Capítulo 64
Una vez separados por los policías, Dafne corrió inmediatamente hacia Agustín, con los ojos llenos de preocupación y con sus lágrimas a punto de caer. Su voz temblaba con un tono quebrado -Agus, estás herido, tienes que ir al hospital.
Al ver a Dafne, la furia en los ojos de Agustín se desvaneció al instante, y su expresión se suavizó -Estoy bien.
No muy lejos, Bruno, retenido por los policías, presenció todo con el corazón hecho pedazos.
Su rostro estaba lleno de dolor, con un aire de desolación, como el de un perro callejero abandonado por su dueño -Dafne, ¿quién es él?
Al escuchar esa pregunta, los ojos de Dafne se llenaron de ira. Se giró bruscamente y se encontró con la mirada de Bruno.
La intensidad del odio en sus ojos era tan evidente que hirió profundamente a Bruno.
En ese momento, Bruno escuchó a Dafne, con una voz fría como el hielo.
–Bruno, no quiero volver a verte. Hazme el favor de desaparecer de mi vida para siempre.
Estas últimas palabras las pronunció, casi con los dientes apretados.
El pecho de Bruno se contrajo, sintiendo como si una daga le atravesara el corazón, dejándolo sin aliento y destrozado.
Él también estaba herido, con la cara cubierta de sangre.
Pero en sus ojos, no había ni rastro del cariño que alguna vez tuvo.
Su mirada hacia él estaba llena de indiferencia y odio.
¿Lo odiaba porque había lastimado a ese hombre?
Antes, cuando Bruno sufría heridas por las carreras con sus amigos, Dafne lloraba tanto que sus ojos se hinchaban como nueces, quedándose a su lado en el hospital sin moverse de su lado.
Incluso cuando él tenía un simple resfriado, ella lloraba preocupada y se aseguraba de que tomara su medicina a tiempo, dándole de comer.
Pero ahora, aunque estaba gravemente herido, ella permanecía impasible, con su corazón y su mente concentrados en otro hombre.
Bruno, sin querer rendirse, le preguntó de nuevo con una voz temblorosa -¿Quién es él?
Dafne le dijo lentamente, con una voz helada -Mi prometido.
Bruno no podía creerlo.
Sus ojos se llenaron de lágrimas, y su voz tembló -¿Qué? ¿Me estás engañando, verdad?
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19:43
Los paramédicos ayudaron a Agustín a subir a la ambulancia.
Dafne ya no prestó atención a Bruno y se subió al vehículo junto a Agustín.
Bruno intentó seguirlos, pero fue detenido por los paramédicos y colocado en otra ambulancia.
Ambos llegaron al mismo hospital.
El hospital público no tenía habitaciones VIP, así que después de tratar sus heridas, Bruno y Agustín fueron temporalmente puestos en la misma habitación.
Bruno estaba acostado en la cama cerca de la puerta.
Cuando Dafne entró en la habitación, lo primero que vio fue a Bruno con la cabeza vendada y recibiendo suero.
Sin mirarlo, ignoró a Bruno y se dirigió directamente a Agustín, sentándose a su lado y preguntándole por sus heridas, cuidándolo con ternura mientras le daba agua.
Para ella, Bruno era como si no estuviese ahí.
Bruno volteó la cabeza hacia Dafne, mirándola en silencio, emanando una sensación de tristeza.
Dafne, sin percibirlo, continuó hablando con Agustín, sin dirigirle ni una sola mirada a Bruno.
Bruno la llamó varias veces, pero ella fingió no escucharlo.
Tras el interrogatorio rutinario de la policía sobre el incidente, ambos contaron la verdad y acordaron resolverlo de manera privada. Al final, la policía se retiró después de darles una copia del informe.
Poco después, el asistente de Agustín, Gustavo, llegó apresuradamente con los guardaespaldas.
-Sr. Junco, ¿qué sucedió? -Gustavo estaba sudando frío, con el rostro pálido, visiblemente asustado.
Apenas habían pasado dos horas sin verlo, ¿y cómo es que el Sr. Junco estaba tan herido?
Si la familia de Agustín se enteraba, él estaría en serios problemas.
La expresión de Agustín era seria -No pasó nada, no le cuentes a nadie sobre esto, especialmente a mi familia, ¿entendido?
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