Capítulo 63
Agustín ni siquiera le dirigió una mirada a Bruno, y sin decirle una palabra más, levantó su puño y golpeó directamente el rostro de Bruno.
Ese puñetazo llevaba toda su furia, usando toda su fuerza.
Bruno sintió un fuerte dolor, instintivamente soltó a Dafne y se llevó la mano a la cara -¿Estás loco?
Agustín jaló a Dafne, protegiéndola detrás de él, mirando fríamente a Bruno con ojos llenos de amenaza, y apretando los dientes le dijo -Aléjate de ella.
Bruno, ya irritado por el golpe, se sintió aún más frustrado al ver a ese hombre protegiendo a Dafne.
De repente empujó a Agustín -¡No te metas! Ella es mi mujer, ¡no la toques!
Agustín le entregó un envase con comida a Dafne -Yo me encargo de él, espérame allá.
Después de decir eso, le dio una patada contundente a Bruno.
Bruno cayó al suelo, con un profundo dolor en su abdomen.
Con dificultad, Bruno se levantó del suelo. Él, como miembro de la distinguida familia García, siempre había sido el centro de atención. Nunca en su vida había sido humillado de esta
manera.
Este hombre claramente tenía una relación especial con Dafne, ¿y ella había encontrado a alguien más después de separarse de él? ¿Así tan rápido?
Al pensar en eso, el corazón de Bruno le dolía, y su furia crecía más y más, levantó el puño e intentó golpear con fuerza a Agustín.
Agustín esquivó su golpe moviendo la cabeza y lanzó un puño directo a la nariz de Bruno, haciendo que su sangre brotara instantáneamente.
Dafne quería intervenir, pero con dos hombres furiosos peleando, no podía detenerlos.
Para no causar más problemas a Agustín, Dafne obedientemente se mantuvo a un lado.
Bruno, con la nariz sangrando profusamente, sentía como si toda la sangre de su cuerpo fluyera hacia su cabeza.
Con los ojos inyectados en sangre, gritó una palabrota, levantando una pierna para patear a Agustín.
Agustín gruñó y rápidamente contraatacó, empujando a Bruno al suelo, presionando su rodilla contra él, con una mano sujetando firmemente el cuello de Bruno, mientras que con la otra golpeaba repetidamente su cara.
Agustín, quien había recibido una educación de élite, siempre había mantenido una imagen de
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calma y elegancia frente a los demás.
A excepción de un incidente años atrás, nunca se había peleado con nadie.
No esperaba que, después de tantos años, volviera a pelear por Dafne.
Bruno, en desventaja, recibió varios golpes antes de encontrar la oportunidad de contraatacar, liberándose del agarre de Agustín, con las venas de su frente abultadas y los ojos enrojecidos, lanzando golpes y patadas con toda su fuerza, como si no se detendría hasta acabar con él.
Agustín también lo golpeaba sin piedad, decidido a derrotar a Bruno.
Dafne nunca había visto a Bruno y Agustín tan violentos, parecían haber perdido la razón, viendo que la pelea se intensificaba, ella también se asustó, si continuaban así, alguien podría morir.
Intentó gritar “¡Paren ya!” pero fue en vano.
Ambos hombres, cegados por la ira, se golpeaban hasta sangrar.
El chofer de Agustín trató de intervenir, pero Bruno lo derribó.
El guardia de seguridad de la entrada del complejo, al escuchar el alboroto, corrió rápidamente, al ver al chofer en el suelo, se detuvo abruptamente, sacó su celular y decidió llamar a la policía y a una ambulancia.
Los transeuntes, al ver la pelea tan feroz, temieron resultar heridos y se apresuraron a pasar por el borde del jardín.
Solo hasta que llegaron los paramédicos y la policía, los dos fueron separados a la fuerza.
Bruno terminó con la cara hinchada y la nariz ensangrentada. Lucía todo magullado, con la camisa rasgada y lleno de polvo, en un estado lamentable.
Agustín no estaba mucho mejor, con el ojo y la boca heridos, el dorso de su mano lastimado, sangrando, sucio y desaliñado, muy lejos de su habitual imagen de caballero elegante.
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