Capítulo 70
Bruno bajó la mirada.
Era una buena idea.
Era una chica de veintitantos años, agradarla sería mucho más fácil que agradar a Domingo.
-Sr. García, ¿regresamos al hotel? -le preguntó el conductor.
Bruno lo pensó un momento y luego le dijo al conductor -Detente en la entrada del centro comercial que está más adelante.
Macarena pensó que Bruno quería ir de compras, y sonriendo le dijo -Bruno, ¿vas al centro comercial a elegir un regalo para la prima del Sr. Salazar? Déjame acompañarte, la prima del Sr. Salazar tiene más o menos mi edad, así que sé lo que una mujer de esa edad podría gustarle.
Mientras hablaba, el coche ya se había detenido en la entrada del centro comercial.
Bruno les dijo con indiferencia -Bajen del auto.
Macarena obedientemente abrió la puerta y se bajó.
-Tú también baja con ella le indicó Bruno a su asistente.
-¿Ah? -el asistente se quedó pasmado por un instante, y rápidamente abrió la puerta-. Oh, claro, Sr. García.
Macarena se quedó parada junto al auto esperando a que Bruno bajara con ella.
Sin embargo, Bruno no se bajó como ella esperaba.
En cambio, cerró la puerta y se alejó rápidamente en su Maybach negro.
La sonrisa de Macarena se congeló y se quedó parada ahí, confundida por unos segundos.
¿Qué significaba esto de Bruno?
¿La había dejado tirada?
El asistente de Bruno, también en la intemperie, la miraba a ella con incertidumbre.
El asistente, visiblemente incómodo, esbozó una sonrisa: -Srta. Caldera, el Sr. García debe tener sus propios planes, yo… yo me voy a casa. Adiós.
Macarena, furiosa, pisoteó el suelo y sacó su teléfono para llamar a Bruno.
En el auto, el celular de Bruno vibró.
Bruno lo ignoró, masajeándose las sienes con frustración, dejando que su teléfono vibrara sin
parar.
Después de un rato, le dijo al conductor -Ve a la Villa Serena, frente a la Universidad de
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Silvania.
-Muy bien, Sr. García.
La Villa Serena era el complejo donde vivía Dafne.
Justo cuando el auto se detuvo, Bruno vio a ese hombre siguiendo a Dafne dentro del complejo. Bruno se bajó apresurado del auto para seguirlos, pero fue detenido por el guardia de seguridad.
-Señor, por favor, tiene que pasar por reconocimiento facial.
Bruno le inventó -Acabo de mudarme y no he tenido tiempo de registrarme. Déjame entrar, mañana vendré a registrar mi imagen.
El guardia, con rostro serio, le dijo -Entonces, muéstreme su identificación y dígame el número de edificio y apartamento para verificar.
Viendo que no podía engañarlo, Bruno decidió entrar a la fuerza.
El guardia no era tan fácil de convencer, y al ver que intentaba colarse sin autorización, lo sujetó firmemente -Si sigue así, llamaré a la policía.
-¡Déjame entrar! -Bruno le gritó, con las venas en la frente a punto de estallar, y con sus ojos enrojecidos.
Ese hombre había entrado con Dafne a su casa.
¿Qué iban a hacer?
¿Ya se habían acostado juntos?
Las imágenes de ellos en la cama enredados invadían su mente sin control.
Bruno estaba a punto de enloquecer.
Imaginarse a Dafne disfrutando en la cama con ese hombre lo llenaba de una rabia incontrolable.
Tres años de relación y él nunca se había acostado con ella, ¿por qué ese hombre sí?
-¡Déjame entrar! -Bruno rugió, golpeando al guardia en la cara.
El guardia, viendo que la situación se descontrolaba, inmediatamente llamó a sus compañeros a través del radio para pedir refuerzos.
Mientras Bruno y el guardia peleaban, Dafne y Agustín ya se habían alejado, ajenos a lo que sucedía detrás de ellos.
Bruno se enfrascó en una pelea con los guardias en la entrada del complejo.
Los compañeros del guardia en turno llegaron y, enfrentándose a dos, Bruno fue finalmente superado e inmovilizado en el suelo.
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Al final, la policía llegó y se lo llevó detenido.