Capítulo 50
-Volvamos al estudio primero -sugirió Floriana.
-¿Estudio? -preguntó Lisandro, algo sorprendido.
-¿No trajiste la estatua? -Floriana volteó a verlo con una sonrisa-. Quiero ver el objeto en persona primero.
Lisandro sonrió un poco, asintiendo con la cabeza.
En el fondo, él también estaba ansioso por ver el verdadero talento de Floriana. Quería saber qué tipo de habilidad podría hacer que el siempre severo señor Jiménez no pudiera olvidarla incluso después de cinco años.
Una vez en el estudio, Floriana se puso su ropa de trabajo.
En la sala de restauración, Floriana abrió el contenedor de la estatua de porcelana y la colocó sobre la mesa de trabajo. Luego, comenzó a escanearla, enviando los datos a la computadora.
—El daño es más severo de lo que parecía en las fotos; la restauración será difícil -dijo Floriana con seriedad-. Esta técnica de porcelana es una de las más primitivas, algunos materiales podrían ser difíciles de encontrar.
Lisandro, con una mano en el bolsillo, la miraba con una expresión de diversión.
—¿Me estás diciendo todo esto para luego decirme que no podrás restaurarla?
-Puedo restaurarla -respondió Floriana, quitándose los guantes y mirando a Lisandro con determinación-. Pero necesitaré un poco de tiempo.
-El maestro dijo que no puedes tardarte más de dos semanas -advirtió Lisandro.
-¿Dos semanas? -Floriana frunció los labios antes de contestar-. No me llevará tanto, una
semana será suficiente.
-¿Una semana? -Lisandro se quedó perplejo.
En realidad, el tiempo límite que el maestro les había dado era de un mes, ya que los materiales necesarios no eran fáciles de conseguir.
-Floriana, debo recordarte que esta pieza es muy rara, no podemos tomarlo a la ligera -insistió Lisandro.
-Lo sé–respondió ella, mirando la estatua con ojos brillantes y decididos-. El maestro siempre decía que cada pieza es un testigo de la historia, y cada restauración es un diálogo profundo con el pasado. Nunca he olvidado esas palabras.
…
Mientras Ángela cuidaba del hospital, Floriana decidió quedarse en el estudio, y Lisandro se alojó en un hotel cercano.
Capitulo 50
Al día siguiente, antes de las seis, Floriana fue despertada por el sonido de una llamada de voz de WhatsApp.
La noche anterior, después de que Lisandro se fue, Floriana había estado investigando hastal las dos de la mañana.
-¿Hola? -dijo adormilada al contestar.
-No te duermas… -la voz débil de Lisandro sonó al otro lado del teléfono-. Ven al hotel a
salvarme…
-¿Qué te pasa? -preguntó Floriana, frunciendo el ceño.
-He estado en el baño toda la noche… contestó Lisandro con voz cansada y un toque de reproche-. ¿Qué le ponen a la comida en Arbolada? ¿Laxantes?
-… -Floriana permaneció en silencio unos segundos.
Floriana tomó un taxi hasta el hotel y ayudó a un Lisandro pálido que apenas podía caminar sin ayuda, llevándolo al hospital.
En el hospital, fue atendido en urgencias, y el diagnóstico fue una gastroenteritis aguda.
Después de que Lisandro comenzara a recibir tratamiento, Floriana fue a pagar las facturas.
Con los recibos en mano, mientras regresaba, se topó con Guillermo y Valentín en la entrada de
urgencias.
Estaban conversando, pero al ver a Floriana, guardaron silencio.
-Dr. Quijano–saludó Floriana con un leve asentimiento, ignorando a Valentín.
Guillermo sonrió amablemente.
-Señorita Sagel, ¿tan temprano en el hospital?
-Un amigo está enfermo, vine con él -respondió Floriana con un tono neutral.
-¿Amigo? -Guillermo lanzó una rápida mirada a Valentín.
Valentín mantenía una expresión desinteresada.
-¿Está bien tu amigo? -preguntó Guillermo, con un toque de preocupación.
-Gastroenteritis, nada grave.
Guillermo asintió.
-Eso es bueno.
Miró nuevamente a Valentín, quien seguía con el rostro impasible y en silencio, sin moverse.
La situación se volvió algo incómoda para Guillermo.
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Capítulo 50
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-Sigan platicando dijo Floriana, asintiendo hacia Guillermo antes de pasar junto a Valentín y dirigirse hacia el interior de urgencias.
Cuando ella se fue, Guillermo se volvió hacia Valentín.
-Ese amigo de la señorita Sagel debe ser Lisandro, ¿verdad? Tan temprano en el hospital, ¿no habrán pasado la noche juntos?
Valentín frunció el ceño, golpeando a Guillermo en el pecho con un expediente médico.
-No me interesa saberlo.
El golpe fue fuerte, haciendo que Guillermo tosi era un par de veces seguidas.
-¿No te interesa o prefieres no saber? -preguntó Guillermo, agitando el expediente-. Esta mañana llegaste preguntando por la salud de Rosa. Valentín, ¿te importa más Rosa o la señorita Sagel?
Valentín apretó el entrecejo, su expresión se oscureció.
Guillermo, que había conocido a su amigo por tanto tiempo, nunca lo había visto actuar de
manera tan inusual.
Recordando a Tatiana y Rafael, Guillermo bajó el tono y comentó:
-Hermano, estás actuando raro.