Capítulo 84
Dafne tomó el expediente y le echó un vistazo.
-Si logras cerrar este caso le dijo Helena-, te daré una comisión del veinte por ciento según el estándar del departamento de negocios, además se puede acumular con las comisiones de los honorarios del abogado.
A Dafne no le importaba mucho las comisiones.
Lo que le interesaba era que negociar el caso le permitiría mejorar sus habilidades de negociación.
Antes, en el bufete de abogados de Aguamar, las personas del departamento de negocios se encargaban de cerrar los casos y luego se los pasaban a los abogados para que los trabajaran. En Aguamar, Dafne no tenía muchos contactos, por lo que casi no tenía oportunidades de salir a negociar por sí misma.
Dafne aceptó el trabajo y levantó la vista hacia Helena -Está bien, Srta. Helena.
Helena le dio unas palmaditas tranquilizadoras en el hombro a Dafne -Ve a las siete al Club Amanecer. Haré que Guillermo vaya contigo. Gracias por trabajar horas extras.
Dafne asintió con la cabeza -No hay problema.
A las seis y media de la tarde.
Dafne fue al escritorio de Guillermo -Guillermo, ¿cómo vamos a ir más tarde?
Guillermo la miró de una manera extraña, con un leve desprecio -Lleva el Rolls Royce de tu novio para impresionarlos.
Ayer, al visitar a un Victor en el hospital, Serena y Guillermo habían visto a Dafne bajarse de un Rolls–Royce, y Guillermo le había preguntado al respecto.
Dafne frunció el ceño -Ahora no hay tiempo para que él lo traiga. Mejor tomo un taxi.
Ella tenía su propio auto, pero lo había dejado en la villa de su familia, y Agustín la había llevado de regreso a su apartamento. No había tenido tiempo de traer su coche.
Además, Helena le había avisado al final del día que tendría que salir a negociar el caso, así que no había tiempo para traer ese auto.
Guillermo, con un tono de voz mordaz, le dijo -¿Te duele dejarlo? Claro, para gente común como nosotros, sentarse en el Rolls–Royce de tu benefactor es un lujo. ¿Un taxi? ¿Es que menosprecias mi Porsche Macan? Claro, no se compara con un Rolls–Royce.
Dafne lo miró frunciendo el ceño, visiblemente molesta -¿De qué estás hablando? ¿Tienes algún problema conmigo? ¿Qué quieres decir con benefactor?
1/2
10-19
Guillermo sonrió -No te equivoques, Srta. Rosales. No es nada, solo que tienes suerte de poder montarte en un coche tan lujoso. Te envidio.
Dafne, irritada, le replicó -¿Te he ofendido de alguna manera? ¿Por qué ese tono sarcástico? ¿Acaso el auto es tuyo?
Guillermo resopló -No tengo tanto dinero.
Dafne no se contuvo -Nunca he visto a un hombre tan chismoso como tú. En lugar de hablar tantas sandeces, mejor trabaja duro. ¿Por qué tanta amargura?
Guillermo se molestó al escucharla llamarle chismoso. Su expresión se endureció y, con enfado, le dijo -Claro, claro, soy un chismoso. Ojalá fuera mujer, así podría aprovecharme de los hombres, como mismo lo haces tú.
Dafne se enfureció, su rostro se enrojeció de rabia -Eres abogado, así que sabes que difamar a otra persona es un delito. Será mejor que cuides tus palabras, o no dudes que te denuncie.
Guillermo, al darse cuenta de que había ido demasiado lejos, rodó los ojos y se marchó con su maletín, sin decir más.
Dafne, una vez calmada, pidió un taxi.
El Club Amanecer no estaba lejos de la firma, a solo diez minutos de viaje.
Al entrar en el salón privado, Dafne se encontró a Guillermo bebiendo con dos clientes.
Ambos clientes eran directores de empresa, hombres de mediana edad, cada uno con una mujer de compañía en sus brazos.
Al entrar Dafne, todas las miradas en la sala se centraron en ella.
2/2