Noches de Amor y Engano 5

Capítulo 5 

Desde pequeño, Rafael ha tenido una salud delicada, y su asma congénita le impide llorar de forma intensa. 

A pesar de todo, Floriana no tiene el corazón para dejar a Rafael de lado, ya que ella fue quien lo crió. 

-Rafael, mi amor, mamá no te ha abandonado. ¿De acuerdo? No llores más, ¿sí? 

Floriana solo quería calmar a Rafael. Sin embargo, Estefanía interpretó sus palabras de otra 

manera. 

-Floriana, ¿no tienes vergüenza? ¡Rafael ni siquiera es tu hijo! ¿Cómo puedes atreverte a decir esas cosas? 

Estefanía, quien siempre se había mostrado como una mujer distinguida y digna, no ocultó su desprecio hacia Floriana, dejando ver su lado más mordaz. 

-Ahora entiendo por qué Rafael nunca ha querido acercarse a mí. Siempre está pegado a ti como si solo fueras su madre. ¡Ya veo que le has estado lavando el cerebro! 

Con semejante acusación, Floriana no pudo evitar que su expresión se tornara más seria, aunque intentara proteger al niño. 

-Señora Ferrer, cuando me casé con Valentín no le pedí su opinión, y si no me acepta como nuera, no puedo forzarla. Pero frente a un niño de cinco años, ¿realmente está siendo usted un buen ejemplo? ¿Es que no ve que esto es irrespetuoso? 

-¡Tú! -Estefanía estaba furiosa por la respuesta de Floriana-. ¿Me estás desafiando? 

-No tengo por qué hacerlo. 

Floriana miró directamente a Estefanía, sin bajar la mirada ni un momento. 

-El tema del divorcio con Valentín es asunto nuestro. Pueden quedarse con Rafael, no voy a pelear por él. 

-¡No, no quiero! -Rafael, al escuchar que se quedaría, se aferró aún más a Floriana, llorando aún más fuerte-. ¡Mamá, no me dejes! ¡No me gusta la casa de la abuela, ni esa mujer mala! ¡Quiero irme contigo a casa! 

Rafael lloraba con tal fuerza que su voz se quebró, En cinco años, Floriana nunca había permitido que llorara así. 

Suspirando, Floriana miró a Estefanía. 

-Está muy alterado y no escucha razones ahora mismo. Me lo llevaré a casa y, cuando se calme, le explicaré todo con calma. 

Dicho esto, Floriana tomó la mano de Rafael y se dirigió hacia la puerta. 

Rafael, desesperado por salir de allí, corría a su lado, temiendo que lo dejaran atrás. 

-¡Rafael! 

Tatiana llamó, alcanzándolos rápidamente. 

En el patio, Tatiana tomó a Rafael del brazo. 

-Rafael, no te vayas. Mamá cometió errores, pero tenía sus razones. ¡Te amo! 

-¡Eres una mala mujer! ¡Déjame! -Rafael intentó zafarse, pero Tatiana lo sujetaba con fuerza, lastimándole el brazo. 

-¡Mamá! ¡Mamá, ayúdame! ¡Esta mala mujer quiere llevarme! 

Floriana observó a Tatiana, quien no soltaba a Rafael, con una expresión de confusión. 

Tatiana, incapaz de convencer a Rafael, se volvió hacia Floriana. 

-Señorita Sagel, te lo suplico, Rafael es mi hijo, lo llevé en mi vientre durante diez meses y lo traje al mundo con mucho esfuerzo. Sé que le has dado mucho, pero no uses al niño para retener a Valentín. Te lo pido, no lo hagas. 

Floriana no podía creer lo que oía de Tatiana. No entendía por qué tanto ella como Estefanía la acusaban de utilizar al niño. 

En ese momento, Estefanía salió también. Al ver que Floriana no soltaba a Rafael, llamó a los empleados para que la apartaran. 

Floriana casi cayó al suelo al ser empujada, mientras se llevaba una mano al vientre, sintiendo 

un dolor creciente. 

Miró con el ceño fruncido cómo las empleadas llevaban a Rafael de vuelta con Tatiana y 

Estefanía. 

Rafael lloraba desgarradoramente. 

-¡Déjenme! ¡Quiero irme a casa con mi mamá! ¡Mamá…! 

Floriana observó la escena, sintiéndose impotente. 

Uno era su abuela, la otra su madre biológica. Comparada con ellas, ella, que estaba a punto de divorciarse de Valentín, era una extraña. 

En ese momento, un Bentley negro entró en el patio. 

Floriana se dio la vuelta al escuchar el sonido del carro. 

La puerta trasera se abrió y Valentín bajó del vehículo. 

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