Capítulo 26
Valentín apareció y la familia Sagel se encogió de inmediato.
Hace cinco años, Valentín defendió a Rosa personalmente, y la familia Sagel perdió de manera abrumadora, un recuerdo que aún los atormentaba.
Isaac miró con furia a Floriana y Rosa, y se dio la vuelta para irse.
-Abuelita, el tiempo está de nuestro lado, no tenemos que apresurarnos.
Joaquina y los demás miembros de la familia Sagel, aunque molestos, realmente temían a Valentín.
-Hoy solo les dimos una advertencia a esta madre e hija que no saben apreciar lo que tienen -dijo Joaquina con enojo-. ¡Tendremos muchas más oportunidades para enfrentarlas en el futuro!
Los miembros de la familia Sagel asintieron en acuerdo con la anciana.
Isaac apoyó a Joaquina y junto con los demás se retiraron por otro camino.
Luna los observó retirarse con las prisas. No pudo evitar reír irónicamente.
-¡Qué grupo de cobardes!
Valentín, desde que apareció hasta ese momento, ni siquiera había dedicado una palabra o mirada a la familia Sagel.
Para él, no merecían su atención.
Con tranquilidad, dirigió la mirada a Floriana antes de volverse hacia Guillermo.
-¿Un conocido?
Guillermo señaló a Luna con una sonrisa.
-Nos encontramos con una conocida.
Luna y Guillermo trabajaban en el mismo hospital, pero en diferentes departamentos. Guillermo era un experto de renombre en oncología, mientras que Luna era una ginecóloga que apenas había sido confirmada en su puesto el año pasado. Sin embargo, Guillermo era conocido por su amabilidad, su apariencia distinguida y su trato caballeroso, lo que lo convertía en el sueño de muchas mujeres en el hospital, incluida Luna,
Luna y Guillermo habían compartido algunas experiencias al participar juntos en brigadas médicas rurales. Así que, en efecto, podían considerarse conocidos.
Lo que Luna no esperaba era que Guillermo conociera a Valentín, y que además parecieran tener una buena relación.
Luna miró a Floriana.
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Floriana observaba a Valentín con una expresión aparentemente serena, pero sus labios apretados revelaban su verdadera emoción.
Aunque había decidido dejar de lado sus sentimientos por Valentín, el amor no es algo que se pueda abandonar de inmediato. Cada vez que Valentín aparecía, los ojos de Floriana seguían su figura sin darse cuenta.
Luna suspiró en silencio.
El amor, a veces, puede ser cruel…
Rosa reconoció a Valentín al instante.
-Señor Ferrer.
Valentín dirigió su mirada hacia Rosa, pero de alguna manera acabó enfocándose en Floriana por un instante.
Floriana sintió un temblor en sus pestañas y todo su cuerpo se tensó al sentir la mirada de
Valentín.
Rosa no esperaba encontrarse con su benefactor el primer día fuera de prisión. Emocionada, dio un paso adelante y se inclinó profundamente ante Valentín.
-No he tenido la oportunidad de agradecerle, señor Ferrer. ¡Gracias a usted, mi hija y yo podemos estar juntas hoy!
Valentín la miró con una expresión indiferente.
-Señora Jaramillo, no es necesario agradecerme. Solo hice lo que debía hacer -respondió Valentín con una voz baja y distante.
La mano de Floriana se apretó en un puño a su lado.
Las palabras “señora Jaramillo” la hirieron como agujas en el corazón, eclipsando el dolor en el
dorso de su mano.
-¿Valentín?
Tatiana salió de un salón contiguo y miró a todos con una expresión inocente.
-¿Ha pasado algo?
En el momento en que Tatiana apareció, el último rastro de color desapareció del rostro de Floriana.
Rosa observó a Tatiana, cuya presencia y apariencia parecían complementar perfectamente a Valentín, y sonrió.
-Esta debe ser la señora Ferrer, ¿verdad? El señor Ferrer no solo es exitoso, sino que también tiene un gran ojo para elegir esposa.
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