Capítulo 67
Serena vio cómo el cuchillo del hombre se dirigía hacia ella y, en un acto de desesperación, agarró a la persona más cercana para usarla como escudo.
La persona atrapada era Inés, cuyo rostro se volvió pálido como el papel, temblando incontrolablemente, con lágrimas de miedo fluyendo sin parar.
El psicopata, blandiendo su cuchillo, se abalanzó hacia Inés.
Inés cerró los ojos de golpe, resignándose a su destino.
Sin embargo, no sintió ninguna puñalada.
Un suspiro colectivo resonó a su alrededor.
Inés abrió los ojos temblorosa, quedándose muda de asombro ante la escena que se desplegaba ante ella.
Dafne se había lanzado sobre el delincuente.
El hombre, con evidentes signos de locura y armado con un cuchillo, luchaba sin ningún método. Agitaba el cuchillo frenéticamente, sin importarle nada, mientras Dafne esquivaba ágilmente sus puñaladas, aunque no pudo evitar que le cortara el brazo.
Su sangre brotó al instante, manchando de sangre su camisa blanca.
El hombre le gritó con furia: ¡Maldita seas, así que tú también quieres morir! -y con el cuchillo en alto, volvió a lanzarse contra Dafne.
Dafne, soportando el dolor, esquivó el cuchillo de lado y rápidamente atrapó la muñeca del hombre que sostenía el arma, torciéndola con fuerza.
Un crujido seguido de un grito de dolor llenó el aire.
El hombre, instintivamente, soltó el cuchillo.
Dafne lo pateó lejos, y un compañero aprovechó para recogerlo.
Sin el cuchillo, el delincuente ya no era rival para Dafne.
Dafne lanzó una serie de puñetazos que hicieron gritar de dolor al delincuente, seguido por una patada que impactó fuertemente en su cabeza.
El hombre, aturdido y desorientado, apenas pudo mantenerse en pie antes de que Dafne lo derribara con una serie de patadas, dejándolo tirado en el suelo.
Los gritos de asombro de los presentes se sucedían.
Todos se quedaron boquiabiertos.
Nadie esperaba que la aparentemente tranquila Srta. Rosales pudiera ser tan implacable en una pelea.
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Capítulo 67
Después de dejar al psicópata fuera de combate, finalmente llegaron la ambulancia y la policía. Con el psicópata arrestado y Víctor, que yacía en un charco de sangre, llevado por la ambulancia, la gente por fin se atrevió a acercarse a Dafne.
Habiendo presenciado a un compañero de trabajo ser apuñalado, los empleados del bufete no sentían alivio, sino miedo y terror.
Inés, con el rostro lleno de lágrimas, habló con voz temblorosa por el miedo: -Srta. Rosales, yo… yo pensé que iba a morir… fue muy aterrador. Si no fuera por usted, estaría muerta. Gracias, Srta. Rosales.
Helena, todavía asustada, estaba pálida: -En mis diez años de carrera, es la primera vez que me enfrento a algo así. No me imaginaba que ser abogada es un trabajo de alto riesgo.
Serena, aún conmocionada, le preguntó: -Srta. Helena, ¿cree que Víctor… sobrevivirá?
Helena le respondió fríamente: -Víctor estará bien.
Mientras tanto, los demás compañeros de trabajo, recuperados del pánico, comenzaron a elogiar la valentía y la habilidad de Dafne.
-Srta. Rosales, no sabía que tuviera esas habilidades. Me dejó impresionado, ¡fue increíble!
-Sí, sí, Srta. Rosales, gracias por salvarnos a todos.
-Srta. Rosales, eres una heroína.
A pesar de los elogios de sus compañeros, Dafne no les dijo nada.
Con el rostro serio, se dirigió a Serena: -Serena, ¿acaso intentaste usar a Inés como escudo
humano?
Serena, sintiéndose culpable, evitó la mirada de Dafne y murmuró: -Yo… fue una emergencia… estaba desesperada…
Los compañeros del bufete, que habían visto lo que hizo Serena, ahora la miraban con desdén.
Serena se sintió agraviada, creyendo que si no hubiera hecho eso, la hubieran matado. Al fin y al cabo, las personas son egoístas por naturaleza.
-Fue una emergencia, ¿verdad? -le respondió Dafne con una voz gélida-. Y pensar que eres abogada, ¿no sabes que la vida humana no puede ser utilizada para emergencias?
Cualquier persona con conocimiento básico de leyes sabría eso.
Serena simplemente estaba tratando de librarse de su responsabilidad.
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