Capítulo 32
En la estación de la policía de tránsito, se revisaban las grabaciones de las cámaras. Floriana se había quedado inmóvil durante tres segundos después de que el semáforo cambiara a verde, y Isaac, sin reducir la velocidad, había provocado una colisión por alcance.
-Aunque el carro de adelante demoró en arrancar, el de atrás no disminuyó la velocidad en el cruce. Fue un error de juicio que causó la colisión, así que la responsabilidad es del conductor de atrás. ¿Quieren resolverlo a través del seguro o llegar a un acuerdo privado? -explicó el
oficial de tránsito.
-¡Compañero, mírame! ¡Estoy herido! -Isaac señaló un pequeño rasguño en su frente, con una actitud muy descarada-. Ahora me siento mareado y con ganas de vomitar. ¡Necesito ir al hospital para que me revisen!
-Está bien, pero primero necesitamos completar algunos trámites aquí -respondió el oficial.
-¡No, no puedo esperar! -Isaac se quejaba mientras se sujetaba la cabeza con expresión de dolor-. ¡Voy a vomitar ahora mismo! Si me pasa algo, ustedes serán responsables.
Era obvio que Isaac solo quería aprovecharse de la situación.
Floriana, sentada a un lado, observaba con calma todo el espectáculo de Isaac. Sabía que él no tenía problemas para pagar, solo quería molestarla.
Este incidente no era más que el inicio del juego de Isaac para fastidiarla…
-Si la parte responsable no coopera, procederemos con una demanda judicial.
Una voz masculina, profunda y autoritaria, resonó en el lugar. Floriana se sorprendió y al voltear vio a Valentín entrando por la puerta.
El hombre, alto y con una presencia imponente, se acercó a ella con paso firme. Floriana, instintivamente, intentó ponerse de pie, pero Valentín le puso una mano suave en el hombro.
-Quédate sentada, yo me encargo le dijo con una voz serena pero firme, y esas simples palabras cayeron como una pesada carga en el corazón de Floriana.
Ella pensaba que ya no sentía nada por Valentín, pero en ese momento, el ritmo descontrolado de su corazón delataba sus verdaderos sentimientos. Aún podía perder la compostura con un simple gesto de él.
Floriana bajó la mirada, sus manos en su regazo se apretaron con fuerza mientras sus pestañas ocultaban el tumulto en sus ojos. Ella sabía que podía manejar la situación sola, pero si Isaac insistía en ser terco, sería más complicado y le tomaría tiempo.
Mañana tenía una operación programada y no quería que Isaac le arruinara el ánimo. Así que aceptó la ayuda de Valentín.
Con Valentín, un abogado de renombre, presente, Isaac no tuvo más remedio que colaborar. En menos de diez minutos, los trámites estaban listos y la responsabilidad recaía completamente
Capítulo 32
en Isaac. Se acordó utilizar el seguro, y el carro de Floriana sería enviado al taller para reparaciones, lo cual tomaría al menos una semana.
Después de firmar, Isaac lanzó una mirada de odio a Floriana, pero ni siquiera se atrevió a mirar a Valentín y se marchó furioso.
Al salir de la estación, Floriana agradeció a Valentín.
Valentín, observando su actitud distante y cortés, comentó:
-Tú aún eres, al menos en papel, mi esposa. No puedo permitir que te traten así.
Estas palabras no le eran desconocidas a Floriana. Durante los primeros años de su estudio, cuando enfrentaba presiones de la competencia, Valentín también la había ayudado.
En ese entonces, ella se emocionó, creyendo ingenuamente que Valentín quizá sentía algo por ella. Pero él solo había aclarado que lo hacía porque estaban unidos legalmente, nada más.
Mirando al hombre frente a ella, todavía frío y distante, Floriana sintió un dolor en el pecho. A pesar de saber que no podía aferrarse a él, su corazón seguía queriendo tambalearse cada vez que se acercaba.
El poco afecto y cuidado que él le brindaba era suficiente para desarmar su fachada de
fortaleza.
No podía seguir así.
Floriana reprimió el torbellino de emociones y, con un semblante sereno, le dijo:
-Modifica el acuerdo lo antes posible. Cuando regrese de mi viaje, terminaremos con esto.
Valentín arqueó una ceja.
-¿Tienes tanta prisa por divorciarte por Tatiana?
Floriana no esperaba esa pregunta. Sonrió levemente.
-El acuerdo fue idea tuya, entregado por Tatiana. ¿No es mejor que les deje el camino libre?
Valentín entrecerró los ojos, una sombra de duda cruzó por su mirada.
-Valentín, nuestro matrimonio siempre fue un trato. Durante estos cinco años, he cumplido. con mi papel de madrastra. Ahora que Tatiana ha vuelto, te devuelvo a ti y a Rafael. ¿Qué más quieres de mí?
El tono de Floriana era suave y controlado, pero solo ella sabía cuánto le dolía. Con cada palabra, su corazón se rompía, dejando heridas que no sanarían.
Su sangre, llena de pasión y amor, se escapaba lentamente, dejando solo un cascarón vacío. Nadie sabía cuánto le había costado mantener esa apariencia impenetrable.