Capítulo 20
Al regresar al estudio, ya casi amanecía. Floriana estaba completamente agotada. Se puso el pijama y se dejó caer en la cama, quedándose dormida de inmediato.
No sabía cuánto tiempo había pasado cuando fue despertada por un insistente golpe en la puerta.
Floriana abrió los ojos de golpe, mirando el familiar techo mientras respiraba rápidamente. Le tomó un momento darse cuenta de que había sido solo un sueño.
En su sueño, se encontraba sobre un río de sangre, y en la distancia, podía escuchar el llanto de un bebé…
Desde afuera, escuchó la voz de Andrea: -Flori, ¿estás despierta?
Las pestañas de Floriana temblaron ligeramente mientras se incorporaba en la cama y se levantaba, aunque al ponerse de pie sintió que el mundo le daba vueltas.
-Flori, ¿Flori…? -la voz de Andrea sonaba cada vez más preocupada.
-Voy, voy -respondió Floriana, sosteniéndose mientras caminaba pesadamente hacia la
puerta.
Al abrirla, Andrea soltó un suspiro de alivio.
-Flori, me asustaste. Ya son las diez y no has salido. Temía que te hubiera pasado algo.
Floriana siempre tenía un horario fijo, nunca se quedaba en la cama hasta tarde. Hoy, definitivamente, había dormido más de lo habitual.
-Estoy bien contestó Floriana, aunque su voz sonaba algo ronca.
Andrea notó que algo no estaba bien. Con el ceño fruncido, la observó detenidamente: -Flori, te ves terrible, ¿estás enferma?
Al escucharlo, Floriana se tocó la frente, sintiendo que estaba un poco caliente.
-Tal vez he estado demasiado ocupada estos días. Unos días de descanso y estaré bien.
-¿Cómo que descanso? -Andrea extendió su mano para tocarle la frente-. ¡Tienes fiebre! ¡Debes ir al hospital!
Floriana pensó que ir al hospital era una molestia. -Con un poco de medicina para la fiebre
estaré bien.
-¿No vamos al hospital? -insistió Andrea.
-No, solo necesito dormir un poco más.
Floriana apenas podía mantenerse en pie, así que regresó a la cama y se acostó nuevamente.
Andrea, preocupada, la siguió: -Hay mucho resfriado ahora, ¿segura que no quieres ir al
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hospital?
-De verdad, no hace falta -replicó Floriana, mirándola-. Este año el estudio no tomará más encargos. Hoy dile al departamento de finanzas que pague los sueldos completos por 12 meses a todos, y que además den un bono de ciento ochenta mil pesos a cada uno. A partir de mañana, todos tendrán vacaciones hasta después del carnaval.
Andrea se quedó boquiabierta: -¿Un bono tan grande?
Aunque el estudio había tenido un buen año, dar ciento ochenta mil a cada uno sumaba casi un millón de pesos.
-Todos han trabajado mucho conmigo este año, especialmente Félix y Elsa, que ya son mayores. Se merecen ese bono.
La restauración de antigüedades era un trabajo complejo, y aunque Floriana se encargaba de las piezas más valiosas y difíciles, el sesenta por ciento del trabajo dependía de los maestros del estudio.
Andrea lo pensó un momento y dijo: -Tal vez debería recibir menos. Félix y Elsa sí se lo merecen por su experiencia, pero yo soy solo una asistente. No me siento cómoda recibiendo
tanto.
-¿Cómo vas a ser prescindible? -Floriana le respondió con seriedad-. Desde que se fundó el estudio, has estado encargándote de todo. Gracias a ti, puedo estar tranquila.
Andrea se sonrojó ante el cumplido, sonriendo de oreja a oreja.
-¡Flori, eres increíble! No hay otra jefa tan talentosa y bella como tú.
Floriana esbozó una leve sonrisa: -Tu lengua es más dulce que la de Rafael.
Al mencionar a Rafael, Andrea preguntó: -¿Dónde está Rafael? ¿No estaba aquí anoche?
-Anoche tuvo una fiebre alta, bronquitis, y está hospitalizado. Su papá y su abuela estarán con él estos días.
-¿Ah? -Andrea frunció el ceño-. ¿No te habrá contagiado Rafael?
Floriana se quedó pensativa un momento.
Andrea le tomó la mano: -Vamos, esta gripe no es algo para tomar a la ligera. Ahora mismo te llevo al hospital.
Floriana en realidad no quería ir, pero al recordar que estaba embarazada…
Suspiró ligeramente: -Está bien, sal primero, me cambio de ropa y salgo.
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