Capítulo 61
Al día siguiente en el trabajo, Helena le asignó a Dafne dos casos.
Helena le entregó personalmente las carpetas de los casos a Dafne, hablándole a toda velocidad: -Este caso es de un cliente que quiere apelar. El abogado anterior renunció, así que ahora te lo pasan a ti. El período para apelar está por terminar, sería mejor que hoy mismo redactaras el escrito de apelación, organizaras todo el material y lo presentaras en el tribunal.
-Y este otro caso es de una lesión laboral. Necesitas llevar al cliente para que le hagan el reconocimiento de la lesión y la evaluación de su capacidad laboral. Mira si puedes llevarlo hoy o mañana. Mañana ya es viernes, no puedes dejarlo para la próxima semana.
Dafne recibió las carpetas, asintiendo repetidamente con la cabeza: -Está bien, está bien.
Empezó el día con casos por resolver, no en vano era el bufete más grande de Silvania.
No le importaba estar ocupada, mientras haya casos, ganaría comisiones y acumularía experiencia.
Dafne habló con los clientes y revisó un poco las pruebas. Estos dos casos eran bastante complejos.
Ella acordó con el cliente lesionado ir mañana a hacer el reconocimiento de la lesión. Hoy debía apresurarse a presentar el caso de apelación en el tribunal.
Cuando Dafne terminó el trabajo planificado para hoy, ya había oscurecido por completo.
Los compañeros ya se habían ido a casa hace rato. En el bufete solo quedaba ella.
Había trabajado hasta tan tarde que no tuvo tiempo de cenar.
Dafne organizó los documentos en su escritorio, apagó las luces, cerró con llave y salió del bufete.
Su apartamento estaba a solo unos diez minutos a pie del bufete, Dafne caminaba al trabajo y de vuelta a casa todos los días.
Agustín llamó por teléfono.
-Dafi, ¿ya estás en casa?
-Acabo de salir del trabajo, estoy caminando hacia casa ahora mismo.
Agustín le preguntó: -¿Has cenado?
-Aún
no, no tuve tiempo. Pensaba pedir algo de comida a domicilio cuando llegue a casa.
Agustín, con un tono de voz juguetón, le dijo: -Srta. Rosales, su pedido está en camino.
-¿Eh? ¿Me hàs pedido algo de comida?
La voz de Agustín sonaba risueña -El repartidor Agustín está en camino para entregarlo.
Capítulo 61
Dafne soltó una risita y le preguntó: -¿Ese amable repartidor va a traerme la cena?
-Síla voz de Agustín era suave y cálida-. Estoy a punto de llegar, en unos quince minutos estaré en la entrada del condominio.
Quince minutos, justo a tiempo.
A Dafne le tomaría unos diez minutos llegar a la entrada del condominio.
Agustín sabía calcular el tiempo perfectamente.
En la mente de Dafne, Agustín no era alguien que soliera bromear.
Llamarse a sí mismo repartidor era algo que contrastaba mucho con el carácter reservado de Agustín.
En los últimos encuentros, había notado que Agustín no era como el chico frío que recordaba.
El ambiente se alivió con la broma de Agustín, Dafne sonrió y bromeó: -¿Me has puesto un dispositivo de vigilancia? Sr. Junco, violar la privacidad de otra persona es ilegal.
La voz grave de Agustín era muy seductora: -¿Vas a denunciarme? Con gusto iré a la cárcel por ti.
Agustín le hablaba con un tono de voz pausado, su voz sonaba baja y sensual, lo que hizo que Dafne se sonrojara.
-Ejem, ejem -Dafne tosió a propósito para disimular su incomodidad y cambió de tema-. No hables mientras conduces, podrías distraerte.
Agustín pareció reírse: -Es el chofer quien conduce.
Dafne se rio en silencio…
Charlando con Agustín, llegó a la entrada del condominio.
Tenía una sonrisa dulce en los labios, su voz era alegre y toda su atención estaba enfocada en la llamada telefónica, sin darse cuenta de que había un hombre parado bajo un árbol en la
entrada del condominio.
-Dafne.
La voz de Bruno resonó en la oscuridad de la noche.
19:43