Capítulo 55
Dafne le echó una rápida mirada a Fátima y luego se giró hacia Agustín, sin mostrar ninguna emoción en sus ojos. -Si te dijera que Fátima está mintiendo, ¿me creerías?
Agustín se quedó momentáneamente perplejo, sin responderle de inmediato.
Dafne esbozó una sonrisa irónica.
¿Cómo pudo ser tan tonta de hacerle esa pregunta?
Fátima era la hermana que había crecido con él desde pequeña, y Dafne era una pareja unida por un matrimonio acordado, sin una base emocional después de tres años de no verse.
Hasta un tonto sabría a quién elegiría Agustín.
Sin embargo, Agustín solo estuvo sorprendido por un momento antes de responderle con firmeza: -Te creo.
Dafne se quedó pasmada.
No podía creer lo que oía.
¿Agustín realmente había decidido creer en ella?
Entonces, Fátima…
Dafne vio cómo el rostro de Fátima se ponía pálido de repente.
-Hermano, jella está intentando jugar con tu mente! ¿Cómo puedes creerle a ella y no a mí?
-Basta. Agustín la miró con frialdad-. Desde la primera vez que viste a Dafi, sentiste una inexplicable hostilidad hacia ella. Cuando dijiste que ella había pateado al caballo cuando no estabas mirando, ya sabía que estabas mintiendo.
El rostro de Agustín se llenó de frialdad. -Dafi no es ese tipo de persona, lo sé muy bien. Tú misma has dicho que no tiene motivos para hacerte daño, ¿así que por qué lo haría?
Dafne observó a Agustín en silencio.
Sentía una mezcla de emociones.
¿Por qué Agustín estaba tan decidido a elegirla, por qué confiaba en ella sin condiciones?
Ella pensaba que entre ella y Fátima, Agustín elegiría sin dudar a Fátima.
Dafne sintió un nudo en la garganta y sus ojos se humedecieron.
En ese momento, la emoción en su corazón era indescriptible.
La mirada de Agustín hacia Fátima era tan fría como el hielo. -Fátima, no olvides que tu apellido sigue siendo Uribe.
El mensaje era claro: no eres realmente parte de mi familia, así que no te comportes de manera
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imprudente solo porque te adoptamos.
Al escuchar esto, la cara ya pálida de Fátima perdió aún más color.
Sus labios temblaban y sus lágrimas corrían sin cesar.
Abrió la boca, pero no pudo decir.
-Descansa bien, me voy. -Agustín le soltó esas palabras y se dio la vuelta para marcharse.
Dafne, de pie junto a la cama del hospital, miró fríamente a Fátima, que lloraba desconsoladamente, y suspiró: -¿Por qué tienes que hacer esto?
Afuera del hospital, en el estacionamiento al aire libre.
Agustín caminaba al lado de Dafne, con una expresión de disculpa en sus ojos. -Dafi, lo siento mucho.
Dafne se giró para mirarlo. -¿Por qué te disculpas conmigo?
-Mi familia no educó bien a Fátima. -Agustín suspiró-. No sé por qué te quiso incriminar de esa manera. No te preocupes, me aseguraré de aclarar todo.
Dafne soltó una pequeña risa. -No es necesario preguntarte, ya sé por qué.
-¿Ah? -Agustín mostró confusión.
Los labios de Dafne se curvaron. -Agustín, ¿realmente no ves lo que siente Fátima?
Agustín: -¿Qué quieres decir?
Dafne le explicó lentamente: -Ella me ataca por ti.
Agustín frunció el ceño, sin decirle nada.
Dafne lo miró directamente a los ojos y le dijo claramente: -Fátima está enamorada de ti, por eso me ve como su rival. Está haciendo esto para crear un conflicto entre nosotros.
Agustín permaneció en silencio, pensativo.
Dafne continuó caminando.
Agustín la alcanzó. -Dafi, espera.
Dafne abrió la puerta del coche y se sentó en el asiento del conductor.
Agustín se acomodó en el asiento del copiloto.
Mientras se abrochaba el cinturón de seguridad, le dijo: -Ya lo entiendo, de ahora en adelante mantendré distancia con ella.
Dafne se detuvo por un momento. -¿Por qué?
Agustín le respondió: -¿No dijiste que ella está enamorada de mí? Antes no conocía esos sentimientos de ella por mí, solo la veía como una hermana. Ahora que lo sé, por supuesto que
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debo mantener distancia con ella.
Le habló con seriedad: -Dafi, quiero darte seguridad.
Dafne le preguntó -¿Por qué confías en mí incondicionalmente? Fátima creció contigo desde pequeña, deberías confiar más en ella, ¿no? ¿Por qué me crees a mí?
Agustín la miró con ternura en sus ojos y le respondió -Ya se lo dije en la habitación del hospital, tú no eres ese tipo de persona.
-¿Solo por eso? -le preguntó Dafne.
¿Solo por confiar en su personalidad?
La tenue luz amarilla de las farolas se filtraba a través del parabrisas, iluminando el interior del coche.
El amor en los ojos de Agustín era inconfundible.
-También porque te amo. Amar significa confiar en la persona que amas sin condiciones -le dijo él, con cada palabra resonando con firmeza.
El corazón de Dafne dio un vuelco.
Ella, nerviosa, giró la cabeza, sonrojada y sin palabras.