Capítulo 57
La eficiencia de su asistente fue muy buena. Al día siguiente, ya había enviado la dirección de la casa de la familia de Dafne.
Parecía ser un vecindario común y corriente.
Bruno entrecerró los ojos.
Silvania, ¿eh?
Justamente en unos días tenía que ir a Silvania para negociar una colaboración e inversión con el Grupo Salazar.
Dafne, si no vienes a buscarme, esta vez seré yo quien te busque.
Dafne envió su currículum al Bufete Justicia y pronto recibió una respuesta, preguntándole si podía asistir a una entrevista al día siguiente.
Dafne acordó la hora de la entrevista y comenzó a prepararse para ella.
El Bufete Justicia era el bufete más prestigioso de Silvania, y gozaba de una alta reputación.
Trabajar allí durante unos años sería muy beneficioso para su carrera profesional.
En ese momento, dentro del Bufete Justicia:
-Srta. Uribe, ya he acordado la hora de la entrevista con Dafne -dijo Helena, la supervisora del bufete, con el móvil en la mano y con un tono de voz respetuoso.
-Muy bien, ofrezcanle las condiciones salariales que desee. Es importante que la retengamos. Una vez que se una, asígnales los casos más difíciles que tengan. Si lo hacen bien, tengo varios casos importantes de más de un millón de dólares del Grupo Junco que se los entregaré a su equipo.
Helena, encantada, le respondió de inmediato: -No se preocupe, me aseguraré de cuidar bien de esta nueva empleada.
En la habitación del hospital.
Fátima colgó el teléfono y sonrió con malicia.
Cuando Dafne llamó a Agustín diciéndole que quería buscar trabajo, Fátima estaba sentada junto a él.
Escuchó claramente cuando Agustín recomendó a Dafne el Bufete Justicia.
Según entendió de la conversación, Dafne quería enviar su currículum y asistir a la entrevista por su cuenta, sin utilizar conexiones, y le pidió expresamente a Agustín que no le avisara al bufete ni revelara que era la hija de la familia Rosales o la futura nuera de la familia Junco.
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Capitulo 57
Pensando en esto, Fátima soltó una risa sarcástica.
Dafne, Dafne, tu orgullo te llevará a la ruina.
Esa misma noche, Fátima contactó con Helena, la supervisora del Bufete Justicia.
En Silvania, todas las industrias debían tener en cuenta al Grupo Junco.
Su posición en la familia Junco le resultaba bastante útil.
Aunque era solo una hija adoptiva, Elsa la había criado como a su hija biológica, y Agustín la consideraba como una hermana menor.
Durante años, había asistido a eventos comerciales bajo el título de “Señorita de la familia Junco“, y la gente la reconocía por ello.
Ya había investigado. Aunque Dafne era de la familia Rosales, no le gustaba socializar y casi nunca se dejaba ver en los eventos comerciales de la alta sociedad.
Tampoco le gustaba ostentar lujos en las redes sociales, siempre había sido discreta.
Por eso, aunque la familia Rosales era una familia influyente, pocas personas en el exterior habían visto a Dafne.
Además, la noticia del compromiso de Dafne con Agustín aún no se había hecho pública, solo lo sabían los familiares y amigos cercanos.
Esto facilitaba a Fátima hacer sus movimientos a escondidas.
Fátima pensó con una mirada siniestra: Dafne, tú me has forzado a esto. Agus es mío.
Al día siguiente, Dafne se levantó temprano, se maquilló ligeramente y se puso una camisa blanca y un traje negro, el atuendo clásico de un abogado en ejercicio.
El Bufete Justicia estaba ubicado cerca de la Universidad de Silvania, bastante lejos de la villa de la familia Rosales, a unos diez kilómetros de distancia. En hora pico, el trayecto en coche podía tomar más de una hora.
Dafne recordó el aniversario de su primer año en la universidad. Su primo, Domingo Salazar, le había regalado un apartamento lujoso para facilitarle sus estudios, justo frente al vecindario de la Universidad de Silvania, lo cual estaba muy cerca del Bufete Justicia.
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