Capítulo 24
El quinceavo día del último mes lunar, el día en que la madre de Floriana, Rosa Jaramillo, salía de prisión.
Luna había tomado el día libre para acompañar a Floriana a recoger a Rosa.
El pronóstico del tiempo había acertado, hoy era un día excepcionalmente soleado.
La luz del sol rompía las densas nubes invernales y se derramaba sobre la tierra, brillando sobre la nieve acumulada como si fueran gemas resplandecientes.
Frente a las puertas de la prisión en las afueras de Arbolada, Floriana vestía un abrigo de lana color crema, su figura era esbelta y su larga cabellera hasta la cintura se balanceaba suavemente con el viento.
-Lulu, ¿qué hora es? -preguntó Floriana con la mirada fija en los altos muros que se alzaban frente a ella, sus manos entrelazadas revelaban su nerviosismo.
Luna le dio un suave toque en el hombro. -Son apenas las ocho y media, saldrá pronto, no te desesperes.
Justo cuando terminó de hablar, se escuchó un movimiento en la gran puerta de hierro de la prisión.
Una pequeña puerta lateral se abrió.
Los ojos de Floriana parpadearon y corrió inmediatamente hacia allí.
-¡Mamá!
Rosa la vio y se sorprendió un poco, luego sonrió. -Flori, ya estás aquí.
-Sal y empieza una nueva vida aconsejó un joven guardia antes de girarse y volver al interior. La puerta se cerró de nuevo.
Floriana colocó el abrigo de plumas que traía sobre los hombros de Rosa. -Mamá, vine a llevarte a casa.
Rosa asintió, luego dirigió su mirada a Luna, observándola por un momento antes de reconocerla. -¿Eres Lulu?
Luna sonrió. -Sí, señora, Flori y yo vinimos a llevarla a casa.
Rosa se sintió profundamente conmovida y tomó la mano de Luna con fuerza. -Buena chica, gracias a ti por estar con Flori todos estos años. Tengo que agradecerte.
-No sea tan formal, señora. Flori y yo crecimos juntas, somos como hermanas. No se
preocupe, vamos a casa. ¡Flori compró una nueva casa y la decoró tan bonita y acogedora que le encantará!
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Capitulo 24
-Bien, vamos a casa. -Rosa sostenía a Floriana con una mano y a Luna con la otra, sonriendo con los ojos llenos de arrugas por la emoción-. Vamos a casa.
Villa de los Sueños.
El ascensor llegó al último piso y las puertas se abrieron.
Las tres salieron del ascensor, y Luna fue la primera en entrar al departamento y encender el fuego en la chimenea, colocándola justo en el vestíbulo. -¡Señora! Cruce la chimenea paral alejar la mala suerte, y que la vida sea de ahora en adelante llena de dicha y felicidad.
Los ojos de Rosa se humedecieron, pero asintió sonriendo y cruzó sobre la chimenea.
Floriana miró a su madre cruzar y entrar en su nuevo hogar, decorado con tanto esmero, y en ese instante, la emoción la sobrecogió, haciendo que sus lágrimas cayeran de repente.
Se giró apresuradamente y se limpió las lágrimas con la mano.
Habían pasado cinco años, y por fin había traído a su madre de vuelta de esa fría prisión a un hogar verdaderamente suyo.
Un hogar que no tenía nada que ver con la familia Sagel o la familia Jaramillo, un hogar que era completamente suyo y de su madre.
Luna llevó a Rosa a recorrer toda la casa, mostrándole cada rincón, hasta llegar al dormitorio
de Rosa.
Sobre la cama había un conjunto de ropa nueva que Floriana había preparado de antemano. Luna tomó la ropa y se la entregó a Rosa.
-Señora, tome una ducha y cámbiese, después Flori y yo la llevaremos a disfrutar de una
buena comida.
Rosa aceptó la ropa nueva y, al mirar las prendas en sus manos, las apretó ligeramente.
Después de un rato, murmuró con la voz entrecortada: -Flori ha pasado por mucho por mi culpa…
Luna le acarició la espalda. -Ahora que ha regresado, Flori ya no tendrá que sufrir.
La puerta del baño se cerró y el sonido del agua cayó sobre el llanto contenido de Rosa.
Luna salió de la habitación justo cuando Floriana entraba, ya habiendo recuperado la
compostura.
–
-Tu mamá está en la ducha le dijo Luna al ver sus ojos aún enrojecidos, suspirando-. Ustedes dos son muy parecidas, siempre prefieren llorar a solas.
Floriana se detuvo, sorprendida. -¿Mi mamá está llorando?
-No te preocupes, déjala desahogarse un poco. Se siente culpable contigo.
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Capitulo 24
Floriana guardó silencio, apretando los labios.
Rosa había estado en prisión cinco años, y todo ese tiempo había envejecido mucho, se veía más delgada y como si hubiera envejecido diez años.
Durante esos años, Floriana la había visitado con frecuencia, compartiendo con ella sus logros empresariales y los avances en la remodelación de su nuevo hogar, pero nunca había mencionado su matrimonio con Valentín.
Si su madre supiera lo mal que había terminado su matrimonio, seguramente se sentiría aún
peor…
-¿De verdad no planeas contarle a tu mamá? -Luna se acercó y le susurró-. Aunque los procedimientos de interrupción del embarazo son seguros ahora, es mejor que hagas un pequeño reposo para evitar secuelas.
-Ya lo tengo todo planeado -respondió Floriana-. La empleada doméstica llegará mañana, y la operación será pasado mañana. Le diré que debo irme de viaje de negocios por una semana, así que cuando regrese será casi Navidad.
Luna suspiró. -Está bien, si ya lo has planeado, te apoyaré en lo que necesites.
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