Capítulo 45
Valentín frunció levemente el ceño y bajó la mirada para observar a Tatiana.
Tatiana, sintiendo su mirada, levantó la vista hacia él y parpadeó con inocencia. Con una voz suave, comentó:
-Hoy los tacones me están lastimando un poco.
Valentín no dijo nada y giró la cabeza para mirar a Floriana.
Floriana mantenía la vista al frente, con una expresión distante. Al pasar junto a Valentín, ni siquiera le dedicó una mirada de reojo.
Los ojos alargados de Valentín se fijaron hacia adelante, sin revelar ninguna emoción en sus oscuros ojos.
Tatiana soltó su mano.
-¡La mujer que acaba de pasar está guapísima!
Péres lanzó un silbido.
-Pensaba acercarme a platicar con ella, pero al ver que entró en el salón de Isaac y su grupo, me eché para atrás. La manera en que esos tipos tratan a las mujeres es repugnante, no quiero arriesgarme a nada, mejor no.
Al escuchar esto, Guillermo miró instintivamente a Valentín.
El rostro serio de Valentín no mostraba ninguna reacción.
Pero Guillermo aún pensaba que había algo entre Valentín y Floriana.
Es una intuición que solo los hombres pueden tener al observar a otros hombres.
-No sabes nada Y solo hablas por
hablar -Guillermo lanzó una mirada a Hilario-. Esa es la
hermana de Isaac, aunque su relación no es la mejor.
-¿De la familia Sagel? -Hilario se mostró sorprendido-. Con una familia como la de los Sagel, que trata a las mujeres como herramientas para alianzas, ¿cómo es que Isaac tiene una hermana tan impresionante que la mantienen escondida?
-Parece que la señorita Sagel rompió relaciones con la familia hace mucho -Tatiana le dijo a Hilario con suavidad-. Hila, la señorita Sagel no lo ha tenido fácil, no deberías hablar mal de ella.
-¡Oh! -Hilario de repente recordó-. La chica que la familia Sagel rechazó, de la que tanto se habló en Internet hace unos días, ¿es ella?
¡Hila! -Tatiana frunció el ceño y le dijo con seriedad-: No deberías hablar así de la señorita Sagel. Ella y su madre han pasado por mucho.
-¡Bah! -Hilario rio con desdén-. Si tuvo las agallas para seducir a Valentín, ¿cómo puede ser
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una pobrecita?
-¡Hila!
Al ver que Tatiana realmente se molestó, Hilario levantó las manos en señal de rendición y sonrió con picardía.
-Está bien, está bien, Tatiana, no te enojes. Retiro lo que dije.
Tatiana le lanzó una mirada de reproche.
-Siempre te aprovechas de ser el más joven de todos nosotros y hablas sin pensar.
Hilario se encogió de hombros.
-Tengo un poco de hambre. ¿Por qué no buscamos algo para cenar?
-Mañana tengo turno temprano, vayan ustedes sin mí -respondió Guillermo antes de despedirse y marcharse.
Hilario miró a Valentín.
-¿Vienes?
–
-No, gracias respondió Valentín con voz tranquila.
Hilario dirigió su atención a Tatiana y suspiró.
-Ya sé, si Valentín no va, tú tampoco.
Tatiana sonrió tímidamente.
-No digas tonterías, es por el papel que tengo. Mi representante me vigila y no puedo subir ni
un kilo.
-Está bien, está bien -Hilario sacó su teléfono y buscó en su lista de contactos-. Ustedes son unos adictos al trabajo o andan siempre de la mano de sus parejas. Es más divertido llamar a mi pequeña dulzura…
Mientras hablaba, ya había marcado el número. Con un tono meloso, llamó “bebé” a quien estaba al otro lado, y se fue hablando por teléfono…
Valentín y Tatiana tomaron el ascensor hasta el estacionamiento subterráneo, donde su asistente, Pío, ya había traído el carro.
Pío salió del carro y abrió la puerta trasera.
Tatiana se agachó para entrar.
La puerta seguía abierta, pero Valentín permanecía afuera, sin moverse.
Tatiana, curiosa, preguntó:
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-¿Por qué no subes?
-Deja que Pio te lleve primero -dijo Valentín con voz baja.
Tatiana se quedó sorprendida, mirándolo.
-Valentinu vas a buscar a la señorita Segel?