Capítulo 54
Agustín hablaba con suavidad -Escucha, ya no eres una niña y, además, ahora tengo novia. Estoy a punto de comprometerme con Dafi, así que no podemos pasarnos de la raya.
El corazón de Dafne se estremeció ligeramente.
No esperaba que Agustín rechazara la petición de Fátima
por ella.
Fátima, al escuchar esto, cambió bruscamente su tono de su voz, elevándola varios niveles -¿Incluso entre hermanos hay que mantener tanta distancia? Hermano, ¿acaso Dafne es una mujer tan celosa? Ella fue la culpable de lo que me pasó, y en lugar de preocuparte por mí, ¿te preocupas por ella?
Dafne se dio la vuelta, lista para irse.
No tenía la osadía de insistir donde no era bienvenida.
Si Fátima no la apreciaba, no veía razón para quedarse.
La voz de Agustín contenía un toque de enfado -Fátima, ya te he dicho que Dafne será tu cuñada algún día, ¡no puedes ser grosera con ella!
En ese momento, una enfermera con un gotero se acercó a la puerta de la habitación. Al ver a Dafne, le dijo -Por favor, déjame pasar.
Fátima y Agustín giraron la cabeza al mismo tiempo y vieron a Dafne en la puerta.
Dafne suspiró y siguió a la enfermera hacia adentro.
Fátima mostró abiertamente su desprecio -¿Quién te mandó a entrar aquí?
Casi al mismo tiempo, Agustín le dijo -Dafi, ya estás aquí.
La enfermera comenzó a ponerle la medicina intravenosa a Fátima.
Fátima miró a Dafne con frialdad, sus ojos eran como agujas afiladas que la atravesaban.
Dafne, sin perder la compostura, sostuvo la mirada de Fátima y le dijo con firmeza -¿Dijiste que esto fue mi culpa?
Fátima había supuesto que, después del incidente, Dafne estaría nerviosa y preocupada, pero su reacción fue sorprendentemente tranquila.
Esto la tomó un poco por sorpresa.
Sin embargo, Fátima no perdió su compostura.
Siguió con su actuación, sin responder de inmediato a la pregunta de Dafne, y giró la cabeza hacia Agustín, mostrando una expresión de tristeza y lágrimas en los ojos.
-Hermano, sé que la primera vez que me encontré con Dafne le dejé una mala impresión. Hoy en el rancho, pensé en acercarme a ella porque será mi futura cuñada…
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Con lágrimas en los ojos, Fátima continuó -Le pedí a Dafne que me enseñara a montar a caballo, solo quería pasar tiempo con ella, y acercarnos más.
-No esperaba que me odiara tanto -Fátima seguía, con voz entrecortada-. En un descuido, ella le dio una patada al caballo, que salió corriendo como loco. Me asusté muchísimo.
Fátima, llevando su actuación al límite, lloró mientras la acusaba -Dafne, entiendo que no te guste, pero no te he hecho nada malo. ¿Por qué me harías esto?
Deteniéndose aquí, Fátima levantó la vista para observar la expresión de Agustín.
Agustín frunció ligeramente el ceño, pero su tono de voz no era severo, y le preguntó a Dafne -Dafi, ¿qué pasó realmente en el rancho esta tarde?
Debajo de las sábanas, la mano de Fátima que no estaba enyesada se apretó con fuerza.
¡Su hermano no le creía!
¿Por qué seguía siendo tan amable con Dafne?
Cuando estaba en la secundaria, unas chicas la acosaron, y su hermano hizo que la escuela las expulsara.
En el bachillerato, cuando unos matones la molestaron, su hermano los golpeó hasta enviarlos al hospital.
En la universidad, cuando un pervertido la seguía y la fotografiaba, su hermano hizo que le rompieran la mano.
Ahora, después de decirle que Dafne le había provocado este accidente, con el cuerpo lleno de heridas, enyesada y con suero en el hospital, su hermano no atacó de inmediato a Dafne, sino que en su lugar preguntó a ella qué había pasado realmente.
Los celos la consumían por dentro.
Fátima deseaba con todo el odio de su corazón lanzarse sobre Dafne y darle una paliza.