Capítulo 30
La puerta del baño se cerró de golpe con un -¡bam!– y enseguida se escuchó el sonido de Floriana vomitando.
Después de vaciar el desayuno que había tomado por la mañana, sintió un alivio considerable.
El sonido perturbador del vómito atravesó la puerta del baño.
Rafael frunció el ceño y miró a Valentín preguntando: -Papá, ¿por qué mamá vomita tanto? ¿Está enferma?
Valentín, con una mirada profunda, le acarició suavemente la cabeza a Rafael. -Quizás ha estado muy ocupada estos días.
-Entonces, ¿mamá no podrá venir a verme tan seguido?
Valentín simplemente respondió: -Eso puedes preguntárselo tú mismo.
Rafael soltó un suspiro, murmurando con cierta insatisfacción: -Antes no estaba tan ocupada. Parece que desde que mamá volvió, ha estado mucho más atareada…
La puerta del baño se abrió.
Floriana salió después de arreglarse.
Valentín y Rafael la miraron.
-Mamá -llamó Rafael, con el rostro lleno de preocupación-, ¿estás bien?
Después de vomitar, Floriana se sentía mucho mejor, pero aún algo débil.
Valentín la observó con ojos intensos. -¿Te sientes mal del estómago?
Las pestañas de Floriana temblaron y un destello de nerviosismo pasó por sus ojos.
Apretó los labios, aparentando calma.
Valentín rara vez se preocupaba por ella, y Floriana no creía que su preocupación fuera genuina.
¡Temía que él descubriera algo!
-¿Has ido al médico?
Él no debería haber preguntado, porque cuanto más preguntaba, más nerviosa se ponía Floriana.
Después de todo, Valentín había sido padre y, dado el amor que tenía por Tatiana, cuando ella estuvo embarazada, seguramente había aprendido mucho sobre el tema.
Floriana no podía descifrar los pensamientos de Valentín y temía que hablar demasiado la llevara a cometer errores, así que decidió no responderle.
Capitulo 30
Evitando a Valentín, se acercó al otro lado de la cama y acarició la mejilla de Rafael. -No te preocupes, mamá está bien. Comí algo que me cayó mal, pero con un poco de medicina estaré mejor.
Valentín levantó una ceja, relajando la tensión, y dejó de preguntar.
-Mamá, tienes que tomar tus medicamentos y descansar bien -dijo Rafael, agarrando la mano de Floriana-. Aunque me encantaría que estuvieras conmigo todos los días, si estás enferma, es mejor que descanses. Yo me portaré bien.
Floriana se conmovió profundamente, dándose cuenta de que había exagerado en sus preocupaciones.
Rafael, su pequeño que había cuidado con tanto cariño durante cinco años, seguía siendo tan comprensivo y atento como siempre.
-Gracias, Rafael. Mamá descansará más. -Floriana sabía que no podría ver a Rafael durante un tiempo y no podía evitar sentirse preocupada.
-Mamá, mañana tengo que irme de viaje por trabajo, pero cuando vuelva te traeré un regalo de Año Nuevo. Así que asegúrate de comer bien y seguir las indicaciones del médico para que te recuperes pronto.
-¿Viaje de trabajo? -Rafael frunció el ceño, mirando a Floriana con ojos expectantes-. ¿Cuántos días estarás fuera?
-Aproximadamente diez días.
-¡Tanto tiempo! -dijo Rafael, mostrándose disgustado-. Mamá, antes nunca te ibas de viaje, ¿qué haré si te extraño?
-Es por trabajo -respondió Floriana, haciendo una pausa-. Si me extrañas, puedes llamarme o hacer videollamadas.
Rafael infló las mejillas con descontento.
¿Qué sentido tenía llamar o hacer videollamadas? ¡Floriana no podía cocinar para él a través del teléfono!
Solo de pensar que no podría comer la comida de Floriana durante diez días, Rafael se sintió muy desanimado.
Su estado de ánimo se reflejaba claramente en su rostro.
Floriana también se sintió un poco dolida al verlo así.
Rafael nunca había estado separado de ella tanto tiempo, y al pensar que él quizás no quería que se fuera, Floriana se sintió aún más culpable.
Floriana lo abrazó. -Rafael, esto es trabajo y mamá debe ir.
Rafael se acurrucó en el abrazo de Floriana, inhalando el aroma familiar de su madre, lo que calmó su malestar.
Aunque el perfume de su madre era agradable, Rafael prefería el aroma natural de Floriana, que lo hacía sentir seguro.
Rafael se relajó, abrazando a Floriana. -Entonces, mamá, trabaja bien. Prometo portarme bien. Además, cuando regreses, no solo quiero regalos, ¡también quiero que me prepares muchas comidas deliciosas!