabía que Matías había venido solo por Penélope.
El juego era simple, pero emocionante.
Lo emocionante era que el rey podía pedirle al elegido que hiciera lo que fuera.
En la primera ronda, Iris se convirtió en la reina.
Iris miró a su alrededor con una sonrisa traviesa en los labios. -Diez de espadas, haz cien Пlexiones.
-¡Vaya! -exclamó Jaime-. ¿Cómo es que siempre te toca a ti?
Iris sonrió. -Eso se llama conexión especial.
Jaime se levantó resignado. -Muy bien, lo hiciste genial, pero la próxima vez no te toca.
Dicho esto, se colocó en el centro de la sala y empezó a hacer flexiones.
Jaime hizo cincuenta sin apenas sudar.
Eduardo lo miró y bromeó: -No está mal, tienes buena resistencia.
Jaime incluso tuvo tiempo para bromear. -Claro, si no tuviera resistencia, alguien me lo reclamaría.
Iris se sonrojó de inmediato. -¡Deja de decir tonterías y cierra la boca!
-Lo que tú digas.
Penélope se reía a un lado.
-¿De qué te ries? -Iris la miró con sospecha-. No me digas que ya entendiste, Penélope, ya no eres tan inocente.
19:45
–
Penélope sonrió suavemente. Para nada, no digas eso.
Jaime terminó sus cien flexiones y se incorporó, apenas sin aliento.
Abrió una botella de agua y bebió un par de tragos. -Vamos, tengo un abdomen de ocho cuadritos, ¿qué son cien flexiones para mí?
Iris le lanzó una mirada afilada.
Jaime: -¿Por qué me miras así? ¿No eres tú la que mejor conoce mis abdominales?
-¡Ya basta! -Iris se sonrojó aún más.
Con todo este alboroto, el ánimo de Dafne mejoró considerablemente.
Disfrutaba del espectáculo desde un lado.
En la segunda ronda, Eduardo se convirtió en el rey.
Con una sonrisa pícara, dijo: -Seis de corazones, elige a alguien del sexo opuesto para besar.
-¡Eso sí es atreverse! -exclamó Jaime. ¡Qué nivel! No esperaba menos de ti.
Eduardo sonrió con desenfado. -En una fiesta, los juegos deben ser emocionantes, ¿no?
Jaime, riendo, agregó: -A ver, ¿quién es el desafortunado con el seis de corazones?
Dafne miró su carta, el cuatro de espadas, y suspiró aliviada. No era ella.
Todos los demás hicieron lo mismo y se sintieron aliviados de no haber sido elegidos.
Agustín sonrió con calma y mostró su carta a todos.
Seis de corazones.
Jaime lo miró con picardía. -Oh, así que tú eres el seis de corazones. Déjame adivinar, ¿a quién querrás besar? ¿No será a Dafne?
La respuesta era clara.
¿Quién más si no Dafne?
Dafne, ya sea por el alcohol o por la vergüenza, se sonrojó ligeramente.
Agustín la miró con una voz seductora. -Dafi, ¿quieres besarme?
-Oh, qué caballero, ¿todavía preguntas? -Jaime bromeó con picardía.
212